De esas veces que sacas un libro de la biblioteca sólo porque la temática te parece interesante y actual y luego resulta una pequeña obra maestra en la construcción de personajes y manejo de subtramas. Y por si fuera poco, incita de manera natural y espontánea a un debate ameno, porque a pesar de la gravedad de la situación que narra, lo hace con tal soltura que te ríes en la tragedia y caes rendida ante ese desastre humano que es Eric Kennedy.
“Las buenas intenciones” se presenta en forma de carta justificativa que el protagonista, Eric, escribe desde un centro de detenciones para su esposa Laura, con la que se encuentra en plena batalla por la custodia de su hija Meadow de 6 años. La causa, haberse llevado a la pequeña de viaje sin pedir permiso a la madre. ¿Un error? No desde el punto de vista de Eric, que con esa excursión pretende demostrar que es buen padre y que ama a su hija. Incongruente, sí, pero hay que escuchar a Eric.
En la carta-novela no sólo relata las etapas de su aventura, los momentos únicos y divertidos que comparten padre e hija, los tropiezos y las ocasiones de angustia que estrechan los vínculos entre ambos, como si de una “road movie” se tratara, sino que también sale a la luz la verdadera historia de Eric, alguien con un inquietante problema de identidad que justificaría su comportamiento errático. Al final, asistimos entre saltos de tiempo y capas de argumentos a un espectáculo brillantemente construido de mentiras dentro de mentiras que paradójicamente encierran una verdad: el miedo a perder lo que se ama.
A pesar de algunos hechos poco creíbles, la novela se lee con gusto y del tirón, gracias a la prosa sencilla y ágil de la autora y a la ternura que confiere a sus personajes de forma que desde el principio estás del lado del ingenuo, desventurado, estrafalario Eric a pesar del delito que comete.
La verdad es que lo he disfrutado tanto, me ha parecido tan original, divertido y trágico a la vez, y tan entrañable que recomiendo su lectura, ideal para el verano.
Añadir que la autora se inspiró en un suceso real para escribir el relato.
Sybilalibros