Es un Edmundo Dantés de
chupa y esquina; un Abate Faria travestido de Arzobispo.
Es brutal como un cielo finito
tras una reja oxidada y tierna como una mirada hurtada a un carcelero.
Es la libertad en prisión
y la celda en tu hogar.
Es el amor verdadero, ese
que sólo se alcanza al tomar el hábito
de rayas y el estigma de un número en el pecho.
Es el Ave Fénix,
escribiendo otra resurrección con su pluma encendida mientras la sumerge en el
tintero de la confusión.
Falconer es Cheever,
poeta del cainismo de suburbios, y Cheever es Falconer en busca de la redención
a través de la escritura.
Qué difícil es expresar
la ascesis de un alma torturada con un lenguaje tan auténtico, natural, limpio
de metáforas oscuras. Cómo, con la frase precisa y el tono ausente de
grandilocuencias, nos seduce para enrolarnos en el bando de los perdedores.
Y en 240 páginas. Genios
de esta categoría, pocos.
Mi recomendación es ¡LEAN
A CHEEVER! Cualquiera de sus obras, y será la decisión literaria más
inteligente que hayan tomado en sus vidas lectoras.
ADENDA: No se pierdan el
excelente epílogo de Rodrigo Fresán, llave maestra para acceder al universo
Cheever.
Sybilalibros@YoLibro
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