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lunes, 16 de mayo de 2022

SUITE FRANCESA. Irène Némirovsky

Sé que con esta opinión me voy a granjear enemistades enconadas, pero no puedo traicionarme.

Este es el segundo libro que leo de la autora, en un  sincero deseo de hallarle todas las virtudes que ensalzan mis amigos de las redes sociales, pero que no encontré por ningún lado en el primer tropezón que tuve con ella, “Jezabel''. 

Esfuerzo, no diré infructuoso, pero sí claramente revelador de que la señora Némirovsky y esta que suscribe no van a volver encontrarse en una librería.

Me acerco a “Suite Francesa”, aclamada por sus fieles como  trágica y conmovedora opus magna, con el alma libre de prejuicios pero vuelve a sucederme lo mismo: no me identifico con sus personajes, no me conmueven sus historias salvo la congoja continua que produce la narración de la ocupación alemana en el mismo momento y lugar en el que está ocurriendo y, sí, una vez más, me fascina su ágil y fluida escritura, su elegante prosa con reminiscencias de Stefan Zweig.

“Chapeau” el manejo de los tempos y descripciones durante las dos fases en las que estructura la narración: el desquiciado embrollo de acciones y personajes del primer momento, el de los nazis profanando París, en  oposición a la tranquilidad reinventada y rabias contenidas de la ocupación, que deviene tan cotidiana como una nueva hornada de pan. 

Le fluye natural la escritura a Némirovsky, pero a mi entender, le fallan los personajes: su tan alabada crítica a la hipócrita burguesía francesa se queda en tópicos y sentimientos tan manidos sobre beatonas insolidarias, esnobs apegados al bon vivant o mezquindades provincianas que más bien parece en algunos momentos comedia de costumbres antes que colapso de Francia, en particular en la segunda parte de la novela.

Finalmente, creo que gran parte del entusiasmo que despierta su obra proviene de la dramática biografía de la autora, que terminó desgraciadamente sus días en Auschwitz.

Aun así, animo a leer Suite Francesa, por cómo cuenta la invasión nazi al corazón de Europa, algo que vivió en primera persona. 

La edición de Salamandra aporta además unos suculentos apéndices, notas manuscritas de la autora donde va pergeñando su proyecto de novela. Muy interesante.

Sybilalibros


jueves, 7 de abril de 2022

LA ESPUMA DE LOS DÍAS. Boris Vian

Hay que leer a Boris Vian, porque es la imaginación desbordada de un niño en la escritura de un adulto, un fauno ebrio de libertad, la sonrisa de la aventura y el descosido de la tristeza. Es la personificación de la Patafísica, como Queneau. No me extraña que le nombraran sátrapa de honor. 

Aquellos a los que la Patafísica les suene a “ciencia de las extremidades animales”  les aclaro que fue un movimiento cultural francés de la segunda mitad del s.XX que tenía por objeto trastocar, dislocar las palabras de manera que dieran lugar a un discurso atrevido, ingenioso, mordaz y provocador, en el que la inteligencia del lector es puesta a prueba. Sólo los muy avezados pillan todos los retruécanos y alusiones por lo que conseguir una buena traducción anotada o mejor, leer en francés a este grupo de ilusionistas del lenguaje es fundamental para disfrutarlos en todo su esplendor. 

Después de haber leído algunos de sus ejemplos más audaces, yo calificaría a este grupo como el último de los ismos, como si el surrealismo y el dadaísmo  hubieran tenido una relación tempestuosa, al modo de los dioses primigenios que se devoraban en el acto del amor, y de esa cópula hubiera nacido la patafísica. Cualquier experimento de la literatura posterior como escribir sin signos de puntuación, mero postureo. 


A pesar de esta introducción que genera un ambiente de disparate, “La espuma de los días” contiene una historia de amor trágica al más puro estilo clásico, nudo y desenlace incluidos.


Colin, un acaudalado joven apasionado de Duke Ellington e inventor del “pianóctel”, un aparato que según tocas una melodía así te saca el cóctel, se enamora de la dulce Chloé. Se casan y viven en una nube de felicidad, que comparten con otra pareja de amigos, Chick y Alise. Chick nunca tiene dinero porque se lo gasta todo en cualquier cosa que sale de la pluma del filósofo Jean-Paul Partre (translocación obvia de Sartre, amigo de Vian). Es tal su obsesión que descuida a su amada Alise, al contrario que Colin.

Todo va a la perfección hasta que un día un nenúfar empieza a crecer en el pecho de Chloé, el dinero da muestras de escasear y Colin ha de ponerse a trabajar. El nenúfar invade todo de melancolía, los ojos de Chloé no ríen, las paredes de la casa se estrechan y el mundo se viste de gris fábrica. 


Boris Vian, autor de personalidad múltiple (músico de jazz, productor, traductor, ingeniero), vuelca todo su genio en este relato donde construye un universo onírico tan expansivo que se come a los protagonistas y tan flotante que ondula la historia como si de un dragón japonés se tratara, dando lugar a una realidad cambiante, disparatada las más de las veces, íntima otras, pero siempre original. Sacando a la lengua de su uso tradicional crea otras maneras de sentir y leer, aunque los sentimientos fundamentales permanezcan inmutables.


Pero el juego nunca es trivial. La fantasía desbordante también sirve para hacer una dura crítica del mundo laboral, de la explotación de los trabajadores que les impide desarrollarse como personas. Sartre anda detrás de sus reflexiones sobre la deshumanización del mundo que Vian intenta humanizar. 


Trágica y divertida, surrealista y cercana, “La espuma de los días” se gana por méritos propios la recomendación de lectura en la que el lector hallará una experiencia nunca antes percibida.


Yo he leído la edición de Alianza cuya traducción es poco acertada. Recomendaría cualquier otra, si es posible. 


Sybilalibros


jueves, 3 de marzo de 2022

EL SERMÓN DE LA CAÍDA DE ROMA. Jérôme Ferrari

Hay títulos maravillosos como este, evocadores al máximo, que pueden llevar a engaño al lector menos avisado: esto no es una novela histórica ni un ensayo sobre el famoso sermón de S. Agustín, aunque el autor lo tome como eje o alegoría contemporánea de tiempos inciertos.

“El sermón de la caída de Roma”, premio Goncourt de 2017, es una fábula sobre dos amigos, Matthieu y Libero, que renuncian a sus estudios de filosofía para regentar un bar en un pueblo perdido de Córcega, la Arcadia salvaje y primitiva para el francés continental. Hijos de familias acomodadas, les invade el desencanto de la vida burguesa parisina y no hallan en su carrera las respuestas que buscan. Mientras Matthieu adolece de un espíritu conformista que le hace ver el bar como el edén primigenio, un billete hacia al origen no adulterado por la sociedad de consumo, Libero, más enérgico, sólo quiere huir de la estupidez humana. Su relación con los sencillos y escasos habitantes de la zona es de franca admiración por su modo de vida. Intentan imitarlos, se convencen de que lo han conseguido, pero Leibniz y S. Agustín siguen dirigiendo sus razonamientos mientras que una realidad de traiciones y malos negocios más antigua que el mundo se encarga de sepultar la utopía de juventud: la Jerusalén celeste corsa está tan corrompida como la vieja París y la filosofía tiene la cabeza embotada con licores falsos y amores rápidos. 


Tremendamente original tanto en el planteamiento como en la estructura, cada capítulo se intitula como una frase extraída de S. Agustín, algo que no es gratuito pues constituyen etapas de un camino espiritual que concluye con el famoso sermón de la caída de Roma, aquel que el padre de la Iglesia dirigió a los cristianos desesperados ante el desmoronamiento de la capital del mundo, último capítulo y metáfora de la crisis existencial de ambos protagonistas y por ende de la actual decadencia occidental. 


Entre el alfa y la omega se desarrolla una lucha titánica por evitar el colapso del reino de la felicidad construido, pero Matthieu y Libero son hombres y por tanto falibles. Y aunque no existan dioses que los expulsen del paraíso pues ninguno de los dos protagonistas cree en ellos, lo que el autor viene a decir, en un mensaje pesimista, es que todo ser humano, en su voluntad de crear, de trascender, lleva dentro el germen de la desgracia.


“El sermón de la caída de Roma” no es un libro pesado pero tampoco liviano, sobre todo la primera mitad en la que la trama se demora en el mítico “Et in Arcadia ego” de dos desencantados. La prosa cuidadísima de Ferrari, quien escribe lento, bello, con frases largas y acariciando las palabras, ralentiza la prisa contemporánea y densifica el párrafo, lo que 

exige un tiempo extra para su lectura.


Para mí ha sido un relato atractivo con un único pero: la falta de fuerza a la hora de construir los protagonistas, actores mediocres en un escenario de tragedia como es Córcega, que tampoco está aprovechada. Así, el drama épico que plantea queda en algo grandilocuente para unos personajes que se reducen a dos adolescentes consentidos que se niegan a crecer y cuyo cinismo impide la empatía del lector. Menos mal que el final sí está a la altura.


A pesar de este inconveniente recomiendo su lectura o cualquier otra de Ferrari, para disfrutar de un lenguaje en el que la belleza sirve a un fondo interesante.


Sybilialibros


martes, 6 de julio de 2021

AGNÈS. Catherine Pozzi

Una rareza exquisita, fuera de lo común, entre relato, autobiografía, pensamientos sueltos a modo de diario, confesiones azoradas de pérdida de fe, pasión desenfrenada, decepción… 40 paginitas que te hacen reflexionar, sentir y sonreír al reconocerte en esta alma inquieta.

Memorias sin orden cronológico, revelan la crisis personal de una joven enamorada, amante de Paul Valèry, que el poeta francés mantuvo en fase crisálida sin dejar que volara como mariposa. Agnès/Catherine se derrama en forma de diálogo con un Tú, que bien podrían ser Dios o Valèry, como si de  una santa Teresa tocada con la gracia parisina se tratase, en el que intenta reconstruirse como persona, a la par que presenta como valedores a autores y pensadores de principios del s. XX que denotan una erudición poco corriente, dejando al lector en paños socráticos, es decir, reconociendo que por mucho que lea, no sabe nada después de conocer a Pozzi.

Admirable en su prosa erudita, elegante y pasional, esta hija de la alta burguesía francesa de obra brevísima, amiga de Colette y de André Gide, con “Agnès” ha intrigado durante generaciones a estudiosos que discutían si  estaba escrita en realidad por Valèry. ¡Qué típico arrebatar la palabra a la mujer inteligente detrás del gran hombre! 

La recomiendo, mucho, “follement”, en particular a lectores leídos a los que les sigan estimulando las posibilidades.

Sybilalibros

lunes, 8 de marzo de 2021

EL LIBRERO DE PARÍS Y LA PRINCESA RUSA. Mary Ann Clark Bremer

Tomad asiento en un pequeño velador parisino, pedid un café y acompañadlo con este exquisito y dulce bocado de apenas cincuenta y nueve páginas con el que nos deleita, una vez más, Periférica.

 Este evocador relato nos insinúa, más que cuenta, la historia de amor entre una noble exiliada rusa y un librero anticuario del barrio judío del Marais en París, cuyo vínculo de unión es la pasión por los libros antiguos del S. XVIII francés. Apenas hay palabras entre ellos, pero sí el tacto de la piel de una encuadernación singular, la inclinación de una tipografía añorada, o el olor a madera lejana entre unos folios por abrir.

 El encanto del polvo depositado en los volúmenes hace que nos olvidemos de que esta “delicatessen” de prosa sobria y elegante pertenece a las memorias que la autora decidió escribir de forma novelada (de hecho, su título original es “Notebooks II. People, Scenes I. Es de suponer que la editorial, con buen tino, decidió rebautizarlo para darlo a conocer al público).

 ¿Ficción o realidad? Da igual, mientras podamos volver a entrar en la casa de la princesa y recorrer con las yemas de los dedos los lomos de aquella colección de libros “que formaban un solo texto, un memorial” de lo que fue o no.

 Lo recomiendo vivamente para melancólicos amantes de libros de piel arrugada y manchas de solera, para los que han (hemos) deambulado por el Marais, y para los soñadores que no hemos cerrado el libro y seguimos escribiendo la historia.

 Sybilalibros

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 26 de noviembre de 2020

UNA EDUCACIÓN LIBERTINA. Jean-Baptiste Del Amo.

 


Repugnante. Viscosa. Sórdida. Visceral en el sentido más estricto del término.

Así es “Una educación libertina”, el descenso a los infiernos de la depravación de Gaspard, un joven campesino que huye del lodazal de su hogar bretón, buscando elevar su condición, para caer en el no menos limoso París del s. XVIII. En su medrar tropieza con el conde Étienne de V., un aristócrata disoluto y manipulador, apóstol del libertinaje, que se le prefigura como el pasaporte para los salones empolvados que tanto anhela pero que lo hundirá en la esclavitud de la carne de donde emergerá un nuevo Gaspard.

Enésima biografía del arribista, tema muy querido por la literatura francesa, que ofrece preclaros ejemplos en “Rojo y Negro” de Stendhal o “Bel Ami” de Maupassant en el XIX, pero que tiene sus raíces en el XVIII, el llamado Siglo de las Luces, que sólo brillan en las arañas de Versalles mientras que en el resto de Francia reinan las sombras, la ignorancia, la vileza y la degeneración bajo una ampulosa peluca y un estratégico lunar capaz de ocultar al villano más ruin, como bien demuestra el autor.

Digno heredero de P. Süskind, del que se reconoce deudor, sobrepasa con creces la repulsión de “El perfume”, violentando los jugos gástricos del lector en demasiadas e innecesarias, a mi modo de ver, ocasiones. Sus descripciones son groseras, sucias y reptiles, elevando lo obsceno a categoría de sublime. Sirva de ejemplo:

“El olor del Faubourg era sofocante de principio a fin. Hedía a sudor, pero también a una cohorte de tufos combinados. Olores de alientos agrios, de podredumbre, de animales a piedras y maderas húmedas, a orina, a col, a cuchitriles nauseabundos, a heces, a espumarajo de caballo, a pelo de perro, a pieles sarnosas, a sexos corrompidos, a cuerpos ulcerosos, a esperma rancio. En ciertos lugares, parecía que se penetraba la vagina sifilítica de un París impunemente abierto por sus tripas, de puro intenso que resultaba el relente visceral.”

Y esto es lo más suave.

¿Qué me empujó a continuar leyendo?

Del Amo es un mago de las palabras, juega con ellas, las teje según la partitura evoque el aterrador Sena, los prostíbulos de Montmartre, una comedia en L’Opera o el deseo concupiscente de la miseria humana. Cuando te das cuenta, estás atrapado en esa tela de araña y deseas saber cómo saldrá Gaspard de esa inmundicia.

Creo que ése es el factor que le ha hecho acreedor de los principales premios literarios en Francia, entre ellos el Goncourt en 2009. Y que la novela presenta el lado más sórdido del libertinaje, desmontando la imagen de oropel que teníamos por el seductor y brillante Casanova o el inteligente Valmont, acercándose más al malsano Sade. Sería la cara “gore” de la moneda, mientras “Las amistades peligrosas” sería la “chic”.

Mención aparte merece la traducción de Lydia Vázquez Jiménez, un auténtico “tour de force”, dado el extenso y riquísimo vocabulario del que hace gala el autor, como confiesa la traductora en la interesantísima entrevista con Del Amo al final del libro. Exquisito detalle de Cabaret Voltaire que podría servir de ejemplo a otras editoriales. Eso es mimar y personalizar una edición.

¿Recomendable? Depende de los intereses, el nivel cultural y el estómago de cada uno.

¿Me arrepiento de haberla leído? No, no ha sido ninguna pérdida de tiempo. Es un goce encontrar tal nivel en el manejo del lenguaje y he perdido algún kilito al quitarme las ganas de comer.

¿Leería otra obra de este autor? Rotundamente no, a menos que abandone sus gustos por las pústulas, lo escatológico y la complacencia en lo obsceno de la mugre, cosa que dudo tras leer la entrevista, pues su objetivo es chocar al lector.

Sybilalibros

miércoles, 4 de noviembre de 2020

EL MICO. FRANÇOIS MAURIAC

"Al niño le importaba muy poco no haber sido deseado. Sólo pedía no ser mezclado con otros niños que le harían sufrir; no tener nada que ver con maestros que hablan a gritos… ¿Por qué no ponerlo en una bolsa, hija mía? ¿Por qué no tirarlo al río como un gatito? Iba a la escuela a la hora en que los otros muchachos salían de ella. Tuvo una sensación de su diferencia, de su soledad. Eso es lo que su madre le repite cada día: eres feo, sucio y tonto"

 Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero este párrafo es más impactante que cualquier foto que pudiera añadir a esta reseña.

Conmocionada me ha dejado la lectura de este relato de F. Mauriac, un autor prácticamente olvidado hoy (de hecho, sus novelas o están descatalogadas o son casi imposibles de encontrar) a pesar de haber ganado el Nobel en 1952. Quizá su condición de católico o sus recurrentes argumentos en torno al pecado y a los conflictos de conciencia que arrastran a violentas pasiones, o sus repetidas ambientaciones en el sudoeste francés para reprobar a la vetusta nobleza provinciana le resten atractivo para el lector de hoy.

“El mico” es un relato desgarrador, durísimo, no en su lenguaje, cuidado al máximo, sino por lo que nos cuenta.

Guillaume es un joven nacido en el seno de una rancia familia aristocrática que tiene la desgracia de sufrir en su ADN los efectos de siglos de consanguinidad. Ello le hace aparecer como retrasado, con un carácter inclinado a la indolencia y un temperamento infantil. Soportado por su abuela, ignorado por un padre bobalicón, sólo es querido por su Fräulein mientras su madre, una burguesita con ansias de título a sabiendas de que tendría una descendencia torpe, desahoga su frustración ridiculizando y maltratando a su único vástago de una manera que hace aflorar en el lector la rabia más humana.

Ante la tesitura de convivir con un eterno infante, contratan los servicios de un maestro de escuela comunista que, ilusionado por el idealismo educativo, deja a un lado su odio hacia la nobleza y consigue arrancar fugaces destellos de lucidez en el muchacho hasta que la conciencia de clase da al traste con el despertar y empuja a los actores a un final del que aún no me he recuperado.

Aunque adolece de un poco disimulado maniqueísmo en el retrato de los personajes, el impecable estilo narrativo de Mauriac consigue una ambientación magistral del drama familiar a base de unos diálogos terribles que muestran los temas constantes en la literatura del autor: la indefensión frente a la injusticia, la decadencia moral de la sociedad, donde solo los seres maltratados son los únicos que pueden albergar rastros de humanidad. En definitiva, una visión bastante pesimista de la lucha del bien contra el mal.

 A pesar de lo agrio del argumento, me ha gustado muchísimo. Cuando algo está bien escrito, muy bien escrito, se lee con placer.

Os lo recomiendo vivamente porque además es breve. Yo lo he leído/escuchado en audiolibro de la biblioteca, pero me consta que está fácilmente localizable para libro electrónico en internet.

Sybilalibros        

viernes, 29 de noviembre de 2019

CANCION DULCE. Leila Slimani


Fenómeno editorial del año, premio Goncourt 2016, miles de lectores ¿Qué tiene este libro?

Un thriller psicológico de calidad, un tema tan cercano como con quién dejamos nuestros hijos cuando vamos a trabajar; una escritura fresca, ágil, alejada de los plúmbeos thrillers nórdicos; un ritmo constante, intrigante “ma non troppo”, que te mantiene pegada a las páginas hasta el final. De hecho, me lo terminé a las 6 de la mañana, como en los viejos tiempos, porque no podía soltarlo. ¿Duro? Sí, pero no escabroso y sin casquería.

Pero esta novela no es sólo el relato de un abyecto crimen infantil. Es la historia de una obsesión devoradora, de la agonía de la soledad, del grito desesperado de ayuda en una sociedad sorda, de la urgencia de ser alguien; en definitiva, de la necesidad de ser desesperadamente necesitado.

El marco donde se desarrolla es algo habitual en la sociedad occidental: pareja joven interracial con hijos que encarna los valores pequeño-burgueses, incluidas jornadas laborales titánicas por mor de una carrera de éxito, se ve obligada a delegar en una desconocida el cuidado y la educación de su prole, con gran suerte para ambas partes pues Louise resulta una cuidadora tan dedicada y amorosa que pronto se convierte en un miembro imprescindible de la familia. Lo que nadie sospecha es que el milagro para solución de los problemas se transformará  poco a poco en una trampa.

Leila Slimani, periodista y escritora, ejemplifica la integración y la diversidad cultural en la Francia actual donde los hijos de las colonias han dejado atrás la fase “pied noir” para devenir en ciudadanos franceses  de pleno derecho sin abandonar sus raíces magrebíes. Y este libro le sirve de vehículo para criticar a la sociedad francesa progresista que al final cae en los mismos valores pequeñoburgueses que desprecia a la par que trasluce su feminismo militante (“La maternidad es una cuestión política” ha afirmado en alguna entrevista).

Extraordinariamente editada por Cabaret Voltaire y traducida por Malika Embarek López, es una buena novela aunque para mi gusto le falta profundidad, poso escritor, al menos para el Goncourt obtenido. Creo que la academia francesa, para evitar quedar anquilosada y seguir vendiendo, se ha subido al carro de la plaga de novela negra que nos invade y para no desprestigiarse demasiado, ha escogido uno de buena factura y rabiosa actualidad pero sin calado literario.

Pecata minuta para un relato absolutamente recomendable, que te atrapa desde el minuto uno y consigue que te identifiques con la historia sin sentirlo.

Sybilalibros@siyofueralibro





viernes, 8 de noviembre de 2019

LOS CORMORANES. Philippe Jaccottet


Hermoso, breve y profundo librito; editado por el instituto de enseñanza secundaria Lancia, de León, en 2006.
 El autor es un suizo nacido en 1925; poeta y traductor políglota. Autor muy reconocido en Francia, al que yo desconocía hasta esta lectura.
 Nos habla en ella de viajar. Sus reflexiones de lo que significa moverse por el mundo, viendo piedras viejas y gentes nuevas, nos convencen de que pecamos cuando turisteamos. Perdemos el tiempo y la energía si no sabemos profundizar en… ¿lo visitado? No, en nosotros mismos. El viaje es interior o nuestro movimiento es inútil.
 Para confirmar lo especial que es este hombre, sólo añado que cita a Góngora; siendo un poeta suizo de cultura, en principio, francesa.
Luis Miguel Sotillo Castro

viernes, 1 de noviembre de 2019

UN AMOR CLANDESTINO. Gilles Rozier


¡Qué manera de desaprovechar una buena idea!

Cuando ocurren estas cosas, sufres más que cuando el libro está mal escrito o el argumento es plano.

Hurgando por biblioteca doy con este título ambientado en la Ocupación francesa (nazi, se sobreentiende). Para mí es un tema siempre atractivo, del que nunca me canso aunque se haya escrito y filmado desde casi todos los ángulos. 

Rozier, el autor, nos ofrece una visión con un nuevo valor añadido para los amantes de los libros: una joven francesa, amante de la literatura y lengua alemanas (una abominación para sus compatriotas) decide salvar en su sótano los libros que posee de autores alemanes proscritos por el Reich, en particular Thomas Mann y Heine, no tanto por resistencia al invasor sino por amor a la lectura. A medida que transcurre la guerra y sus conocimientos de alemán la hacen indispensables para el ejército de ocupación, toma conciencia de su pasividad y decide dar un paso al frente escondiendo a un judío en el sótano (siento adelantar este giro pero es indispensable para el comentario. Además, la editorial en sinopsis da aún más información). Y aquí comienza, desde mi punto de vista, la desorientación de la buena premisa del comienzo, perdiéndose en desvaríos lingüísticos sobre el yiddish, nuevo centro de la novela.

Ello tiene una explicación si se lee solapilla sobre el autor: director de la Casa de la Cultura Yiddish de París. Y claro, barre para casa siguiendo, además, la estela actual de revisionismo sobre el mucho colaboracionismo y la poca pero afamada Resistencia, desde una actitud incisiva y revanchista que hace un flaco favor a la novela.

Para mí, a pesar de no estar mal escrita, ha supuesto no sólo un poco de decepción sino que también me ha dejado un regusto acre por el tono empleado. Menos mal que está bien rematada.
Os dejo a vuestra elección su lectura.
Igual sí os satisface.

Sybilalibros@siyofueralibro

lunes, 2 de septiembre de 2019

LA MADONNA DE LOS COCHES CAMA. Maurice DeKobra

Cuando una se encuentra ante una obra maestra del género que yo he bautizado “Felices años 20” todos los calificativos para definirla no son más que pálidos reflejos en platónica caverna: chispeante, elegante, intrigante, erótica, despreocupada y a la vez aguda en el affaire político, personajes cosmopolitas como sólo podían ser los de viajeros del Orient Express, un discurso inteligentísimo sin perder  “le charme” y una ambientación tan sensual que parece envuelta en una vaporosa “negligée”.
Rotundamente perfecta.

Pero algo único como esta novela no sería posible sin un autor tan singular como Maurice Dekobra. Si el autor no hubiera sido quien fue ni vivido como vivió, esta historia no hubiera existido: francés bon vivant, reportero aguerrido, escritor, aventurero, amigo de Chaplin, amante de Rita Hayworth y, por encima de todo, viajero al viejo modo europeo de tal forma que se dice que su figura inspiró al Tintin de Hergé (despojándole del toque erótico que emanaba, claro).

La trama, con apariencia de vodevil, encierra una curiosa historia de espías y una dura crítica contra el recién nacido bolchevismo que la hace aún más deliciosa: Lady Diana Wynham es una noble viuda escocesa de rancio abolengo, excéntrica y osada sin perder un ápice de su glamour. Es conocida en la sociedad londinense por sus romances indiscretos y por sus lujosos viajes que le han valido el sobrenombre de Madonna de los coches-cama. Servida por devoción que no por dinero por su fiel valet Gèrard Séliman, conde y perfecto gentleman  que jamás traspasa el biombo chino de la relación señora-sirviente, se ve abocada a la ruina por el continuo derroche.
Lo único que puede salvarla de la ordinariez de la pobreza son unos terrenos petrolíferos en el Mar Negro, herencia de su último marido, que ahora están bajo control soviético, con lo que ya está servida la aventura para el impecable Séliman contra la vulgaridad, la violencia gratuita y el mal gusto de los arribistas bolcheviques. El despiporre: espías, comisarios políticos degenerados, el mítico Orient Express, yates de lujo en el Mar Negro, apasionadas aventuras amorosas con el enemigo, caviar en lóbregas prisiones…¡¡EXTRAORDINARIA!!

Estupendamente escrita,  he disfrutado enormemente de la ironía británica, de la acción trepidante, de la candela que larga contra los soviéticos y del Buen Gusto, algo harto difícil de hallar en la novela actual. Vamos, que acabo de terminarla y ya estoy deseando de releerla.

Recomendación con mayúsculas para pasar un rato delicioso y viajar en el tiempo, cuando Europa aún era “chic” y divertida.

Sybilalibros@YoLibro

jueves, 4 de julio de 2019

JUNTOS, NADA MÁS. Anna Gavalda


No se me ocurre mejor presentación para este libro que la de festín de buen rollo, con lo que ya valdría para apuntarlo rápidamente en lista interminable.

Pero es que además es una novela tierna, trágica, diferente, vital, con unos personajes tan entrañables que te los querrías llevar a tu casa para siempre.
La habilidad de Gavalda está en dejarlos a su aire, sin ponerles cortapisas, permitiendo que se tropiecen con la realidad, fracasen o se hundan; no los juzga ni censura, ni los protege. Pero sí los ama.

¿De qué va esta novela? Pues ni más ni menos de lo que expresa el título: Juntos, nada más. Es decir, de tres personas que por una apuesta del destino acaban viviendo juntos en un piso destartalado, noble pero venido muy a menos, tanto como su cuestionado propietario, Philibert.
En principio, lo único que tienen en común Franck, Camille y Philibert es el desarraigo familiar: los tres han sufrido infancias desgarradoras, han crecido sin amor en familias disfuncionales y su madurez hace aguas por todos lados. Cada uno afronta sus carencias con respuestas que los aíslan aún más de la sociedad: Philibert tartamudea compulsivamente, se comporta como un felpudo  y es incapaz de encarar la realidad.
Camille se autocastiga arrancando de sí lo único que la hace feliz y ser persona, la pintura, mientras va añadiendo capas a la coraza impenetrable que ha construido a su alrededor. En cambio el expansivo Franck combate todas sus frustraciones con una gran agresividad verbal y un mal llevado desprecio hacia las mujeres.

El catalizador de estos espíritus afligidos es el piso de Philibert, suspenso en el limbo de una herencia, donde la convivencia que se ha autoinvitado por capricho del azar irá sanando heridas y abriendo puertas. Y en este espacio que no es de nadie pero sí de todos es donde Gavalda da muestras de su genialidad en el uso de los recursos narrativos: son fantásticos los monólogos interiores de los protagonistas, sobre todo los de Franck; es deliciosa la manera de Camille de expresar sus sentimientos, a través  de esbozos y pinturas que va regalando a todos, ella, que no es dueña de nada, ni de su propia vida ni  su destino; ambientes y situaciones se construyen a base casi exclusivamente de diálogos, estando prácticamente ausentes las descripciones, algo que me encanta, aunque a algún lector tal esquematización puede que lo descoloque. Pero lo que más me gusta es el humor ingrávido que recorre toda la novela, porque podría haber caído en los tópicos de la convivencia, pero lo que hace es reconstruir a las personas desde la sonrisa tierna, incluso en los momentos más trágicos, que los hay a montones.

Finalmente, alabar la fantástica traducción del francés coloquial plagado de modismos, sobre todo en el personaje de Franck.

Hay película con Audrey Tautou que, aun siendo encantadora, recorta bastante argumento y situaciones más dolorosas, para quedarse casi en una fábula amable donde los personajes pierden consistencia.

Novela francesa, francesa, llena de sentimientos, todo un fenómeno en el país vecino. Para leer de un tirón en esa fabulosa bañera de patas de león del s. XIX de Philibert.
Recomendación con triple signo de admiración.

Sybilalibros@YoLibro

martes, 9 de abril de 2019

EL HEREDERO. François Vallejo

Adelanto ya que la novela que hoy os traigo no es ni fácil ni agradable, pero sí interesantísima por la forma en que está escrita, toda en presente; por la maestría de su autor a la hora de dibujar caracteres y llevarlos a las últimas consecuencias y por lo que supone de sabia mezcla entre la novela histórica y el thriller psicológico.
Para aquellos lectores que busquen algo que se salga fuera de lo común, F. Vallejo es su autor.

Novela turbadora, asfixiante, tan opresiva como las nieblas bretonas donde tiene lugar, pero tan magnífica como su paisaje.
Ambientada en la Francia de las revoluciones liberales del s.XIX, El Heredero, que bascula entre la novela histórica y el thriller psicológico, cuenta la traumática relación entre el joven barón de l’Aubépine que tras la muerte de su padre vuelve de París para tomar posesión de sus tierras en el Oeste, y Lambert, el guarda de caza que atiende la hacienda con celo secular.

El relato se articula alrededor de la confrontación de caracteres entre el amo y el siervo. Mientras que el nuevo barón se nos aparece como un idealista perturbado, empeñado en romper con los antiguos valores que sostienen la nobleza bretona y en desmontar el nuevo imperio francés implantando una utópica República alentada por Victor Hugo, al que pretende traer del exilio, el fiel Lambert, paradójicamente, representa el viejo orden social previo a la Revolución Francesa, el apego a la tierra, la necesidad de que haya un señor y un servidor para que las cosas funcionen.
La desconfianza y tensión iniciales se vuelven insoportables a medida que avanza la narración, crece la intimidad entre ambos personajes (muy a pesar de Lambert) y afloran las obsesiones de cada uno: la depravación sexual del barón frente a la jauría de perros de caza del guarda abocará a un desenlace trágico.

Escrita toda en presente, con abundantes monólogos interiores que construyen la acción, busca y consigue desarmar al lector, cogerlo desprevenido ante los acontecimientos y a la par, envolverlo en una atmósfera claustrofóbica de forma que acabe casi empujando al personaje a tomar decisiones con tal de salir de ese encierro de tinta y papel.
Es la magia de la buena literatura, una escritura sabia, certera, combinada con el extraordinario manejo de la psicología de los personajes.

Largamente premiada en Francia, “El heredero” es una novela más que recomendable y una experiencia literaria distinta, aunque poco agradable dados los hechos que se narran, pero que no deja indiferente. 
Sybila @YoLibro

lunes, 11 de marzo de 2019

SIGMARINGEN. Pierre Assouline


Si toda guerra propicia la reproducción en masa de indeseables, la II Guerra Mundial se llevó la palma en ese ranking. Rápidamente se nos vienen a la cabeza nazis y fascistas italianos, pero hay un grupo especialmente miserable, en tanto en cuanto pertenecía a una de las democracias más consolidadas de Europa, y fue el discutido y siempre discutible gobierno colaboracionista de Vichy, que ha hecho correr ríos de tinta, sobre todo en el país vecino.
Assouline, periodista, novelista, crítico literario, en fin, toda una figura de las letras francesas, a modo de homenaje a su tío que vivió los últimos días de Vichy, nos narra esa esperpéntica huida hacia delante en el final de la guerra del Mariscal Pétain, el presidente Laval y su corte de criados, funcionarios, milicianos que los conduce al refugio ofrecido por Hitler: el inmenso castillo de Sigmaringen de los Hohenzollern. A ellos se unen miles de civiles franceses entre los que se encuentra el escritor Céline, causando una verdadera convulsión en la ciudad que depende del castillo.

Expulsada la aristocrática familia alemana de sus ancestrales dominios, deja de guardia de su patrimonio y nombre a su mayordomo Julius Stein, personaje inspirado abiertamente en ese otro epítome del oficio que es el Stevens de Los restos del día, y que fiel a su sentido del deber y de la lealtad hacia la familia Hohenzollern, organiza, cuida, se preocupa, calla y no juzga a toda esa corte versallesca que usurpa el amado castillo donde ha servido su familia, convertido ahora en un nido de intrigas, ambiciones y traiciones. Lo único que alivia a Stein es su amor por la música y el inicio de una extraña amistad con el ama de llaves importada de Francia que deparará varias sorpresas al final del libro.

Opta el autor por una solución de compromiso entre la novela y la crónica periodística que no termina de convencer, en mi opinión. Escrito en una prosa seca que abunda en las elipsis, adolece de un exceso de documentación y de personajes secundarios que carecen de importancia y frenan el ritmo interno de la novela. Flaquea asimismo en la construcción de la historia romántica, previsible y tan falta de chispa que el lector apenas se emociona con ella.

En cuanto al componente histórico, está muy bien reflejada la mediocridad casi obscena de los dirigentes galos, viviendo al margen de una población muerta de hambre mientras ellos protestan por la escasa variedad de sus postres, pelean por las habitaciones como críos y juegan a atraer a sus causas personales a los funcionarios que los acompañaron; pero honestamente, esperaba más información acerca de un momento tan interesante y poco conocido.
Sorprende Assouline tratando con benevolencia al viejo mariscal Pétain, quizá recordando su servicio a Francia en la I GM, y casi reivindicando a Céline (supongo que por su obra Viaje al final de la noche). No salen bien parados ni Laval ni el siguiente presidente en el exilio, Bertrand.

En resumen, más le hubiera valido al periodista escribir un ensayo o monografía con el material que contaba que hacer un extraño mestizaje con el género novelesco porque el resultado deja mucho que desear.
Al fracaso como novela hay que añadir los serios problemas de traducción (y no es la primera vez que sucede con Navona Editorial), tanto que a veces se masca el camembert tras las palabras. Una pena.

Sybila @YoLibro


miércoles, 6 de febrero de 2019

EL VESTIDO AZUL. Michèle Desbordes.

Sensación de la pasada temporada librera gracias a la poética, delicada y sensible escritura de su autora para narrar una de las vidas más desgraciadas del mundo artístico: la de la escultora Camille Claudel, amante de Rodin, ingresada por su familia en un psiquiátrico por sus repetidos brotes psicóticos, del que ya no saldrá aunque halle la curación por decisión de sus allegados, en particular de su famoso hermano, Paul Claudel, cónsul de Francia en innumerables países y reconocido poeta.

De Camille Claudel hay bastante información biográfica que ha cuajado en varias ocasiones en novelas o películas, con menor o mayor fortuna, aparte de biografías especializadas del ámbito de la Historia del Arte. Pero el acercamiento de Desbordes a su trágica vida poco tiene que ver con una reconstrucción biográfica al uso ya que opta por un relato fragmentado, imitando a la torturada mente de Camille, en el que la misma escena se repite una y otra vez para traer distintos retazos del pasado. Así, nos muestra a una Camille envejeciendo en el sanatorio de Montdeverges, sentada en una silla esperando al hombre que subirá la colina con la esperanza de la libertad, mientras apunta compulsivamente en una libreta fechas recurrentes que intentan atrapar un tiempo que se le escapa, se le derrite entre las manos como el barro que moldeaba con furia.

De su mirada empañada y anhelante extrae Desbordes imágenes de un pasado bohemio y contrario a los convencionalismos pequeño-burgueses de su familia; el ingreso en la academia; la pasión creadora, que se desborda en el amor “fou” entre el maduro maestro y la casi niña de 19 años, los rabiosos celos plasmados en sus esculturas, el insoportable dolor de la separación y los primeros acechos de la locura.

Michèle Desbordes ha escrito una paráfrasis poética, una elegía de la desesperación, la soledad y la consciencia del abandono en la que el lenguaje está al servicio del alma, ofreciéndole las alas que le cortaron a Camille al ingresar en el manicomio.

La recomiendo no sólo para los amantes del Arte o de la poesía, que no tengan miedo a los libros distintos, sino también y especialmente, para aquellos que se sienten incomprendidos, encerrados, y necesitan de una voz que grite al mundo que están vivos.
Sibyla @YoLibro

lunes, 21 de enero de 2019

UN HOMBRE AL MARGEN. Alexandre Postel

Después de leer los algunos de últimos premiados puedo afirmar que los Goncourt no sólo han bajado el nivel de calidad sino que se han entregado sin presentar batalla a esa vulgar pero potente corriente de la novela actual que podría definirse como "sociología de lo ordinario desde mi tribuna smartphone": escandalosa en apariencia pero de baja resolución literaria.
Es el caso de "Un hombre al margen", premio Goncourt a la primera novela, que cuenta con un punto de partida atractivo y provocador que se va desinflando a medida que la novela se desliza por unos vericuetos que no la favorecen, a mi entender.
El protagonista, Damien North, es un solitario y apagado profesor de filosofía en una mediana universidad francesa. Su  vida transcurre entre lo anodino y la rutina hasta que un fallo en su ordenador lo arroja en las fauces del escándalo, pues hay evidencias de que se ha descargado imágenes pedofilas, aunque él se declara inocente. Así se abre el telón de la persecución, los juicios paralelos y la falta de apoyo de compañeros y familiares; un proceso que tendrá consecuencias insospechadas para el protagonista.
Sin embargo, "Un hombre al margen" no es una novela sobre la pedofilia y su monstruoso mercado sino más bien una "excusa" para denunciar a la sociedad del linchamiento mediático en la que vivimos y plantearnos la pregunta de si es posible reiniciar la vida tras pasar por un trauma parecido.
Lo que le interesa al joven autor es mostrarnos las diferentes reacciones que sufre el protagonista durante el proceso, desde el estupor y la altanería del primer momento hasta el abandono de sí mismo, pasando por la sumisión y la duda de si realmente lo hizo.
Dicho así resulta de lo más interesante, pero el desarrollo narrativo no está a la altura, a mi modo de ver, a pesar de un estilo fresco, ágil, inconcebiblemente humorístico en algunos pasajes, pero de poca enjundia y brío, además de tirar por unos derroteros un poco fantasiosos, eludiendo la evidencia palmaria de la que todo lector atento se apercibe. Pero claro,si no,no tendría novela.
No me ha conmovido su lectura ni he empatizado con el desgraciado protagonista y pienso que al autor aún le faltan muchos folios que emborronar para conseguir el verdadero Goncourt (o lo que era este premio).
Eso sí, es breve y se lee rápido.
Dejo a vuestra elección el leerlo. Igual a vosotros sí os parece novedosa y ocurrente.
Sybila @YoLibro

jueves, 25 de octubre de 2018

LA BRIGADA DE ANNE CAPESTAN. Sophie Hénaff


Entretenido y poco más.

Lo venden como novela negra, pero no esperen hallar los ingredientes habituales ni la garra del género en ella, pues es más un divertimento de la autora que una novela de peso. Eso sí, cuenta con un planteamiento bastante original.

A una comisaria de gatillo fácil y temperamento difícil la mandan al ostracismo y le asignan una brigada con todos los desechos de la policía de París: un gafe al que los compañeros de patrulla le duran menos que una ventana en un patio de recreo, un alcohólico filósofo de tintorro francés, un chivato de la prensa a comisión, el homosexual inaceptable para la “grandeur”, la que se ha vendido a las series de TV (ay, la sombra de Ellroy es alargada) y otros zumbados a la altura, sin contar un perro. Pongan estos ingredientes en una cutre comisaría de distrito olvidado y agítese bien; viértase el jugo ácido resultante sobre un par de casos sin resolver hallados en cajas arrumbadas del archivo policial, añadan unas gotas de desparpajo en el lenguaje coloquial y ¡Voilá le cocktail policíaco, con muy poco thriller y mucho de Clouseau!

Hénaff juega con las personalidades dispares que supuestamente no encajan y que al final consiguen armonizar para dar un concierto entretenido, de lectura ligera en el que prima la broma fácil basada en los juegos de palabras o el argot que desgraciadamente no se ha conseguido transmitir del todo al verterlo a la traducción española. Quizás por ello no me ha resultado tan divertido como esperaba.

La escasa profundidad y calado del desarrollo de la novela, la trama investigada con poco gancho para el lector, desaprovechando en parte la idea de partida, se debe quizás al bagaje de la autora, cuya trayectoria profesional se desenvuelve en una columna de humor en el Cosmopolitan France y en la “stand up comedy”, lo cual, a la larga, le pasa factura.

Aun así, lo recomiendo para pasar un rato entretenido, sin más pretensiones, algo también muy necesario. Y si pueden leerlo en francés, creo que ganará mucho.
Sybila

jueves, 6 de septiembre de 2018

EL SOL DE LOS SCORTA. Laurent Gaudé.

Frase corta y precisa como la arista del destino.

Personajes tan duros y arrojados como el espolón de Apulia. 

Paisaje de rocas calcinadas por un dios solar que engendra salamandras como habitantes.

Secretos familiares que clavan aguijones de escorpión en el alma.

Un pueblo supersticioso y celoso guardián de las sagradas costumbres; amores prohibidos que desafían la ira de los dioses, maldiciones homéricas para los amantes y sangre envenenada para la estirpe. 

Y por encima de todo, celebración de Vida, bañada por la sal del Adriático.

Así es El sol de los Scorta. Una auténtica obra maestra tan bien construida que no puedes parar de leer, atrapada por unos personajes con la fuerza de mil tornados y la pasión destructora del mar contra las rocas.

¿Qué nos cuenta? La historia de varias generaciones de la familia Scorta, maldita desde su nacimiento, condenada a la pobreza y la deshonra por el patriarca de la estirpe, el bandido Rocco Scorta Mascalzone (ese apellido), cuya única herencia es el orgullo ardiente y la tozudez de un asno viejo para seguir adelante a pesar de la locura.

Homérica, en el sentido más literal del término y más mediterránea que las aceitunas, es de lectura casi obligada para cualquiera que tenga buen gusto literario, aprecie la escritura con estilo, se sienta unido a los clásicos y ame la Italia profunda y sarmentosa.


lunes, 5 de febrero de 2018

EL CLUB DE LOS OPTIMISTAS INCORREGIBLES. Jean-Michel Guenassia


De esos libros que no quieres que se acabe.
Con estas palabras sobraría el resto de la reseña. Pero la novela merece crítica laudable y lectura apasionada sin temor a sus 656 páginas de las que, creo, sobran unas cuantas.
El Club es novela de iniciación, la del joven Michel Marini, lector voraz y caminante, cuyos padres, demasiado preocupados por el éxito profesional y la educación académica, carecen de tiempo y paciencia para escuchar la personalidad que va aflorando, desorientada, en su hijo adolescente.
Es la crónica del exilio que huyó del Telón de Acero para afincarse en un bistró de París donde se brinda a la rusa con vino francés por la libertad y se exalta la Vida como único bálsamo capaz de acallar el dolor de la existencia que quedó atrás.
Es el diario de una adopción, la de estos huérfanos de patria hacia Michel, huérfano de hogar, mientras, avanzando peón y defendiendo reina, se desvelan sus conmovedoras historias entre el humo de un Gitanes.
 Como telón de fondo, el anticolonialismo surgente ante la guerra de Argelia, las huidas desesperadas por las purgas stalinistas, el repudio de los comunistas occidentales a los fugados de los paraísos obreros, el racismo hacia los “pied-noirs” argelinos que se refugian en Francia; o las semillas del Mayo del 68 que plantan con tinta Sartre y Joseph Kessel en el reservado del bistró.
 Y París, siempre París. El París de barrio burgués acogedor de inmigrantes donde todo el mundo se conoce; el de la Sorbona, inquieto, descontento y contestatario; el de los cafés de St. Germain donde se hablaba de cambiar el mundo…
He disfrutado muchísimo con esta novela escrita con gran sensibilidad y empatizado con unos personajes dibujados desde los sentimientos y las emociones, incluso con los más incómodos. Mérito del autor, así como el nostálgico (y muy querido también para mi) escenario del Montparnasse de principios de los 60 donde vivió Guenassia.
De todo ese volumen de páginas que no pesan destacaría los rápidos y elocuentes diálogos que muestran el contraste entre la esencia francesa y el carácter eslavo. Y ese “liceo” alternativo del bistró Balto donde Michel aprende la vida de manos de “maestros” expertos en golpes, supervivencia y perdón.
La recomiendo vivamente para los amantes de París,  para los curiosos de la historia reciente francesa, para los que han sentido alguna vez el exilio aunque fuera en su propia casa, para los que aún recuerdan lo que suponía tener 12 años y que la vida te diera todos los días un vuelco.

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