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viernes, 22 de noviembre de 2019

LOS HUNDIDOS Y LOS SALVADOS. Primo Levi


Levi vivió entre 1919 y 1987. Nació y murió en Turín. Entró y salió del infierno, como Gilgamesh, Orfeo, Teseo, Hércules, Odiseo, Eneas, Jesús. Permaneció allí más tiempo que ellos. Y fue verdad. No se hizo la pregunta de Segismundo, Levi sabía que su esclavitud se debía al delito de haber nacido… judío.

 Escribió tres libros sobre su experiencia en un campo de exterminio nazi. “Si esto es un hombre” cuenta su captura en diciembre del 43 y la subsiguiente estancia en Auschwitz  hasta principios de 1943. En “La tregua” narra el increíble, rocambolesco, absurdo y doloroso viaje de regreso a casa. Comento aquí el tercero, “Los hundidos y los salvados”.

 Los dos primeros son libros de hechos, cuentan lo que pasa, este tercero reflexiona sobre ellos. Combate la afirmación de un SS, que gracias a hombres como Levi ha resultado falsa. Quien se engaña hoy sobre el Holocausto en concreto y los totalitarismos en general, es porque quiere eludir sucesos, testimonios y razonamientos disponibles. Lo que dijo el soldado miembro de las SS, Schutzstaffel, “escuadras de protección” (Ah, el lenguaje del mal) al judío fue: “ De cualquier manera que termine esta guerra, la guerra contra vosotros la hemos ganado; ninguno de vosotros quedará para contarlo, pero incluso si alguno logra escapar el mundo no lo creería. Tal vez haya sospechas, discusiones, investigaciones de los historiadores, pero no podrá haber ninguna certidumbre, porque con vosotros serán destruidas las pruebas”.

 La profundidad, complejidad, honradez del libro queda de manifiesto en el segundo capítulo: La zona gris. Nos habla de los presos que, para sobrevivir, son cómplices de los nazis, tan crueles como ellos. Los que llevaban físicamente a las víctimas a la cámara de gas eran judíos también; a su vez, tras dos meses de ejercer su labor, serían gaseados y relevados por otros de condición similar.

 No leemos con alivio sobre la felicidad de la liberación, porque no es tal. Los liberados, almas desnudas sobre los huesos, deben lidiar con sentimientos de abatimiento, vacío tras el horror; la vergüenza del superviviente.
 La violencia inútil, gratuita, tenía un fin; el sadismo era un plan, no un impulso. Deshumanizar al preso. Si este se trataba como basura inane y no era percibido como hombre, era más fácil matarlo industrialmente.

 ¿Por qué los presos se rebelaron pocas veces, intentaron poco la evasión? También encontramos repuesta a esta cuestión.
 La parte final del libro la dedica Levi a su correspondencia con alemanes. Las justificaciones, disculpas, o no, de estos. La responsabilidad cierta y gravísima de la gente común, con buena opinión de sí misma incluso, en el advenimiento y dominio de los totalitarios.

 270 páginas estremecedoras, reflexivas, imprescindibles. Antídoto contra el veneno de los atajos hacia la utopía que se saltan la democracia, a izquierda y derecha. Leo la primera edición de El Aleph Editores de octubre de 2002. Afortunadamente, es libro fácil de encontrar.

Luis Miguel Sotillo Castro 



miércoles, 20 de noviembre de 2019

LA TREGUA. Primo Levi


Levi contó en “Si esto es un hombre”, 1947, su estancia en Auschwitz, campo de concentración y exterminio nazi en la Polonia violada; desde su captura en diciembre de 1943 hasta enero del 45, cuando los alemanes huyen del campo.

 Si la Odisea es una joya hermosa y fría, cuyos dolores no nos afectan por la lejanía y las dudas sobre la verosimilitud, “La tregua” es una odisea reciente, sangrante y cierta, demostrada y documentada.

 Imagínese el desocupado lector que para viajar de Madrid a Bilbao tira primero para Cádiz y luego hacia La Coruña. Algo así fue el retorno de Levi desde la zona de Cracovia hasta su Italia; viajando por Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Rumanía, Hungría, Checoslovaquia, Austria y Alemania. Buscándose la vida a diario para comer y dormir, viajando en trenes incomprensibles. Pertenecía al grupo de hallados en Auschwitz por los soviéticos. Hombres rotos física y anímicamente, libres ya en teoría, pero privados de todo recurso propio, fueron zarandeados de aquí para allá por la burocracia y desidia de los vencedores estalinistas. Hombres libres como leños sobre las olas.

El libro comienza en enero de 1945, cuando los supervivientes del infierno, ya sin demonios nazis, son vistos por los primeros soldados soviéticos, mudos de vergüenza y estupor ante el espectáculo de esqueletos vivos; termina con la llegada a Turín del protagonista, en octubre. Asistimos a un viaje trágico y cómico. Muertes, abusos, frío, hambre; picaresca, tipos grotescos, situaciones de comedia absurda.

 Termino este comentario con una cita significativa de este libro, sobre la disciplina que imponían los soviéticos a los liberados. Retomaré este dolor histórico y vital cuando hable de la tercera parte de la trilogía: “Los hundidos y los salvados”.
 “…al calabozo, por alguna oscura razón, puede que por atavismo burocrático de un tiempo en que los prisioneros debían ser tres, le correspondían tres raciones alimenticias diarias. Que los detenidos fuesen nueve, o uno, o ninguno, no importaba: las raciones seguían siendo tres. Y el atrevido salió del calabozo, después de diez días de sobrealimentación, gordo como un cerdo y lleno de alegría de vivir.”

 El original se publicó en 1962, meses después de la construcción del muro de Berlín. Leo la primera edición, mayo de 2002, de El Aleph Editores, 348 páginas.

Luis Miguel Sotillo Castro

viernes, 1 de noviembre de 2019

UN AMOR CLANDESTINO. Gilles Rozier


¡Qué manera de desaprovechar una buena idea!

Cuando ocurren estas cosas, sufres más que cuando el libro está mal escrito o el argumento es plano.

Hurgando por biblioteca doy con este título ambientado en la Ocupación francesa (nazi, se sobreentiende). Para mí es un tema siempre atractivo, del que nunca me canso aunque se haya escrito y filmado desde casi todos los ángulos. 

Rozier, el autor, nos ofrece una visión con un nuevo valor añadido para los amantes de los libros: una joven francesa, amante de la literatura y lengua alemanas (una abominación para sus compatriotas) decide salvar en su sótano los libros que posee de autores alemanes proscritos por el Reich, en particular Thomas Mann y Heine, no tanto por resistencia al invasor sino por amor a la lectura. A medida que transcurre la guerra y sus conocimientos de alemán la hacen indispensables para el ejército de ocupación, toma conciencia de su pasividad y decide dar un paso al frente escondiendo a un judío en el sótano (siento adelantar este giro pero es indispensable para el comentario. Además, la editorial en sinopsis da aún más información). Y aquí comienza, desde mi punto de vista, la desorientación de la buena premisa del comienzo, perdiéndose en desvaríos lingüísticos sobre el yiddish, nuevo centro de la novela.

Ello tiene una explicación si se lee solapilla sobre el autor: director de la Casa de la Cultura Yiddish de París. Y claro, barre para casa siguiendo, además, la estela actual de revisionismo sobre el mucho colaboracionismo y la poca pero afamada Resistencia, desde una actitud incisiva y revanchista que hace un flaco favor a la novela.

Para mí, a pesar de no estar mal escrita, ha supuesto no sólo un poco de decepción sino que también me ha dejado un regusto acre por el tono empleado. Menos mal que está bien rematada.
Os dejo a vuestra elección su lectura.
Igual sí os satisface.

Sybilalibros@siyofueralibro

domingo, 29 de septiembre de 2019

REGRESO A BERLÍN. VERNA B. CARLETON


Le tenía enormes ganas a este libro desde que vi la preciosa portada con la que lo edita Errata Naturae. A ello se añadía una ciudad, Berlín, y un argumento, la posguerra alemana y el exilio judío, que me fascinan.

Sin embargo he de confesar que hasta el primer cuarto de libro las expectativas creadas en torno a él se fueron apagando debido a un comienzo un tanto forzado y unos protagonistas distantes que no conseguían atraparme. Menos mal que luego la acción coge impulso y despierta a los personajes de su letargo, dando cuerpo a una lectura emotiva y humana, conectando ya sin fisuras con el lector.

El argumento de esta novela está íntimamente relacionado con la experiencia vital de su autora, alguien que hasta hace poco dormía en el limbo de los escritores olvidados después de haber disfrutado de un éxito considerable pero fugaz tras la inmediata publicación del libro. Verna B. Carleton, que frecuentaba los círculos intelectuales de los exiliados alemanes durante la IIGM, acompañó a su amiga la fotógrafa judía Gisèle Freund en un viaje a la Alemania de 1957, recién terminada la guerra y en plena reconstrucción gracias en su mayor parte al Plan Marshall, como una manera de cerrar la herida del odio a lo que fue su país. De las emociones experimentadas y de las repercusiones vitales que aportó el viaje nació este libro que habla del desgarro interminable que supone el exilio, de la identidad fracturada del ciudadano de adopción y de la acechante culpabilidad de los que se quedaron y sobrevivieron.

El matrimonio inglés compuesto por Eric Devon y su inteligente esposa Nora traba amistad con una periodista norteamericana durante un lamentable crucero por el Caribe. Su afinidad cultural los une frente a otros pasajeros, como un campechano comerciante alemán con ganas de mostrar el optimismo que reina en la Alemania actual contra el que arremete sin motivo aparente el taciturno y amargado Eric. A su vuelta a casa confiesa a su esposa parte de su oscuro pasado: no es inglés sino un judío alemán de familia acomodada que escapó con su madre al Reino Unido justo antes del comienzo de la guerra y no supo nada de la familia que quedó allí, incluido su padre. Nora y la periodista, alter ego de la autora, se confabulan en un arriesgado viaje a Berlín para que Eric se libere por fin de los fantasmas que lo torturan. Y es en este momento donde el libro, junto con Eric, estalla en toda su dureza y emoción.
Durante el recorrido por las devastadas calles de su infancia y juventud vamos descubriendo la verdadera personalidad de Eric, así como que la historia que él había creído/construido acerca de traiciones familiares y el abandono de los suyos no era más que producto de una rencorosa y mimada imaginación. Es conmovedor asistir al momento en el que las ruinas de una plaza donde jugaba de niño enciende con un chispazo el reconocimiento de una identidad largo tiempo negada, cómo el encuentro con los que creía muertos supone la reconciliación consigo mismo y el canal por el que vuelve a fluir el amor por su pueblo y cultura.

El paseo por Berlín no sólo es revelador para el protagonista, también lo es para el lector que se ve inmerso en lo que se llamó el “Milagro Alemán” dada la rápida reconstrucción del país sobre unos cimientos basados en el olvido interesado, en la reconciliación ciega, en la que los mismos nazis que llevaron a Alemania y a Europa a la locura fueron incluidos en la sociedad sin preguntas, donde el antisemitismo pervivía,  creando un clima propicio para los rebrotes del neofascismo, como así ocurrió.

Heridas que nunca cerrarán, odios subterráneos, el perdón, el desarraigo, la pérdida de la identidad cultural, el exilio interior, la culpa de los padres y el rechazo de los hijos. Todos estos temas quedan sobre la mesa del lector una vez cerrado el libro. Por ello lo recomiendo vivamente.

Por último quería destacar la tremenda importancia de los personajes femeninos de la novela, verdaderos artífices de la reconstrucción de Eric y de Alemania: su esposa Nora, su anciana tía, su antiguo amor Kathë, en lo que creo un claro homenaje de la autora a la fuerza creadora de la mujer.

Sybilalibros@siyofueralibro

domingo, 3 de marzo de 2019

MORIR EN PRIMAVERA. Ralph Rothman

"El silencio, el rechazo absoluto a hablar, especialmente sobre los muertos, es un vacío que tarde o temprano la vida termina llenando por su cuenta con la verdad" 

Para sobrevivir al trauma de una guerra hay que encerrar los recuerdos bajo llave. No se olvidan, seguimos oyendo sus voces, sintiendo sus patadas en la puerta, pero no los tenemos sentados a la mesa. Al menos es lo que queremos creer.
Hasta que los hijos no pueden seguir soportando los silencios de los padres y les piden las llaves de cuarto prohibido. Entonces surge una novela.
No sé hasta qué punto es autobiográfica pero por lo que he indagado, tiene bastante de historia familiar.
Alemania, primavera de 1945, dos amigos de apenas 17 años, Walter y Fiete, son movilizados por las SS en esa huida hacia adelante que fue el final de la guerra. La otra solución final a la que los Nazis arrastraron los maltrechos restos de su población.
Enviados al tristemente famoso Frente Oriental, se ven expuestos a una barbarie aún más sinsentido en tanto en cuanto Alemania está en franca retirada, siendo su lucha ya zarpazos de fiera acorralada.


Los sucesos descritos encogen el corazón y el estómago (aunque los que nos criamos leyendo a Sven Hassel estamos curados de espanto), dado que los contemplamos desde los ojos sencillos, inocentes, incrédulos del joven protagonista.
Bellamente escrito (muy sorprendida por la prosa de Rothman), Morir en primavera es más que un libro antibelicista o el canto a la verdadera amistad. Es el llanto por una generación perdida, es la desolación del desarraigo en tu propia casa por haber participado en la guerra, es, en definitiva, otra voz que se alza en Alemania donde los hijos han vivido mucho tiempo con el silencio y el pecado de los padres por la aberración nazi.
Creo que es un libro que hay que leer, por la humanidad que destila, que te atrapa desde el primer momento. Lo único que me ha gustado menos es la ausencia de un remanso de paz en la narración que te permita de vez en cuando sacar la cabeza del fango que estás leyendo.
Recomendación absoluta

Sybila @YoLibro

miércoles, 12 de septiembre de 2018

LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER. Svetlana Alexiévich

No aprendemos de los horrores, repetimos los errores.

Tengo la peor opinión del periodismo moderno; falsario por sectario, profundo como un charco, mal escrito y hablado para más inri. Este es un libro periodístico excelente. La autora deja hablar a mujeres que combatieron por la Unión Soviética en la segunda gran guerra; para los rusos, gran guerra patriótica, de 1941 al 45; antes, Hitler y Stalin eran amiguitos.

Las mujeres en el frente. Sólo a partir de los años ochenta se atreven a hablar con libertad. Fueron heroínas olvidadas. Festejadas por sus compañeros de armas, que reconocían su mérito, al regreso a la vida civil, para muchos eran putas, ya que habían compartido covachas y trincheras con los varones. Esta contradicción no es el mayor dolor del libro.
Desfile de pavores, hazañas, hedores, grandezas humanas, violaciones, amores, olor a carne humana quemada. Todo desde la sensibilidad femenina herida.
Voces de mujeres soldado, desde francotiradoras a enfermeras, con nombre y apellidos. Trabajo de muchos años entrevistando a las protagonistas, el libro se fecha en 2013; leo la edición en Debolsillo de marzo de 2017, sólo 9,95 euros.
 Este comentario desesperanzado se debe a Luis Miguel Sotillo Castro, segundo de a bordo, semper fidelis.

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