Que la primera novela de Edna O´Brien fuera un escándalo
y conmoviera los cimientos de la tradicional y católica Irlanda nada más
publicarse no tiene nada de extraño, habida cuenta de que lo que narra poco
tiene que ver con la bucólica Eire de
bardos, leyendas, sano humor y camaradería. O al menos, no en el modo del
tópico al que estamos habituados.
Chicas de campo es el relato de dos vidas entrelazadas: la de
la ingenua y tímida Caithleen, procedente de una familia campesina muy venida a
menos, cuyo desamparo la empuja hacia la compañía de la tan insoportable como resuelta Baba,
perteneciente a una desequilibrada familia burguesa adinerada en desvaríos. Su
historia parece abocada a una más de las existencias anodinas que se apagan en
el mísero y cada vez más despoblado mundo rural de la Irlanda de posguerra.
Sin embargo, un hecho va a sacudir la urgente
necesidad de independencia de las jóvenes que se materializará en el Eldorado
de Dublín, donde pensiones de extraños trashumantes, amores a cambio de
diversión o un par de medias, fracasos y decepciones traerán la añoranza de la
inocencia perdida, aquella de los días de colegio, contacto con la naturaleza,
diversiones rústicas, de internados claustrofóbicos, del encuentro con el
primer amor.
Chicas de campo es novela de iniciación, en ocasiones a
trompicones y alocada como Baba, en otras, balbuciente e insegura como Cait,
donde el paso de la infancia a la madurez se hace de manera brusca y traumática
con el único bálsamo de un amor clandestino.
Es novela de concienciación, la de la situación de las
mujeres irlandesas sometidas a sus maridos y a los dictados de la Iglesia
Católica, que las encerraban en el único papel de madres y esposas; de
reivindicación de la Mujer, de las que quisieron escapar
a este destino abrazando el consuelo de la infidelidad, o huyendo hacia la
capital, Tierra de Promisión, donde se había instalado el s. XX y los valores
tradicionales quedaban diluidos en el aire contaminado del progreso; las más,
soportando su infelicidad por cuestión de Fe.
Pero
sobre todo es novela de ganas de vivir, de rebeldía, de intimidad de
sentimientos y de sexo desinhibido, algo que, en la ultracatólica Irlanda, le
valió a la autora la proscripción e incluso la quema de libros.
No
olvida, finalmente, O´Brien la tradición celta, que asoma en personajes
peculiares, ocurrentes, mezquinos y vividores retratados admirablemente; en tonadas tradicionales, en
internados conventuales de estrictas monjas, en ese alcoholismo endémico, azote
de la isla y sus mujeres así como en la inevitable emigración.
Un estilo limpio en la narración, ágil en el diálogo e
íntimo en la descripción completa la excelencia de la historia y hace de este
libro toda una lección magistral en un debut literario, que, no en vano, supuso
el reconocimiento internacional e inmediato para su autora, situándola en el
nivel de Eudora Welty o Flannery O’Connor, expertas también en el universo
femenino del profundo Sur, de quienes se reconoce deudora Edna O´Brien.
Para los que nos hemos quedado con ganas de más de esta
inteligente autora, Errata Naturae promete la progresiva publicación del resto
de sus obras en español.
Sybilalibros