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viernes, 4 de diciembre de 2020

COMO POLVO EN EL VIENTO. Leonardo Padura

 

Leonardo Padura nació en La Habana en 1955. Vive allí. Es autor de nueve novelas policiacas breves, protagonizadas por el policía habanero Mario Conde. También de “El hombre que amaba a los perros”, sobre Trotsky y su asesino, Ramón Mercader; novela extensa y meritoria, como esta “Polvo en el viento”.

  El amor es incierto y doliente, la amistad segura y consoladora. Así piensa Padura, viendo los clanes de amigos en sus novelas con el policía Mario Conde y en esta.

El título se refiere a la canción de Kansas “Dust in the wind”, melancólica y vidente. El libro trata de la amistad entre los habaneros Darío y Clara, Irving y Joel, Bernardo y Elisa, Fabio y Liuba, Horacio y Guesty, Walter; treintañeros en 1990. La acción corre hasta 2016, va y viene con saltos en el tiempo bien trabajados, no provocan confusión ni rompen el ritmo narrativo.

  La Habana, Miami, Madrid, Barcelona, Florencia, Puerto Rico, el fin del mundo cerca de Seattle son los escenarios para los personajes del drama cubano, que no pueden parar quietos a la vez que están presos. Ni permanecer en la isla prisión ni escapar de ella, nada garantiza la felicidad.

 Es curioso ver a qué comportamientos lleva el desarraigo. Un cubano en Barcelona que se hace independentista catalán, buscando calor de pertenencia grupal; otro en Madrid que se cita cada domingo con el Ángel caído del Retiro; una que se acoge a sagrado en una montaña de Washington. Partimos de viaje buscando amarras y norays antes o después.

 Padura se niega a hacer un alegato contra la tiranía cubana, aunque la  mera descripción de la sociedad es suficiente para ver el fracaso del régimen. 1989 marca el inicio de los peores tiempos, al perder el sistema el apoyo soviético. La mala dirección de los asuntos públicos parece obedecer a la fatalidad, más que a los errores e insuficiencias de la cúpula fidelista.

  Conocemos también a Ramsés, Marcos, salidos de la isla pronto, Adela, gestada en Cuba y nacida en Estados Unidos, de la generación siguiente; más desengañados, menos politizados que sus mayores, sin los problemas de estos con el alcohol, la homosexualidad humillada, la escasez de casi todo.

¿Qué más? Mucho, por eso recomiendo esta novela. Padura emplea 650 páginas para que cada uno de tantos personajes tenga entidad propia, interés. Lo consigue. Quien no padezca el rechazo a los libros extensos disfrutará. Vale la pena.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

 

 

 

viernes, 3 de abril de 2020

LA COLA DE LA SERPIENTE. LEONARDO PADURA

Cuenta Padura en la nota final que este libro nace de un trabajo sobre la comunidad china en Cuba (¿quién lo iba a decir? ¡Chinos en Cuba!) cuando trabajaba como periodista en un diario de su patria, dando lugar incluso a un documental televisivo. Le fascinaron tanto las tradiciones chinas en un lugar tan alejado física y culturalmente del imperio asiático, le conmovió tanto el sentimiento de desarraigo de esta comunidad que decidió escribir un relato de Mario Conde con el material recogido, aunque fuera de la serie propiamente dicha del policía. Más tarde, cuando el éxito de la serie estaba más que asentado (y nos tenía ganados a todos sus lectores) la editorial le propuso reelaborar el relato para incluirlo en la serie.
Así surgió esta novelita corta, sin grandes pretensiones, con un caso policíaco de poca monta. Pero lo que le falta de enjundia argumental lo suple con gracia y picardía. He llorado de risa leyendo a los chinos hablar cubano tal y como los transcribe Padura, con la manera políticamente incorrecta (¡Gracias a Dios!) en la que el Conde, en su naturalidad cubana se relaciona con ellos y he aprendido un montón de cosas curiosas sobre San Fan Con y la santería de la Isla (bendito sincretismo).
Si estáis con el ánimo decaído, sin ganas de leer como yo, os recomiendo este libro (y cualquiera de la serie del Conde).
180 paginitas que se pasan en un santiamén y consiguen evadirnos de la pesadilla apocalíptica que estamos viviendo.
Sybilalibros

martes, 24 de septiembre de 2019

ADIÓS, HEMINGWAY. Leonardo Padura


He bebido daiquiris en el Floridita, esquivando cubanos que venden puros en la puerta, con pesadez educada. He tomado ron clandestino a dólar el frasco, en el malecón donde anochece repentinamente, con un cubano veterano de Angola. Prefiero esto último. Leer a Padura es volver a Cuba.

Quinta novela con Mario Conde como protagonista. Ya no es policía en La Habana, pero a petición de un ex compañero investiga un nuevo caso, extraoficialmente. Ha aparecido un cadáver, lleva cuarenta años enterrado, en la finca que fue de Hemingway. Las implicaciones y consecuencias pueden ser tremendas, ¿es posible que Ernesto Hemingway, apodado papa, fuese un asesino?
 El autor comenta en la introducción su relación de amor odio con el autor de El viejo y el mar. Utiliza la novela para indagar en la vida y obra del estadounidense, también en el oficio de escribir; sin convertirla por ello en un ensayo que pudiera aburrirnos, con presuntas densidades o profundidades.  La trama es interesante; con los rasgos de humor y amor, los personajes habituales, incluida la ciudad herida, su mar como un muro. La Habana de Hemingway en 1958 influyendo en la de Conde a finales del siglo XX; este registrando lo que Ernesto tuvo y fue cuarenta años atrás.

 Recomiendo todas las novelas de la serie que he leído, bien editadas, baratas, por Tusquets. Son, por orden de aparición: Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño y esta que comento.

Luis Miguel Sotillo Castro

viernes, 19 de julio de 2019

PAISAJE DE OTOÑO. Leonardo Padura

Cuarta novela con el teniente de policía habanero Mario Conde. Es
otoño en el Caribe. No se espera la caída mansa de la hoja, viene
un huracán para arrancarla violentamente. Están en el aire,
literalmente, las viviendas, los árboles, el presente, las ilusiones,
todo.

Conde, a unos días de cumplir 36 años, deberá salir de su inacción
autocompasiva para investigar un nuevo asesinato, aunque tiene
decidido abandonar la policía. Ser un investigador honrado y eficaz,
tras una purga en su departamento es obligación y salvación
personal. Dolorido por lo que fue, lo que es, desesperanzado con el
porvenir –lo único seguro es el próximo viento destructor- , quedan
los amigos y el trabajo.

Tras la revolución castrista de 1959, buena parte de la burguesía
cubana huyó de la isla o, quedándose, perdió sus posesiones. Sus
bienes fueron estatalizados, en beneficio del pueblo, se supone. En
esta entrega el Conde investiga el tráfico de bienes expropiados, el
súbito enriquecimiento de algunos revolucionarios bien situados en
la construcción del socialismo. Como siempre, Padura no ataca
directamente el régimen revolucionario hereditario de su país. No
hace falta, basta con describir la realidad cotidiana para sentir su
fracaso.
La Habana se siente vieja, está herida, pero es hermosa y quiere
vivir. Lo mismo puede decirse de los personajes de la novela, con
los que bebemos ron, valorando la lealtad y la amistad, mientras lo
mismo escuchamos a los Credence que a Formula V, porque la vida
es un disparate contradictorio del que, a veces, gozamos.

260 páginas editadas modesta y correctamente por Tusquets. Leo
la octava edición de julio de 2018; la acción de la novela transcurre
en 1989, fue escrita en 1998.

Luis Miguel Sotillo Castro

lunes, 6 de mayo de 2019

MÁSCARAS. Leonardo Padura

Policial, el tercero tras "Pasado perfecto” y “Vientos de Cuaresma”, con el detective Mario Conde; habanero de 1955, como el autor. Es un policía típico del género: bebedor, con problemas amorosos, tiene relaciones tensas con la superioridad, comprende y se deprime con el mundo que lo rodea, compadece a algunos delincuentes siendo implacable con otros, básicamente honrado. ¿Dónde está la originalidad que hace atractivo al libro? En el lenguaje y el entorno. El español de Cuba es muy rico, refrescante para el lector peninsular. La acción transcurre en La Habana del 89, el año del derrumbe soviético.
No leemos discursos contra el régimen, pero vemos cómo es. Una Habana hermosa en descomposición moral y arquitectónica, los privilegios de los buenos servidores del partido único, la busca generalizada para ganar el sustento, la vida culpable, oculta y denigrada de los homosexuales. Cómo se las apañan los defensores, o al menos disculpadores españoles del castrismo, para a la vez declararse defensores de los gays es algo para comentar en otro sitio, pero que llama la atención al leer esta novela.

Para mí, que estuve en La Habana, es un aliciente añadido conocer algo del callejero citado. El Malecón, las calles que desembocan en él como ríos lentos y sofocantes, el cementerio de Colón, etc.
Novela corta, 233 páginas, amena, recomendable. Edita bien y barato Tusquets. Escrita en 1995, leo la 9ª edición de febrero de 2017.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

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