Fernández Flórez nació en La Coruña, en 1885,
murió en Madrid en 1964. Un libro suyo le salvó la vida en 1937. En él elogiaba
a Holanda, país cuya embajada, que conocía
el escrito, presionó al gobierno del
Frente Popular para que dejase salir de España al escritor, retenido en
Valencia.
A su vuelta a España, declaró a favor del
ministro de Gobernación republicano socialista, Julián Zugazagoitia, sometido a
un Consejo Sumarísimo. No sirvió su testimonio, fue fusilado el político en 1940.
Fácil es comprender, con sus vivencias, que
sea un pesimista, pero, sobre ello, es un gran humorista, compasivo.
Principalmente, un gran escritor. Tiene menos fama de la merecida por su
actitud política anti marxista, conforme con el franquismo. Gracias a algunas
películas no está totalmente olvidado: “Volvoreta”, “El malvado Carabel” y “El
bosque animado” han sido llevadas al cine. Recomiendo también “Las gafas del
diablo”, “El hombre que compró un automóvil” y “El toro, el torero y el gato”.
Humorismo fino, absurdo en el buen sentido, escritura para disfrutar.
Escribe
“Las siete columnas” en 1926. Estas columnas son los siete pecados capitales.
Mejor la primera parte que la segunda, donde razona en serio para que todo
cuadre. Impagable la relación entre el Diablo y el anacoreta. Títulos de
capítulos como “En el que, a pesar de ocurrir muchos graves sucesos, el
personaje más interesante es un gusano”, o “De cómo Oliván rechazó un trono y
se conformó con un empleo”, dan idea de lo que nos traemos entre manos.
Es el libro más flojo del autor pero incluso así
merece una lectura sonriente. Leo la quinta edición en Renacimiento. No
trae fecha, pero el copyright es de 1928 y la editorial quebró en 1931.
(No pongo la foto de la portada porque esta
tiene colores similares a aquellos papeles pintados que se ponían en las
paredes hogareñas, sin ninguna letra ni palabra en ella.)