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miércoles, 24 de marzo de 2021

SIN RESPIRO. WILLIAM BOYD

Me chiflan las novelas de espías. Tengo a Graham Greene en un altarcito en mi biblioteca, que para eso era católico sospechoso como sus protagonistas. A Le Carré le perdono sus plagios descarados del maestro por los buenos momentos que me ha hecho pasar con Smiley; crecí intercambiando con los amigos novelas de Frederick Forsyth y las de Ludlum y Kerr me duran un suspiro. Hace poco descubrí a Adler y ahora me estreno con William Boyd.

La primera palabra que viene a la cabeza cuando se lee este libro es “clásico”. Pero no porque sea un “clásico”, sino porque su factura es clásica, directa, casi académica, algo que choca perteneciendo su autor a esa generación dorada británica de atletas de la palabra como Amis o Barnes. Que no espere el lector una narración plena de sobresaltos, de complicados giros argumentales o acción desenfrenada. De hecho, hay que darle cuartelillo porque tarda en arrancar y avanza a pasitos cortos pero inexorables que no hay que perder de vista, como los pálpitos que siente la escamada protagonista.

Ruth, profesora de inglés para extranjeros en Oxford, madre estresada de un niño curioso y amante ocasional de algún alumno, mantiene una contradictoria relación con su independiente madre. Durante la ya famosa y literaria ola de calor del verano del 76, en la que parece que las altas temperaturas fueron levadura propicia para desvelar secretos familiares (véase también la estupenda novela de Maggie O’Farrell), la descentrada protagonista asiste atónita a las confesiones de la madre sobre su verdadera identidad: tras Sally Gilmartin, la activa ancianita británica obsesionada por el jardín, “comme il faut”, se esconde Eva Delectroskaya, una espía rusa reclutada por el MI6 en 1939 para pasar información falsa a los norteamericanos sobre los derroteros de la II GM mediante un complicado sistema de noticias ficticias con el objeto de levar sus dudas e implicarlos de una vez por todas en el conflicto bélico en un momento en el que Inglaterra veía a los alemanes como los romanos a Aníbal, ad portas. Dicho así, puede parecer un argumento rocambolesco, pero fue real, tal y como demuestra documentadamente el autor en el relato.

A partir de este punto, la acción se desata. Eva viene notando que alguien la vigila. Sabe que dejó cabos sueltos en la lejana operación y que ha llegado el momento de ajustar cuentas. Ruth tendrá que ejercer de espía.

Construida la mayor parte sobre una estructura paralela, con capítulos alternativos que nos cuentan las vidas de madre e hija en el pasado y el presente, la delirante confesión unifica la narración para conducirnos a un desenlace con pocas sorpresas para mí (una está ya muy picardeada) pero perfectamente ensamblado.

Muy bien escrita, con unos personajes cercanos y bien delineados, entre los que destaco a Lucas Romer, el elegante instructor de espías, paciente, emotivamente distante, que proporciona uno de los mejores momentos durante el período de instrucción de Eva como agente.

Novela entretenida a la que hay que acercarse con el espíritu relajado y no pedir celeridad, más bien disfrutar de una composición fina y precisa. Me ha gustado el estilo de Boyd, así que volveré a él para ver si me convence del todo con otro libro.

Sybilalibros

martes, 9 de marzo de 2021

EPITAFIO PARA UN ESPÍA. Eric Ambler

 De esos libros olvidados, pasados de moda, que te saltan y asaltan cuando estás bicheando en el catálogo de la biblioteca y que comienza así:

“Llegué a St. Gatien procedente de Niza el martes 14 de agosto. Me detuvieron a las 11.45 del jueves 16 un agente de policía y un inspector de paisano, quienes me llevaron a la comisaría.”

¿Y a qué desgraciado turista le pasa eso? A Joseph Vadessy, un amargado profesor de idiomas en París, de procedencia austrohúngara, es decir, apátrida, de viaje por la costa mediterránea francesa justo en vísperas de la II GM. Aficionado a la fotografía, al revelar uno de sus carretes aparecen imágenes de fortificaciones en el puerto de Tolón que él no ha tomado, lo que hace saltar las alarmas del revelador y de las autoridades. Arrestado como sospechoso de espionaje, consigue del inspector tres días de gracia para demostrar su inocencia. Para ello tendrá que investigar con el mayor tacto posible a los otros huéspedes del pequeño hotel donde se aloja, pues entre ellos está el verdadero espía, lo que revelará las complicadas relaciones humanas y las tensiones nacionalistas que barruntaban los odios de la inmediata guerra.


Para los espectadores de múltiples series de televisión protagonizadas por agentes brillantes e hipermusculados, este argumento puede parecer una tontería. Pero hay que ponerse en la piel del angustiado profesor y viajar en el tiempo, a 1938, cuando se publica esta novela, para asistir al nacimiento de una nueva manera de concebir el espionaje de la mano de Ambler.


Antecedente y también contemporáneo del maestro G. Greene, quien admiraba justamente su buen hacer, Ambler es el iniciador de las novelas de espías como las conocemos hoy en día, modelo que luego desarrolló y canonizó Greene; y también es cultivador de ese hallazgo literario que es hacer un espía a partir de un tipo mediocre que sin comerlo ni beberlo se ve envuelto en conjuras internacionales que por mano maldita dependen de su escaso juicio para resolverse. Una jugada maquiavélica que en este caso tiene como escenario un hotelucho de la Provenza (ay, esos hoteles de preguerra, el juego que han dado en cine y literatura) con un variopinto e internacional grupo de huéspedes, sin olvidar al inspector tocapelotas.


Clásico (en exceso quizás para los gustos de hoy en día) en construcción y desarrollo, enarbola la bandera de la lógica para resolver el embrollo. No hay ni artificios técnicos ni sociedades secretas, sólo un hombre caminando a ciegas. Y esa es su genialidad: el protagonista es tan metepatas como podría serlo cualquiera de nosotros si nos viéramos abocados a una situación parecida. Por eso se gana rápidamente la simpatía del lector.

 

Me gustaría hablar también del estilo literario pero la traducción de Navona es criminal. Estas novelas no merecen ese trato.


Aun así, lo recomiendo con alegría porque lo he disfrutado muchísimo, en particular para todos los que somos aficionados a las novelas de espionaje y a las películas clásicas del género.

Como curiosidad, deciros que muchas de las novelas de Ambler fueron llevadas al cine, como la famosa “Máscara de Dimitrios”, y él también trabajó como guionista en varias adaptaciones. De este libro hay peli con el enorme James Mason haciendo del desgraciado protagonista, que bordaba ese tipo de personajes, aunque me chivan que es lo único bueno de la película casi.  Una pena.


Sybilalibros

sábado, 4 de abril de 2020

NUESTRO HOMBRE EN LA HABANA. Graham Greene.


Para mí, la más divertida, surrealista y disparatada de las novelas del maestro Greene además toda una declaración de principios como se aprecia en boca del protagonista:
“Me importan un bledo los hombres que son leales a la gente que les paga, a las organizaciones…Ni siquiera creo que mi país signifique mucho. Hay muchos países en nuestro cuerpo ¿no? Pero sólo una persona. ¿Sería el mundo un desastre si fuéramos leales al amor y no a los países?”

Ambientada en la Cuba de 1958, a finales de la dictadura de Batista en la que militares, contrabando y espías de toda calaña campan a sus anchas, Mr. Wormold, un pusilánime, mediocre y arruinado vendedor de aspiradoras inglés que necesita un dinero extra para pagar los caprichos de su hija acepta trabajar para el MI6 como espía. Como carece de habilidades para el oficio, finge que los indescifrables planos de una aspiradora corresponden a los de una bomba atómica. Esto desencadenará un continuum de situaciones absurdas que, sin embargo, incardinadas a la peligrosa situación de la isla, acaban poniendo en severo riesgo al protagonista y a su hija. La farsa termina siendo una siniestra realidad.
Esta rocambolesca premisa sería increíble si no fuera por el contexto en el que se desarrolla la novela. No lo olvidemos: plena Guerra Fría, los soviéticos lanzan el primer Sputnik, pruebas norteamericanas de bombas atómicas en el Pacífico, la guerrilla de Fidel Castro se atreve a secuestrar al automovilista Fangio…Un clima de psicosis colectiva por guerra inminente que desata una alocada carrera nuclear en la que todos los estados quieren llegar el primero a la meta.
Y es lo que aparece reflejado en la novela, aparte de una mordaz crítica a la ineptitud del servicio secreto británico, la Cuba de Batista, la de la corrupción a gran escala, el remolino caribeño que atraía a toda la canalla del planeta donde era bien recibida. Greene había visitado Cuba en varias ocasiones (luego lo haría más veces para sus largas charlas con Fidel) y conocía de primera mano lo que se estaba cociendo.
Humor negro y sarcasmo para denunciar la paranoia de la época, mucho trasiego de alcohol (comme il faut!) y unos personajes irrepetibles: volvemos a encontrarnos aquí con los antihéroes de Greene, esos tipos oscuros y anodinos que en tiempos revueltos se ven impelidos por su propia impericia a tomar grandes decisiones. A su lado, un personaje siniestro extraordinario que brinda al lector una de las escenas más memorables de la literatura con una desquiciada partida de damas cuyas fichas son botellitas de whisky y bourbon: Segura, el capitán de la policía cubana enamorado de la hija de Wormold. Perversión en estado puro.
Muevan ficha y jueguen esta partida porque lo van a pasar muy bien, no van a querer soltar este libro cuya acción no para un segundo, deja sin respiración mientras que las frases de sus protagonistas quedarán en su memoria para siempre.
ADENDA CINÉFILA: Al año siguiente de escribir la novela, Graham Green realizó el guión para la película que dirigió Carol Reed y protagonizaron un impagable Alec Guinnes y una guapísima Maureen O’Hara, y que se rodó en Cuba recién subido al poder Fidel Castro, que se hizo fotos con todo el elenco.
Sybilalibros

viernes, 28 de septiembre de 2018

EL FACTOR HUMANO. Graham Greene

Otra vuelta de tuerca al género de espías de posguerra del maestro absoluto, aunque esta vez desde dentro de la profesión y componiendo una  acerba crítica al Foreign Office, basada en un personaje real al que habría reclutado el mismísimo Graham Greene.

La trama es confusa y cuesta un poco deshilvanar el etílico y (quizás por ello) filosófico hilo de Ariadna que ha tejido Greene en torno a Maurice Castle, un oficinista sumido en el conformismo burocrático, casado con una bella sudafricana de raza negra y atormentado por dudas existenciales. Castle ha de afrontar junto a su alcohólico compañero Davis una excéntrica investigación en su recóndito y aparentemente insustancial departamento de asuntos africanos debida a sucesivas filtraciones de secretos de poca monta.  Esto desencadenará una intrincada caza del posible agente doble en la que participa uno de los personajes más abyectos y repugnantes que ha descrito Greene, el doctor Perceval.

El momento político (y aquí doy alguna pista para entender la novela, desarrollada casi en tu totalidad entre la plomiza Londres y la campiña británica sombreada de gris por el autor) es 1978. La independencia de la República Sudafricana de Gran Bretaña es relativamente reciente. La Guerra Fría se ha entibiado un poco pero persiste en otros escenarios, solapada bajo reivindicaciones sociales tales como el bochornoso Apartheid sudafricano, cuya causa reivindica como suya el comunismo soviético.

Al contrario que en sus otros relatos de espías, Greene plantea aquí una intriga claustrofóbica de corte psicológico en la que muestra la deshumanización, incluso banalización del oficio. Mucho más pesimista que el resto de su producción, el escaso humor que hay es tan negro que los personajes lo ahogan en cantidades ingentes de whisky ¡¡¡Lo que se bebe en esta novela!!!

Entiendo que así contado puede desanimar al posible lector, pero  no se arredren. Es tal la maestría en el manejo de los personajes y sus relaciones y la escritura tan ágil, ingeniosa e inteligente en esos diálogos que derrochan humanidad que su lectura, como todo Greene, es un placer.
En realidad, es una novela de Amor, ese tirano capaz de exigir los sacrificios más impensables y convertir al más honesto de los hombres en un traidor.

ADENDA: Existe película de O. Preminger  pero a mi entender bastante flojilla.





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