Pues una entretenida fábula con trasfondo de denuncia maoísta que se lee de
un tirón gracias a la ternura de sus protagonistas.
La novela cuenta la historia de dos adolescentes chinos, hijos de padres proscritos por el régimen comunista chino, que son enviados a una aldea tibetana de bárbaras costumbres dentro de los famosos programas de re-educación comunistas. Allí, lo único que les alivia del trabajo extenuante y del trato inhumano es su habilidad para contar a los lugareños las películas que se proyectan en el pueblo principal pero que no llegan a ese lugar inhóspito. Pues, por orden del alcalde, nuestros protagonistas viajan cada semana con la misión de ver infames películas chinas que luego convierten en historias emocionantes para sus carceleros. En el camino entre pueblos se encontrarán con personajes curiosos y hallarán el amor en la dulce hija del sastre.
Para rizar la historia, tropezarán en el centro de internamiento con una
misteriosa maleta repleta de libros franceses prohibidos propiedad de Cuatrojos,
otro represaliado, que leerán a escondidas a cambio de ciertos favores.
Novelita de gran
repercusión mundial a pesar de que estilísticamente es bastante
plana y ñoña, se hace atractiva gracias las referencias literarias a Balzac y
otros autores franceses en el papel de educadores al margen de la uniformidad
doctrinaria maoísta o a la recreación de relatos orales procedentes de la
milenaria tradición china. Pero, sobre todo, te engancha el despertar a la vida
del trío protagonista en un tono tan delicado y bucólico que contrasta
violentamente con las atrocidades del campo de reeducación.
Lectura amable, rápida, para una tarde lluviosa o una noche de insomnio,
que ha conocido versión cinematográfica de la que no puedo dar cuenta porque no
he tenido oportunidad de verla.
Sybila @YoLibro