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viernes, 27 de mayo de 2022

LAS BUENAS INTENCIONES. Amity Gaige

De esas veces que sacas un libro de la biblioteca sólo porque la temática te parece interesante y actual y luego resulta una pequeña obra maestra en la construcción de personajes y manejo de subtramas. Y por si fuera poco, incita de manera natural y espontánea a un debate ameno, porque a pesar de la gravedad de la situación que narra, lo hace con tal soltura que te ríes en la tragedia y caes rendida ante ese desastre humano que es Eric Kennedy.


“Las buenas intenciones” se presenta en forma de carta justificativa que el protagonista, Eric, escribe desde un centro de detenciones para su esposa Laura, con la que se encuentra en plena batalla por la custodia de su hija Meadow de 6 años. La causa, haberse llevado a la pequeña de viaje sin pedir permiso a la madre. ¿Un error? No desde el punto de vista de Eric, que con esa excursión pretende demostrar que es buen padre y que ama a su hija. Incongruente, sí, pero hay que escuchar a Eric.


En la carta-novela no sólo relata las etapas de su aventura, los momentos únicos y divertidos que comparten padre e hija, los tropiezos y las ocasiones de angustia que estrechan los vínculos entre ambos, como si de una “road movie” se tratara, sino que también sale a la luz la verdadera historia de Eric, alguien con un inquietante problema de identidad que justificaría su comportamiento errático. Al final, asistimos entre saltos de tiempo y capas de argumentos a un espectáculo brillantemente construido de mentiras dentro de mentiras que paradójicamente encierran una verdad: el miedo a perder lo que se ama.


A pesar de algunos hechos poco creíbles, la novela se lee con gusto y del tirón, gracias a la prosa sencilla y ágil de la autora y a la ternura que confiere a sus personajes de forma que desde el principio estás del lado del ingenuo, desventurado, estrafalario Eric a pesar del delito que comete.


La verdad es que lo he disfrutado tanto, me ha parecido tan original, divertido y trágico a la vez, y tan entrañable que recomiendo su lectura, ideal para el verano.

Añadir que la autora se inspiró en un suceso real para escribir el relato.


Sybilalibros




miércoles, 25 de mayo de 2022

LA CHICA DE OJOS VERDES. Edna O'Brien

Continuación de Las chicas de campo, del que ya hice reseña, consigue no bajar el listón de la primera historia que nos dio a conocer a esas chicas irlandesas, Baba y Caithleen, que se asfixiaban en el mundo rural pero que finalmente conseguían su objetivo de ser independientes y huir a Dublín. Este libro trata de sus aventuras en la gran ciudad, sus primeros empleos, la estrafalaria pensión en la que viven, pero sobre todo, del amor fou que vive Kate con un extravagante director de cine. La lucha interior de la joven e inexperta protagonista entre si entregarse o no al amado sin pasar por vicaría domina gran parte del libro. 

Vuelve Edna O'Brien a poner su magnífica prosa al servicio de la denuncia del opresor catolicismo irlandés, de unos valores rurales caducos, de la batalla de la mujer irlandesa de posguerra por ser dueña de su cuerpo y su destino. 
Siempre es un placer leer a esta autora que maneja los sentimientos y la palabra como sólo los autores de la verde Erín saben hacer. Muy recomendable


Sybilalibros

lunes, 16 de mayo de 2022

SUITE FRANCESA. Irène Némirovsky

Sé que con esta opinión me voy a granjear enemistades enconadas, pero no puedo traicionarme.

Este es el segundo libro que leo de la autora, en un  sincero deseo de hallarle todas las virtudes que ensalzan mis amigos de las redes sociales, pero que no encontré por ningún lado en el primer tropezón que tuve con ella, “Jezabel''. 

Esfuerzo, no diré infructuoso, pero sí claramente revelador de que la señora Némirovsky y esta que suscribe no van a volver encontrarse en una librería.

Me acerco a “Suite Francesa”, aclamada por sus fieles como  trágica y conmovedora opus magna, con el alma libre de prejuicios pero vuelve a sucederme lo mismo: no me identifico con sus personajes, no me conmueven sus historias salvo la congoja continua que produce la narración de la ocupación alemana en el mismo momento y lugar en el que está ocurriendo y, sí, una vez más, me fascina su ágil y fluida escritura, su elegante prosa con reminiscencias de Stefan Zweig.

“Chapeau” el manejo de los tempos y descripciones durante las dos fases en las que estructura la narración: el desquiciado embrollo de acciones y personajes del primer momento, el de los nazis profanando París, en  oposición a la tranquilidad reinventada y rabias contenidas de la ocupación, que deviene tan cotidiana como una nueva hornada de pan. 

Le fluye natural la escritura a Némirovsky, pero a mi entender, le fallan los personajes: su tan alabada crítica a la hipócrita burguesía francesa se queda en tópicos y sentimientos tan manidos sobre beatonas insolidarias, esnobs apegados al bon vivant o mezquindades provincianas que más bien parece en algunos momentos comedia de costumbres antes que colapso de Francia, en particular en la segunda parte de la novela.

Finalmente, creo que gran parte del entusiasmo que despierta su obra proviene de la dramática biografía de la autora, que terminó desgraciadamente sus días en Auschwitz.

Aun así, animo a leer Suite Francesa, por cómo cuenta la invasión nazi al corazón de Europa, algo que vivió en primera persona. 

La edición de Salamandra aporta además unos suculentos apéndices, notas manuscritas de la autora donde va pergeñando su proyecto de novela. Muy interesante.

Sybilalibros


jueves, 12 de mayo de 2022

EL TURISTA ACCIDENTAL. Anne Tyler

Nunca una novela triste dio lugar a tanta sonrisa.

Conmovedora, estimulante, divertida, emotiva y muy bien escrita, Anne Tyler da en la diana del lector con un argumento tan humano como los   inolvidables protagonistas que lo encarnan.


Macon es un aburrido escritor de guías de viaje para gente que se desplaza por trabajo que, paradójicamente, odia viajar y salir de su rutina exasperante. La pérdida brutal de su hijo de 12 años por disparo, la consiguiente depresión en la que se ahoga su esposa Sarah y la inexplicable actitud de Macon ante la muerte hacen que ella lo abandone. Incapaz de reaccionar ante el vuelco de los acontecimientos, se instala en una inercia sin preguntas hasta que su perro Edward decide tomar la iniciativa portándose mal, lo que le conduce a Muriel, una adiestradora de perros que es la personificación de la improvisación, el optimismo y el caos. El choque de trenes está servido, a cámara lenta, no sin resistencia, pero magnífico en su parsimonia. 


Agridulce,“El turista accidental” es, por encima de todo, una novela de personajes extraordinaria: incómodos, auténticos, con una actitud ante la vida frustrante pero real, cada personaje está perfilado al milímetro para que el drama funcione como una comedia. Sus diálogos, rápidos y desbordantes, muestran las emociones más complejas en un lenguaje tan sencillo y a la vez tan trabajado que penetra en el lector como un torrente que agita todos nuestros sentidos, dejando la ambientación en un segundo plano para no distraer la atención de lo que se representa en escena: cómo una resistencia obcecada a los cambios puede afectar a nuestra vida y la de los que nos rodean. 


Tyler dosifica los conflictos, juega con el contraste de caracteres sin abusar, aprovecha las diferencias sociales sin hacer juicios de valor y sobre todo, da tiempo al flemático, renuente, obsesivo Macon, un regalo de personaje para los anales de la literatura que la autora mima casi tanto como al perro Edward.


Para los que  tuvieron la suerte de ver la maravillosa adaptación al cine realizada por Lawrence Kasdan en los 80 con un reparto de campanillas (William Hurt, Geena Davis, Kathleen Turner) les recomiendo con pasión el libro, porque la diversión estará cargada de matices que no aparecían en la pantalla; y para las nuevas generaciones, ambos, porque van a encontrarse con una historia desgarradora y no podrán evitar la sonrisa mientras la leen.


Sybilalibros

 


 


domingo, 20 de febrero de 2022

EL SUR. BENE. Adelaida García Morales

 “Mañana, en cuanto amanezca, iré a visitar tu tumba, papá. Me han dicho que la hierba crece salvaje entre sus grietas y que jamás lucen flores frescas sobre ella. Nadie te visita. Mamá se marchó a su tierra y tú no tenías amigos. Decían que eras tan raro… Pero a mí nunca me extrañó. Pensaba entonces que tú eras un mago y que los magos eran siempre grandes solitarios. Quizás por eso elegiste aquella casa, a dos kilómetros de la ciudad, perdida en el campo, sin vecino alguno” 


Así de doloroso da comienzo este relato que dio lugar a una de las películas más bonitas del cine español, El Sur, de Víctor Erice. 


Una, por mucho que se alimente de libros y películas, siempre será una bárbara ignorante. Desconocía esta deuda literaria y cuando a la vejez viruelas viene a mí, la busco para apagar mi ardiente sed dudas y poesía. La biblioteca acude en  mi ayuda. Abro el libro entre la reverencia y la agitación, recorro ávida las líneas y me emborracho con la prosa de García Morales. Sin embargo, poco a poco el cuento va aflojando su abrazo, el interés languidece y termina por dejarme hambrienta de unas emociones que sí proporcionó la cámara. ¡Qué frustración!


No es que G. Morales escriba mal; no es que la historia, aunque conocida, no sea sugestiva; no sé qué ha sido, pero no me ha conmovido lo que yo esperaba. Quizá mis expectativas eran demasiado altas y las ha desinflado una serie de lugares comunes que puede que para un lector no andaluz no existan, pero para una sevillana son demasiado familiares.


Reconozco el don de la autora para escribir los silencios, para darle voz a la ausencia, para inyectar de soledad el sol ardiente de Sevilla, para desgarrar el corazón inocente de una niña, para jugar al escondite con el misterio, en fin, para retratar una presencia tan ominosa como esquiva en ese padre en fuga como el agua que busca con la vara de zahorí. Y aún así, me quedé en un erial de sentimientos.


Recuerdo el argumento para las nuevas generaciones o los poco aficionados al cine patrio: ante el suicidio de su padre, Adriana nos abre su diario de infancia y juventud para intentar encontrar una respuesta que la alivie del dolor y la perplejidad en los que se haya sumida. Sale entonces a la luz una familia lisiada que vive autoexiliada en la campiña sevillana por capricho de un progenitor alérgico al contacto humano. A pesar de su introspección constante, Adriana es la única de los habitantes de la gran casa vacía que consigue acercarse a su distante corazón, construyendo una relación con su padre entre la fascinación y la obsesión que raya en lo malsano. Finalmente saldrá a la luz una vieja historia de amor truncada que trastocará el mundo de la protagonista.


“El Sur”, seguido de “Bene”, su continuación, es un relato intimista y autobiográfico, basado en la historia familiar de G.Morales que de este modo conjuraba una relación desafortunada con su propio padre. Su compañero de vida, Erice, decidió trasladarlo al cine dejándonos unas imágenes imborrables y una historia que cautivó al público español, a pesar de que los recortes de presupuesto dejaron la película sin rematar.


Aunque mis sentimientos hacia estos dos relatos no sean los más placenteros, recomiendo su lectura para acercarse a la obra de una autora tan especial como desconocida por el gran público. 


Sybilalibros


martes, 15 de febrero de 2022

UNA Y OTRA VEZ. Kate Atkinson

¿Quién no ha deseado cambiar los acontecimientos pasados para reconducir su vida? Úrsula Todd, la protagonista absoluta de esta novela tiene el desconcertante don de morir y volver a vivir cambiando la historia a mejor, o sea, el deseo de cualquier humano que se precie de serlo. 

Úrsula nace muerta en una fría noche de invierno de 1910 para volver a nacer viva en las páginas siguientes porque el médico ha llegado a tiempo. El lector no entiende nada, pero continúa, intrigado, para asistir al crecimiento de la protagonista en la gran casa familiar de la campiña inglesa junto a sus hermanos, entre muertes y renacimientos que cambian la vida de los suyos, borrando todo mal recuerdo. Úrsula no es consciente de lo que le ocurre, sólo sabe que puede hacer algo para evitar las desgracias que le ronronean desde el subconsciente. Para los suyos sólo es una niña especial, hipersensible. Desconocen que su destino, incluso el de la Historia del s. XX, está en sus manos. 


Dicho así, parca y esquiva sinopsis por mor del secreto argumental,  parece un relato de ciencia-ficción emparentado con el Dr. Who y otros viajeros del tiempo, pero realmente tiene poco que ver con ese género pues lo que construye de manera admirable Atkinson es un tiempo circular alrededor del cual se suceden distintas novelas que forman parte del mismo océano curvo que las contiene a todas: Úrsula. 


Así encontramos la novela de saga familiar, la novela histórica, que recorre los principales hitos de la historia británica durante el s.XX, entre los que destacaría de manera notable el período del terrible “blitz” londinense durante el cual Úrsula es voluntaria del servicio de rescate de personas, y la novela de reencarnación a la occidental, el alma máter del argumento y por lo que se ha hecho mundialmente famoso este libro, aunque lo menos interesante desde mi punto de vista, porque sencillamente no me lo creo, a pesar de ser una entusiasta de los viajes en el tiempo. El problema no está en la manera de contarlo, extraordinaria, sino en el enfoque dado por la autora al carácter de su protagonista: el lector nunca sabe hasta qué punto Úrsula es consciente de su don, si lo provoca o le viene cuando está en una situación límite. Esa nube de confusión, tejida adrede a mi parecer, que en un principio empica a la lectura va restando credibilidad a medida que pasa el tiempo para perderla totalmente durante el episodio del nazismo (soy de las que piensan que cualquier fantasía incrustada en la Alemania nazi deviene en espectáculo de barraca de feria). 


La estructura repetitiva, necesario y exigente juego narrativo donde la autora derrocha maestría, se vuelve cargante y hace que la novela vaya a menos argumentalmente, a pesar de su buen oficio. De hecho, es la prosa elegante, clara y cuidada de Atkinson la que salva al libro de caer en la serie B.


Por lo demás, es una lectura curiosa, entretenida, recomendable para aquellos que tengan una lógica menos exacerbada que la mía y no sean alérgicos a la archiultramega usada/manida/repetida ucronía nazi como esta que les escribe.


Sybilalibros


miércoles, 19 de enero de 2022

EL ÚLTIMO SEPTIEMBRE. Elizabeth Bowen

Elizabeth Bowen y yo no congeniamos. Nos conocimos en “La muerte del corazón” y, aunque reconocí su talento para la escritura, me produjo cierto desagrado, cierto vacío durante su lectura, cierta frialdad hacia los  sentimientos que narraba. Muchos años después, ante la publicación de su “obra maestra” por Acantilado, decidí darle otra oportunidad, con los mismos resultados desgraciadamente; aunque en este caso vergonzantes por mi parte, pues abandoné a mitad de la partida y no porque no me sedujera el argumento a priori.


Mientras Irlanda está luchando por su independencia del Reino Unido, en la mansión Danielstown sus habitantes dan la espalda a la realidad y  continúan con sus aristocráticas vidas entre partidos de tenis, bailes o recibiendo amigos que conjuren la rutina durante un tiempo. Esta indolencia sólo se ve interrumpida por alguna escaramuza cercana de las guerrillas irlandesas que no consigue afectar al palacete adormecido. La única señal de contienda es la presencia del soldado británico Gerald en pos de su inseguro amor Lois, la joven de la familia que anda a la búsqueda de su propia identidad.


Es una situación extraña y desconcertante, tanto como sus protagonistas, angloirlandeses: gente que no comulga con los anhelos de Eire pero que ve como extraños a los ingleses. 


Según cuenta la autora en el epílogo que incluye la edición de Acantilado, lo que pretendía con esta novela era ilustrar el fin de una época y de una clase social a la que ella misma pertenecía, una ilustración que me ha parecido tediosa y sin enjundia, a pesar de la buena pluma de Bowen, pues dejar que sea la ambientación la que “cuente” y que en el fondo no pase nada puede cansar al lector más paciente.


En un principio disfrutas del bello lenguaje, de las frases evocadoras, de los monólogos interiores y de una atmósfera trasunto del estado de ánimo de los personajes. Pero el juego trivial y el ensimismamiento tienen un límite y 336 páginas es mucho límite. Quizá los lectores amantes de la futilidad como primoroso ejercicio literario encuentren placer en su lectura. Yo acabé exasperada. 

Aun así, si quieren acercarse a esta autora del círculo de Bloomsbury, les aconsejo “La muerte del corazón” editada por Impedimenta. 


Sybilalibros


sábado, 15 de enero de 2022

ALGUIEN. Alice McDermott

 

“Alguien” es Marie Commeford, vecina de Brooklyn, hija de emigrantes irlandeses de fuertes convicciones católicas, la niña de 7 años que espera en las escaleras de casa a su padre que vuelve del trabajo en los años de la Depresión, la anciana que vive en una residencia y nos cuenta su vida según le asaltan los recuerdos, la joven que se enamora  sin saber qué es el amor, la hermana confidente para el hermano que abandona la vocación religiosa, la madre por inercia, la amiga de la calle. Nada del otro mundo. Un personaje en apariencia pequeño e insignificante que en manos de McDermott adquiere la categoría de “alguien”. 


¿Por qué leer este libro entonces, si no ocurren grandes cosas? Porque a Marie le pasa la Vida, de puntillas a veces, en tromba otras, la misma que traspasa a cualquier lector, nacido en otra calle, familia, país o religión. Marie es cada uno de nosotros, elevado a “alguien” gracias a la segura y desenvuelta pluma de McDermott, a su prosa preñada de lirismo, de amor por sus personajes, morosa en los detalles que conforman un hogar, un carácter, una mirada o una luz de domingo. 


Instalada en la rutina de la inseguridad, de la escasez y las limitadas alegrías, Marie espera no acabar como sus amigas, casada con un chico del barrio, habitando la misma casa de sus padres y cargada con tropel de críos que la anulen detrás de sus necesidades. Espera. Y alcanza la edad adulta esperando que alguien la quiera por lo que es no porque es lo normal en el barrio, que la vea y oiga sus deseos. Esta esperanza que hace de Marie “alguien” es la que la empuja a sortear el sino de Brooklyn y al lector a continuar leyendo, como si al pasar las páginas levantáramos el viento que impulsara a la frágil protagonista.


Pero la vida no sigue un rumbo lineal aunque queramos. Por ello McDermott prefiere una narración a saltos, eludiendo la monótona cronología, dejando que sea la anciana Marie la que nos hable de sus errores, aciertos, amores y decepciones cuando brotan en su cansado cerebro. Tal es el respeto y la ternura que siente la autora por su protagonista, pues ella también es una chica de Brooklyn. 


El distrito neoyorkino y McDermott son uno en sus novelas: lo traslada al papel como un personaje más, como una madre absorbente a la que se quiere a pesar de todos sus defectos, como una escuela severa cuyas normas se respetan aunque ya carezcan de sentido, como un mal necesario para ser “alguien”.


Recomiendo con pasión esta novela sencilla pero sabia, corta pero entrañable, sobre la construcción de un personaje que sin duda atrapará al lector porque pocas autoras crean y miman una personalidad como ella. 


Sybilalibros


viernes, 17 de diciembre de 2021

LA SOLTERONA. Edith Wharton

Allá por los años 80, cuando una era joven y devoraba todo el cine que pasaban en la tele, tan hambrienta de celuloide como de libros, pillé una peli por sorpresa con la inmensa Bette Davies que me dejó marcada por la historia y por la amargura que destilaba. “La solterona” se llamaba. 


Muchos años después supe que se basaba en una novela de Edith Wharton. Ya había leído “La edad de la inocencia” y me había cautivado así que la  busqué desesperadamente sin resultados: descatalogada, hasta que hace unos años Impedimenta la reeditó. Ver el título en la biblioteca hizo que mi corazón bailara de alegría, leerlo fue un placer y reencontrarme con Wharton, retomar una vieja amistad para apreciarla aún más desde la altura de los años.


“La solterona” es una aguda crítica a la alta sociedad neoyorquina de finales del s.XIX, a sus obsoletos códigos morales, a sus mujeres asfixiadas en los corsets de los apellidos, a la privación de sus anhelos, a la educación en un deber maternal que sólo recompensa al linaje. Los personajes que se dejan la piel en esta disección son Delia Ralston y su prima soltera Charlotte Lovell, atrapadas por un secreto de juventud que aflorará durante los preparativos de boda de la hija de Delia, Tina. Punto. Me paro aquí en la sinopsis porque prefiero que descubráis los misterios de esta familia por vosotros mismos de manera que oigáis vuestros sentimientos al saberlos y no los que imponen la mayoría de reseñas (que aconsejo no leer) al desvelarlos impunemente: no porque no se vean venir, sino porque la sensación de dejarse llevar por la espléndida prosa de Wharton como si fuera la primera vez que se lee no tiene precio.


Cuando entréis en esta “nouvelle”, formato en el que la autora saca lo mejor de sí misma, no os dejéis engañar por el supuesto sentimentalismo de la trama. En Wharton todo es ironía, hasta la palabra más emotiva esconde un puñal afilado, aunque al final haga una concesión a los sentimientos de sus personajes, porque es difícil no caer rendidos ante Delia y Charlotte, estas dos mujeres goyescas que luchan a garrotazos por amor con las piernas enterradas en el rencor y el apellido. 


“La solterona” es un extraordinario estudio psicológico de caracteres heridos en discusiones terribles por su dureza, es la demolición hasta la ruina de un matrimonio carcomido que se mantiene en pie sólo por el orgullo, pero sobre todo, es una mirada infinitamente dolorosa a la maternidad, esposada al deber, a la renuncia:


“Y a continuación, los hijos; los hijos que se suponía que ‘lo compensaban todo’, pero que resultaba no ser así…por más que fueran criaturas entrañables. Una seguía sin saber exactamente qué se había perdido o qué era aquello que los hijos compensaban”


Esta amarga reflexión de Delia muestra como pocas veces el vacío de las mujeres de esta hipócrita sociedad que Wharton conocía tan bien, pues pertenecía a ella; sociedad a la que defraudó durante toda su vida.


No dejéis de leer a Wharton y de sucumbir a su prosa cortés en sus maneras pero afilada en su contenido, lúcida, instruida y rica en esa infinidad de detalles que construyen una historia con mayúsculas: la luz que ilumina el rostro joven y expectante de Tina, las cortinas opacas de la resignación de Charlotte, la madera ominosa de los muebles señoriales de Delia…Un verdadero placer.


Absolutamente recomendables, libro y película, para todos aquellos lectores que huyan de la vulgaridad y tengan ojos para mirar.


Sybilalibros

jueves, 11 de noviembre de 2021

REFLEJOS EN UN OJO DORADO. Carson McCullers

MCCULLERS. Así, en mayúsculas. De respeto, admiración, devoción, agradecimiento por cada página suya, y de amor sin fisuras. Pocos autores me mueven tanto como ella.

Tenía vagos recuerdos de una película extraña, vista a una edad en la que la historia y la manera de contarla eran difíciles de asimilar; por eso cuando el libro cayó en mis manos, el ansia de comprender y saber qué  pluma había pergeñado aquello hizo que lo devorara en una sola noche que adquirió tintes sádicos, entre la angustia por lo que leía y el inmenso placer que me proporcionaba.


Como una sibila antigua, Mccullers me iba envolviendo en la atmósfera asfixiante del cuartel sureño donde se iba a desarrollar un drama latente durante largos años, pausadamente, sin estridencias, con esa prosa suya tan serena que hace estragos, hasta hacerme cómplice de su “voyeurismo”, adentrándome en cada casa, persiguiendo a cada personaje, viéndolos sufrir desde la distancia que la autora siempre marca en sus obras, para terminar en una catarsis turbadora.


Catarsis, porque “Reflejos en un ojo dorado” es una tragedia griega en prosa, rigurosamente clásica en su estructura de tres actos, cuyos personajes encarnan las pasiones humanas más antiguas: el comandante Penderton y el deseo homosexual reprimido, su esposa Leonora la insatisfacción, el coronel Langdon, la traición, su esposa Alison, la locura, y el cabo Williams, la fuerza indómita de la naturaleza desencadenante del drama.


 McCullers conoce la magia del teatro, su poder para hablar de lo que la realidad calla, pero no maneja sus recursos como su compatriota Tennessee Williams así que lo traslada al mundo del relato donde es maestra. Desde su prosa limpia de adjetivos onerosos consigue construir un escenario hermético y denso, donde los personajes apenas se mueven, lastrados por el peso de sus almas, reacios a salir de su prisión familiar sin sospechar que el peligro no viene del enemigo sino que acecha en su ventana. El aire se hace irrespirable, sólo el fino bisturí de la palabra de McCullers, delicada, casi amorosa, casi inocente, es capaz de cortar el sofocante vapor y desvelar las enfermedades que corroen la salud de Norteamérica.


Desde la página uno de este pequeño y extraño libro se cierne sobre el lector la sensación de una fatalidad inminente. Las obsesiones de los personajes cierran la puerta a toda esperanza y la soledad, esa vieja amiga que McCullers retrata como nadie, se erige en la nueva diosa griega que juega con los humanos.


La capacidad universal del drama fue tan contundente que la novela generó un escándalo desmesurado en la pacata sociedad norteamericana cuando se publicó en 1941 por atentar contra una institución sagrada para el país como es el ejército y más en esas fechas. No lo olviden, Estados Unidos acababa de entrar en la 2ª GM. 


Público y crítica no esperaban esta provocación de la autora tras el éxito de “El corazón es un cazador solitario” y machacaron a McCullers hasta el punto de no reeditarla, como cuenta Tennessee Williams en el epílogo a la edición de Seix Barral que he leído.


En 1967 John Huston lleva el relato al cine con nada menos que Marlon Brando y Liz Taylor como protagonistas. Sin embargo, alguna maldición cassandrina impide que sea el éxito que se espera de semejante conjunción. 


Yo lo he disfrutado muchísimo, a pesar de la terrible traducción de esta edición (y parece que no hay otra en español, por desgracia). Tiene poco que ver con el resto de la producción de McCullers y a la vez lo tiene todo; es un experimento devastador y brillante que recomiendo apasionadamente. Eso sí, vayan con la mente abierta y el corazón inocente.


Sybilalibros


miércoles, 10 de noviembre de 2021

MORRIÑA. Emilia Pardo Bazán

A mediados de los setenta, en el colegio, de Emilia Pardo Bazán había que saber que era gallega, entre el XIX y el XX, pertenecía a la corriente literaria del Naturalismo y escribió Los Pazos de Ulloa. No es mucho, pero estaba ahí. Debo decir que sin prestigio, todos queríamos modernidades en los setenta, incluso los profesores,  también en los libros; lo del Naturalismo sonaba a aburrido y viejuno, al lado de la sempiterna modernidad de Valle Inclán, Lorca, etc.

Hoy se lee mucho a doña Emilia y es alabada. Se debe a dos motivos, uno práctico: al no cobrar nadie derechos de autor por su obra, se puede leer gratis en un Kindle. Por otra parte, se ha convertido en cartel feminista, ocultándose sus aspectos conservadores y el destino terrible de su hijo (Según la Wikipedia, fue fusilado durante la guerra civil, no se dice por quién. Supongan). Me alegro, en cualquier caso. Su talento para la novela y el relato es enorme, también su penetración para comprender la sociedad.

 Morriña es una novela madrileña de 1889, como Insolación, obra  más que moderna esta, fuera del tiempo, que es mi elogio preferido. De los vecinos de san Bernardo (Calle que atraviesa la Gran Vía hoy) habla Morriña. Los coches de caballos, el servicio, los visiteos formales y cotillas entre conocidos, jueces severos todos de la prosperidad ajena, ocultadores de las penurias propias.

Una dueña de su casa, su hijo estudiante, una criadita gallega, los tertulianos, entre talludos y ancianos, diletantes aburridos, que la doña recibe, son los personajes principales.

Doña Aurora, viuda gallega, es reina de su casa con aspiraciones a Emperatriz del barrio. Su hijo Rogelio, es estudiante en la universidad de San Bernardo, en el barrio; aprendiz de calavera, niño mimado, con tanta personalidad como un tipo de ojos vendados en el laberinto de la vida. Esclavitud es una moza gallega que viene a Madrid a servir; sus antecedentes familiares son vergonzantes, su capacidad de trabajo, admirable. Todos los personajes compartirán techo y vida, en ese Madrid de asturianos, gallegos, españoles de todas partes, incluso hijos capitalinos.

El título no deja de ser irónico, en cuanto que lo que hace desgraciada a la galleguita Esclavitud no es la tristeza por la lejanía de su tierra, si no la cerrazón de la gente, las habladurías, la importancia social de la impostura y la buena imagen.

Doña Emilia saja la sociedad con su bisturí pero, con la otra mano, tapa la hemorragia, a base de humor compasivo, galdosiano. Novela recomendable. Se lee rápido por el interés del cuento  y por el español claro, certero, de la autora, como siempre en ella.

 

Luis Miguel Sotillo Castro.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

HAMNET. Maggie O'Farrell

La dependencia de la luz. Sitúense en los últimos años del siglo XVI. Una pequeña población rodeada de naturaleza, en parte domeñada, nuestra, en parte salvaje, ajena. De día tenemos recursos, nuestra mirada nos hace fuertes, atacamos y nos defendemos. Distinguimos el  trigo de la ortiga, la caza que llevamos al hogar  del lobo y el jabalí. La noche ciega nos mete en casa, fuera de ella, la negrura vence. El anochecer nos pone a la defensiva. Desconfiamos de las personas que osan moverse en la oscuridad del bosque. De él parece surgir Agnes, madre de Hamnet, mujer nervio, raíz de mandrágora, de este libro.

 Me encanta una canción en la que pensé leyendo esta historia, Scarborough  Fair, en la versión angelical de Simon & Garfunkel.  Melancolía. Recuerdo también a Robert  Plant tirado en la hierba con una joven y un bebé, mientras suena Stairway to heaven. Pero si las escucho diez veces seguidas me aburro. Con las descripciones de este libro, sus catálogos de hierbas y otras hierbas, me pasa lo mismo. Creo que la historia podría haberse contado con menos páginas. O’Farrell nos ofrece una ruta de la peste, su transmisión, que queremos que acabe pronto. Ya leímos en su día el Diario del año de la peste, de Daniel Defoe.

Dicho esto, agradezco la claridad valiente. Lo primero que se nos dice es que el personaje que da nombre al libro es un hijo de Shakespeare que morirá poco después de empezar sus andanzas en la novela, a los once años. La tristeza no nos pilla por sorpresa. En realidad, la protagonista es la madre de Hamnet, la mujer de Shakespeare, un tipo que, huyendo de su padre, de su pueblo, del trabajo artesano y su comercialización, marcha a Londres; tiene imaginación, cierto talento y afición por la escritura. Probará a trabajar en el teatro.

 Novela de mujeres y niños. Los varones adultos son temibles, simples  o están lejos. Agnes, la madre de los hijos de Shakespeare, es personaje muy atractivo, por su independencia y saberes, entre naturales y mágicos. ¿Es verosímil? Dudoso.

En fin, la novela es atractiva más por las correcciones mentales que le hacemos, por lo que imaginamos nosotros, que por lo que cuenta; es mérito de O’Farrell despabilarnos. No sé si recomendarla o no. Porque de William tengo los temores y las dudas, no el talento.

344 páginas. Edita Libros del Asteroide, leo la segunda reimpresión, 2021, el original es de 2020.

Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

jueves, 26 de agosto de 2021

EL MUNDO SEGÚN MARK. PENELOPE LIVELY

Feliz hallazgo, feliz encuentro, feliz lectura. Feliz.

Porque no quieres soltar el libro, porque no quieres que termine, porque cada página te estimula, te enseña, te envuelve. Eso es El mundo según Mark.


¿Quién es Mark? Es un joven escritor inglés de biografías literarias asentado en un apacible matrimonio con Diana, una galerista de arte apasionada del orden y el control. Poco imagina Mark que la nueva biografía que proyecta sobre el novelista y ensayista de primeros de s. XX, Gilbert Strong, cuya obra descansa en el olvido general, pondrá su vida boca abajo. 


La investigación le lleva hasta Dean Close, antiguo hogar del autor, cuya casa ha sido reconvertida en un centro de jardinería dirigido por Carrie, la nieta de Strong, una joven naif, despreocupada y alejada del mundo literario de su abuelo. Las obligadas visitas en busca de documentación pronto se convierten en un aliciente equívoco para un Mark en plena crisis de la mediana edad que distrae su deber en pos de la inocencia silvestre de Carrie ante la perplejidad de su resuelta esposa.


Hasta aquí pudiera parecer una frívola novelita sobre un trío. Pero la autora abre al lector una “estancia escondida” en la cabeza de Mark donde, mientras recaba información sobre Strong, mantiene un diálogo consigo mismo sobre el oficio escritor, las diferencias entre novela y ensayo, la necesidad de los silencios y mentiras, el gobierno de la memoria frente al asalto de la experiencia a la hora de escribir, sin darse cuenta que es el viejo zorro de Strong el que le está conduciendo por ese camino para desviar su atención de escondrijos en su biografía que no quiso que salieran a la luz.


La tarea de Mark como biógrafo se revela, entonces, titánica porque le exige un nivel de omnisciencia que es incapaz de alcanzar; y para colmo el personaje biografiado está contaminando la existencia de los protagonistas hasta empujarlos a tomar decisiones tan imprudentes como sugestivas. Pobre Mark, un mero hilo en el tapiz que teje y desteje Penelope Lively, haciendo honor a su nombre, para deleite del lector que, cual lanzadera, surca esta colorida urdimbre entre la campiña inglesa y las landas francesas, mientras se afirma la hebra de la personalidad de Carrie y la del matrimonio entre Mark y Diana queda deslavazada.


“El mundo según Mark” es una novela deliciosa, intrigante, inteligente, con un humor distinguido pero aplastante a veces, en la que los personajes son un prodigio de frescor teniendo en cuenta que parten de los esquemas más convencionales: Lively consigue elevar a  rosa inglesa al jaramago embrutecido de Carrie mientras trasplanta a pleno sol a la pareja de húmedos y prehistóricos helechos formada por Mark y Diana. El lector queda prendado de ellos gracias a una prosa sencilla, limpia de adornos y sin embargo cautivadora. La naturalidad con la que fluyen los acontecimientos y los diálogos es asombrosa, como si no estuvieras leyendo sino allí, con ellos, tras pasar al otro lado del espejo.


Huelga decir que estamos ante una recomendación con signos de exclamación triples. Y que volveré a Lively en cuanto pueda.


Sybilalibros



miércoles, 26 de mayo de 2021

¿QUIÉN HA VISTO EL VIENTO?. Carson McCullers


Mi primer contacto con la escritora sureña Carson McCullers a través de la edición de Austral de sus cuentos completos fue un feliz encuentro porque, a diferencia de otras desiguales recopilaciones, en este caso hay bastante homogeneidad en la calidad de los relatos pero no en las poco afortunadas traducciones, que nos privan de la musicalidad del lenguaje de la autora.

Si alguien piensa que son páginas sumidas en el típico Profundo Sur de campos de algodón, sirvientes negros y tragedias familiares, se equivoca (salvo en el único “Sin título”, pero de manera sutil y elegante. Una de las historias más ricas y mejor construidas).

Leer a McCullers es transitar por el alma humana, con paradas recurrentes en la soledad, la pérdida de la inocencia (“Sucker”), el desarraigo (“Los Extranjeros”), el alcohol o la música (se me ha revelado como una exquisita melómana y varios de los relatos tienen como protagonistas a atormentados músicos).

De entre todos destaco tres por la conseguida profundidad de sus personajes en tan breve espacio y la maestría de la narración:

“El patio de la calle Ochenta, zona oeste” que muestra la terrible soledad e incomunicación de quien llega a Nueva York para intentar labrarse un futuro, a pesar de vivir ventana con ventana. Es el Village que Hichtcock retrató en La ventana indiscreta.

“El instante de la hora siguiente” impresionante título para contarnos la humanidad del alcohol frente a la inhumanidad de la gran ciudad. Me recordó a Días sin huella de B. Wilder.

“¿Quién ha visto el viento?” el último relato que da justo título a la recopilación, el mejor de todos, donde la autora radiografía la patética persistencia en el fracaso como la manera de vivir del artista.

Recomiendo vivamente estos relatos, cargados de gran sensibilidad y calidad literaria, que fueron la puerta de entrada a un universo emocional de tal calibre que me quedé a vivir en él. McCullers se ha convertido en una autora recurrente en mis lecturas, a pesar de su corta obra.

Sybilalibros

miércoles, 14 de abril de 2021

EL DEVORADOR DE CALABAZAS. Penelope Mortimer

“Siempre estoy sola” se lamenta la Sra. Armitage tumbada en el diván de su psiquiatra. Pero la soledad es así, se presenta cuando más invitados inesperados tenemos en nuestra vida.

Rodeada de críos de diferentes matrimonios, el extraordinario salario de su último marido, un guionista de cine con el orgullo más encendido que un pavo y la fidelidad abochornada, permite que no le falte de nada: una casa enorme para su prole, un servicio atento para que no se fatigue, coches, vestidos. Pero estas comodidades no impiden que la Sra. Armitage sufra una crisis emocional y descienda en espiral al foso de una negra depresión que su marido encuentra inapropiada en ese momento mientras que para su irracional psiquiatra no es más que un engorro.

El desencadenante de esta crisis, en el sentido más griego y etimológico de la palabra, es la llegada de otro bebé que su marido no desea. La manipulación de la que es objeto la protagonista por parte de los dos hombres que se supone deberían auxiliarla para que aborte es sobrecogedora.

La Sra. Armitage, que en este momento duda de su propio yo, está convencida de que para lo único que sirve es para tener hijos. Víctima de su propia obsesión, se aferrará al que viene como el único salvavidas para sobrevivir.

“El devorador de calabazas” es la descarnada radiografía de una familia disfuncional con aspiraciones de normalidad burguesa, es el crudo relato de la demolición de un ser narrada por ella misma en tiempo real, es la escalofriante semiautobiografía de la autora, casada con el abogado y también escritor John Mortimer, cuyo matrimonio fue tan devastador que Penelope acabó recibiendo electroshocks y por consejo de su psicoanalista accedió a abortar y a esterilizarse, mientras su marido tenía una aventura con una actriz a la que dejaba embarazada.

La prosa cortante de Mortimer, sus afilados diálogos, sus pensamientos desbocados por la ansiedad plasmados en el papel hacen de esta narración el grito de socorro de una mujer en el pozo de la desesperación.

No es una novela fácil, la angustia se respira en cada renglón, su estructura es dispersa como los razonamientos de la anónima protagonista, de la que desconocemos el nombre diluido en el de casada; pero es tan auténtica, tan turbadora, que cualquier persona que haya pasado por una depresión se siente identificada inmediatamente con ella. Y sí, también es muy feminista, protofeminista, mejor dicho.

En 1964 se hizo una adaptación al cine nada menos que con Harold Pinter en el guion y Peter Finch y la tremenda Anne Bancroft como pareja protagonista, que aún no he visto.

Por supuesto que recomiendo su lectura, a pesar de la tristeza que deja. Pero está tan bien escrita que es una gran oportunidad de acercarse a esta inteligente autora tan poco conocida por aquí. Quiero dar las gracias a Impedimenta por haberla incluido en su catálogo y bien traducida.

NOTA BENE: El incomprensible título de la obra para el lector español proviene de un aparentemente inocente pero revelador poema inglés que dice así:

“Peter, Peter pumpkin eater,
Had a wife but couldn't keep her;
He put her in a pumpkin shell
And there he kept her very well.”

 

Sybilalibros

viernes, 12 de marzo de 2021

EL INICIO DE LA PRIMAVERA. Penelope Fitzgerald

Para mí ha sido una auténtica gozada de esta estupenda autora.

Parece la típica novelita costumbrista “british”, con su ingenioso humor y personajes arquetípicos entre la flema y el disparate, pero es mucho más, entre otras cosas porque está ambientada en la Rusia zarista a punto de irse a pique por la revolución, con lo que ello conlleva de exotismo e intimismo, aunque parezca paradójico. 

Marzo de 1913. Moscú está a las puertas de la primavera y una familia inglesa que reside allí como si fuera un picnic en la campiña, está a punto de deshielo también:

“Cuando los abedules jóvenes crecían y se hacían más y más altos, la capa que recubría la base del tronco se fragmentaba y se escindía en manchas oscuras y suaves. Las ramas definían el blanco sobre el negro, el negro sobre el blanco. Las ramitas más tiernas eran delgadas, con forma de látigo, de un color marrón oscuro que despedía destellos púrpuras. En cuanto se abrían las brillantes yemas, las pequeñas e incipientes hojas comenzaban a exhalar un fragante aroma, no tan marcado como el del álamo, pero sin duda más salvaje e inolvidable, la verdadera esencia de los lugares agrestes y solitarios”.

Frank Reid es dueño de una imprenta heredada de su padre. Aunque nacido en Moscú, es ciudadano británico, al igual que su esposa. Como buen inglés, anhela una vida rutinaria que le permita la suficiente tranquilidad para su codiciado aislamiento. Pero ni su país de acogida ni su mujer están por la labor, infectados por una primavera anarquista.

Una noche, al regresar a casa, descubre que su compañera le ha abandonado para ingresar en una comunidad tolstoyana de Inglaterra. Frank, epítome de la parsimonia que le corre por las venas, se aferra a lo conocido y se queda al extraño cuidado de sus tres hijos y empresa, acompañado solamente por Selwyn Crane, su contable, un personaje fascinante, y Volodia, un misterioso estudiante que irrumpe en la imprenta con intenciones poco claras. A ellos se unirá la niñera Lisa, una Nimué capaz de alterar al imperturbable Merlín-Frank. El hogar inglés saltará por los aires por mor de la costumbre dinamitera rusa de entrometerse en la vida de sus vecinos.

Lo que sigue, en un difícil juego de pasos adelante y atrás que puede despistar al lector, son las reflexiones de Frank sobre los motivos que llevan a la gente a tomar decisiones irracionales:

No estamos hechos para vivir solos. La vida hace sus propias correcciones”

Mientras, el manto blanco de nieve que silencia anhelos se retira para mostrar la realidad que subyace en todo ser humano, en toda ciudad, en todo país.

Escribir una comedia costumbrista inglesa en el Moscú revolucionario suena a disparate o aún peor, a devaneo distópico. Pero no. Solo una autora como Fitzgerald puede transitar por esta innovación y salir más que airosa. Trasladar el abandono matrimonial, fuente de alimento espiritual de la aldea inglesa, a una oscura imprenta moscovita y lograr una pequeña maravilla se debe a una atmósfera de despertar de cuento de hadas sobre el que se ciernen rojos nubarrones de trolls; a las fabulosas descripciones del Moscú de principios de s. XX y sus gentes; a un humor fino y subterráneo, y como es habitual en la autora, a unos personajes genuinos de personalidades tan dispares que parece imposible que confluyan en ese pequeño universo tipográfico. La composición de Selwyn Crane en particular es antológica: devoto tolstoyano, experto en hacer sentirse culpable a todos los que le rodean, disfruta de un misticismo que oscila entre el Bien supremo y un Mefistófeles justiciero. Pura golosina.

La genialidad de Fitzgerald reside en enfocar un apacible plano para acto seguido pisar el detonador y volarlo por los aires para que salte en mil pedazos de historias. Mi admiración la seguirá por toda la eternidad.

Para los críticos no es su mejor obra. Muchos de los lectores se han sentido decepcionados, en parte por falta de empatía, en parte por incomprensión de la estructura y del sentido de la novela, pero a mí me ha gustado mucho. Fitzgerald muestra la primavera como una metáfora de libertad, la de la esposa asfixiada en un matrimonio aburrido, la de un pueblo oprimido, la de un hombre obligado por primera vez en su vida a elegir.

Su prosa es ingeniosa, te obliga a leer entre líneas y consigue transcribir los problemas del mundo contemporáneo a un momento intemporal. Por ello os animo a que saquéis vuestro lado revolucionario y lo leáis cuando veáis las primeras flores brotar y los rayos de sol os calienten el rostro.

Por último, reseñar la buena traducción de Pilar Adón, llena de matices.

Sybilalibros  

 

 

lunes, 8 de marzo de 2021

EL LIBRERO DE PARÍS Y LA PRINCESA RUSA. Mary Ann Clark Bremer

Tomad asiento en un pequeño velador parisino, pedid un café y acompañadlo con este exquisito y dulce bocado de apenas cincuenta y nueve páginas con el que nos deleita, una vez más, Periférica.

 Este evocador relato nos insinúa, más que cuenta, la historia de amor entre una noble exiliada rusa y un librero anticuario del barrio judío del Marais en París, cuyo vínculo de unión es la pasión por los libros antiguos del S. XVIII francés. Apenas hay palabras entre ellos, pero sí el tacto de la piel de una encuadernación singular, la inclinación de una tipografía añorada, o el olor a madera lejana entre unos folios por abrir.

 El encanto del polvo depositado en los volúmenes hace que nos olvidemos de que esta “delicatessen” de prosa sobria y elegante pertenece a las memorias que la autora decidió escribir de forma novelada (de hecho, su título original es “Notebooks II. People, Scenes I. Es de suponer que la editorial, con buen tino, decidió rebautizarlo para darlo a conocer al público).

 ¿Ficción o realidad? Da igual, mientras podamos volver a entrar en la casa de la princesa y recorrer con las yemas de los dedos los lomos de aquella colección de libros “que formaban un solo texto, un memorial” de lo que fue o no.

 Lo recomiendo vivamente para melancólicos amantes de libros de piel arrugada y manchas de solera, para los que han (hemos) deambulado por el Marais, y para los soñadores que no hemos cerrado el libro y seguimos escribiendo la historia.

 Sybilalibros

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 3 de marzo de 2021

TODOS NUESTROS AYERES. Natalia Ginzburg

 

¿Por qué se conoce tan poco a la mamma de la literatura italiana del s. XX en España y se lee a petardas de culebrón napolitano?

Misterios sin resolver.

“Todos nuestros ayeres” (bello título) nos cuenta la historia de dos familias en una ciudad del Norte de Italia antes y después de la guerra: una rica y la otra medioburguesa. El modo de vida despreocupado prefascista, salpicado de absurdos problemas y discusiones banales, donde los coqueteos amorosos conducían a peligrosos flirteos políticos, convulsiona con el estallido de la II GM. Las muertes de miembros de ambas familias arrastran a los supervivientes a un vacío de sueños rotos cuando no a un exilio más abrumador que la nada, extrayendo de cada uno su verdadero ser, o quizás el loco que llevaba dentro y no lo sabía.

 
Ginzburg ofrece una visión de la 2 GM en Italia distinta, una vez pasado el primer momento de ira de “Y eso fue lo que pasó”, su novela de 1947, al borde mismo del fusil. Aquí nos habla desde la distancia de un pueblucho de los Abruzos, desde la clandestinidad, desde la cooperación fascista, desde la soberbia de los ricos, desde la ingenua revolución de los pobres, desde la cotidianidad de la pastilla de jabón hasta el novio tras la reja, desde un inconcebible humor en la miseria. Pero siempre como ella escribe, sin juicios de valor, dejando a sus personajes a su albedrío, con elegancia, con sabiduría ancestral.

La biografía de Ginzburg está siempre en el trasfondo de sus novelas: librepensadora, hija de intelectuales antifascistas, casada con Leone Ginzburg, cofundador de la prestigiosa editorial Einaudi, sufrirá la persecución de Mussolini por ser judíos y contrarios al Duce. Empujados con sus hijos a un destierro siempre alerta en esa estepa siberiana italiana que son los Abruzos, el hostigamiento acabará con la prisión y tortura hasta la muerte del marido en la tristemente famosa cárcel de Regina Coeli.

Mientras lees “Todos nuestros ayeres” percibes entre líneas el desarraigo, el miedo a ser diferente, la desolación y, sobre todo, una tristeza muy íntima que Ginzburg traslada a sus personajes, sus seres queridos.

De todas las obras que le he leído es la que más me ha gustado. Sigo sintiendo esa afinidad confortable cuando la leo que me hace sentir en casa.

Os animo a acercaros a su obra; Lumen la tiene muy bien editada. Si conectáis con ella, tendréis una amiga para toda la vida.

Sybilalibros



jueves, 4 de febrero de 2021

VOCES HUMANAS. Penelope Fitzgerald

 

Cada cierto tiempo vuelvo a Penelope Fitzgerald porque aparte de ser una de mis escritoras favoritas y congeniar con sus personajes y manera de escribir, es una vieja amiga que me rejuvenece y reconcilia con la literatura si he tenido un tropezón con algún autor pretencioso de los que tanto abundan hoy en día.

Fitzgerald es lo que es, sin artificios, a pesar de lo cual consigue historias fascinantes, lo que hace que sus escritos coticen más en mi estima por la enorme satisfacción que siento al leerlos. Y aunque no todos están al mismo nivel de excelencia, jamás decepciona.

“Voces humanas” podría tildarse de novela menor en cuanto a calidad respecto a otras de su producción, pero los chispazos de ingenio y la originalidad a la hora de construir el relato hacen que merezca la pena su lectura.

Constituye un peculiar homenaje a los periodistas, secretarias, fotógrafos, trabajadores en general de la BBC que no abandonaron sus puestos durante los terribles bombardeos nazis sobre Londres, conscientes de que era cuando más los necesitaban sus compatriotas.  

Novela coral, del barullo de personajes destacan Sam Brooks, el inestable, irritante y enamoradizo director de Programas Grabados cuyo apoyo moral son las bellas secretarias que desfilan por su despacho y su compañero Jeff Haggard, director de programas, ejemplar único del flemático inglés que resuelve los problemas de su angustiado amigo y de la emisora mientras su vida personal se va al garete. Entre ambos circulan como encantadoras neurotrasmisoras la espabilada Vi, la inocente Lise y Della, las secretarias que deben olvidar sus preocupaciones personales para que no se derrumbe el edificio que mantiene unidos a los británicos en plena II GM, desde Churchill al minero de Gales.

Como es habitual en Fitzgerald, personajes y narración se construyen de manera atípica, nada ordenada. Hay que seguir a los protagonistas en sus idas y venidas por los pasillos y sótanos del antiguo edificio de la BBC para aprehender sus caracteres y la deriva del relato, algo que puede resultar molesto para lectores poco habituados pero que a mí me encanta.

Si leen el resumen que ofrece en la contraportada la editorial, toparán con la “graciosa” idea de que se trata de una novela de humor. Olvídenlo. El humor de Fitzgerald es difícil de asimilar y suele ser bastante amargo. Mejor quédense con la idea de retrato de un momento terrible que al descender a la minucia de lo cotidiano pierde su cara aterradora para sacar una sonrisa de complicidad.

Si no les convence este modesto comentario para leer “Voces Humanas” (retranca de título) acérquense a cualquier otro de Fitzgerald. Se harán un gran favor.

Sybilalibros

 

 

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