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jueves, 9 de noviembre de 2023

El jardín de los Finzi-Contini. Giorgio Bassani

 "Yo, igual que ella, carecía de ese gusto instintivo que caracteriza a la gente corriente [...] más que el presente, contaba el pasado; más que la posesión, su recuerdo. Frente al recuerdo, toda posesión sólo puede ser decepcionante, banal, insuficiente…¡Cómo me entendía! 

Mi ansiedad por que el presente se convirtiera “inmediatamente” para poder amarlo y soñarlo a mi manera igual que la suya, idéntica a la suya. Se trataba de “nuestro” vicio: ir siempre hacia delante con la cabeza vuelta hacia atrás.”


Este párrafo encierra todo el sentido que anima la obra de Bassani: la obsesiva posesión de los recuerdos como aliento de vida.


Si el universo cupiera en un jardín, sería del de los Finzi-Contini. Si el espacio-tiempo tomase forma terrenal, sería una pista de tenis tras los muros agrietados de Corso Ercole. 

Si Velázquez pintó el aire en las Hilanderas, Bassani lo detuvo y lo dejó suspendido en un paseo en bicicleta, una fracción de segundo que dura una melancólica historia de amor en los años de entreguerras. 


Cuando me encuentro ante novelas tan bellas como esta siento que reseñarla es como romper de nuevo la nariz de la Piedad de Miguel Angel. ¿Para qué escribir sobre una obra de arte cuando todo lo que diga empañará su belleza? Prefiero que la leáis, os dejéis llevar en los brazos del tiempo y os quedéis a vivir en su memoria como hace el protagonista/narrador al visitar las tumbas etruscas de Cerveteri que le evocan, como cantos de sirenas, el cementerio judío de Ferrara.


Para los que necesitan meter el dedo en la llaga para convencerse, transcribo parte de la sinopsis que ofrece Acantilado en la contraportada:

Ferrara, mientras la comunidad judía sufre las leyes antisemitas del gobierno fascista, los Finzi-Contini—una familia de abolengo aparentemente inmune a dichas leyes—continúan su vida decadente aislados en una lujosa villa, rodeada por un jardín majestuoso. Alberto y su hermana Micòl, los hijos de la familia, deciden invitar a algunos amigos a su casa, después de que hayan sido expulsados del club de tenis de la ciudad. El protagonista de la historia, un joven judío de clase media, accede así a esta hermética comunidad en cuyas reuniones convergen las discusiones políticas, las literarias y el amor mientras fuera de los muros de la casa grande, el mundo se derrumba a ritmo de intolerancia”. 


Sybila

lunes, 28 de marzo de 2022

LA RETORNADA. Donatella di Pietrantonio

 “Era l’Arminuta, la retornada. Hablaba otra lengua y ya no sabía a quién pertenecía. La palabra mamá se había quedado en mi garganta como un sapo. Hoy ignoro qué lugar ocupa realmente una madre. Me falta como puede faltar la salud, un refugio, una certeza”

Italia, 1975. Una chica de 13 años lleva una existencia plácida como miembro de una familia acomodada, disfrutando de sus privilegios, un buen colegio, amistades apetecibles y de un cariño que se quiebra de golpe el día en el que se le anuncia que debe volver con los suyos, sin más explicaciones. Empieza entonces un exilio desgarrador en la atrasada región de los Abruzos, narrado en primera persona por esta chica sin nombre, en un ambiente hostil y marchito, dentro de una familia biológica pobre que no entiende su vuelta, que no la reconoce una de los suyos, con unos hermanos extranjeros que expresan su rechazo privándola de su identidad para sólo llamarla “la Retornada”. Esta exclusión, aún más dolorosa que el cambio de estatus social, sólo será soportable gracias al único aprecio que encuentra, el de su hermana pequeña Adriana con quien comparte el desvencijado colchón. 


“La Retornada” es el retrato de un alma pura que tiene que madurar rápidamente para sobrevivir en el desprecio, desaprender para aprender otras maneras de amor, de convivencia, sabiendo que nunca será querida; es crecer sin poder llamar madre a ninguna de las dos que ha tenido, es, en definitiva, una mirada dolorida pero inteligente que finalmente comprende aunque no acepte.


Y la autora conduce este viaje de una manera tan conmovedora como sorprendente, pues su prosa, heredera del mejor neorrealismo de posguerra, aquel de Ginzburg o Morante, es enérgica y austera, alejada de cualquier sentimentalismo. Estremecer con esa economía de adjetivos no es tarea fácil y Pietrantonio lo pasa con nota: bastan una estructura sencilla y el uso atinado de la lengua como vehículos para mostrar la transformación emotiva de la Retornada.

Los diálogos descarnados, la desolación de la situación, el desamparo de estas dos hermanas extrañas en las mismas venas, unidas en una relación atípica y visceral rematan una trama tan original como absorbente, a pesar de un desenlace abierto que puede que no guste a aquellos lectores enemigos de este tipo de final pero al que veo todo el sentido.

El único pero que le encuentro es la falta de explicaciones a muchos de los interrogantes que nos abre y que la autora deja en suspenso intencionadamente. También me hubiera gustado saber más de otros personajes que se asoman a esta “resurrección” pero no cuentan lo que ven.


Lo he disfrutado mucho, tanto en la forma como en el contenido. Me parece un libro precioso sobre el drama de la adopción en otros tiempos no tan lejanos, cuando familias pobres y con muchos hijos solían entregar uno de ellos a familiares sin hijos para que los criasen.

Y ademá se devora de una sentada. Perfecto para una tarde de lluvia.


Sybilalibros.


Nota bene: l’arminuta es la palabra abrucense para designar a la persona que no es ni de allí ni de aquí. 

miércoles, 3 de marzo de 2021

TODOS NUESTROS AYERES. Natalia Ginzburg

 

¿Por qué se conoce tan poco a la mamma de la literatura italiana del s. XX en España y se lee a petardas de culebrón napolitano?

Misterios sin resolver.

“Todos nuestros ayeres” (bello título) nos cuenta la historia de dos familias en una ciudad del Norte de Italia antes y después de la guerra: una rica y la otra medioburguesa. El modo de vida despreocupado prefascista, salpicado de absurdos problemas y discusiones banales, donde los coqueteos amorosos conducían a peligrosos flirteos políticos, convulsiona con el estallido de la II GM. Las muertes de miembros de ambas familias arrastran a los supervivientes a un vacío de sueños rotos cuando no a un exilio más abrumador que la nada, extrayendo de cada uno su verdadero ser, o quizás el loco que llevaba dentro y no lo sabía.

 
Ginzburg ofrece una visión de la 2 GM en Italia distinta, una vez pasado el primer momento de ira de “Y eso fue lo que pasó”, su novela de 1947, al borde mismo del fusil. Aquí nos habla desde la distancia de un pueblucho de los Abruzos, desde la clandestinidad, desde la cooperación fascista, desde la soberbia de los ricos, desde la ingenua revolución de los pobres, desde la cotidianidad de la pastilla de jabón hasta el novio tras la reja, desde un inconcebible humor en la miseria. Pero siempre como ella escribe, sin juicios de valor, dejando a sus personajes a su albedrío, con elegancia, con sabiduría ancestral.

La biografía de Ginzburg está siempre en el trasfondo de sus novelas: librepensadora, hija de intelectuales antifascistas, casada con Leone Ginzburg, cofundador de la prestigiosa editorial Einaudi, sufrirá la persecución de Mussolini por ser judíos y contrarios al Duce. Empujados con sus hijos a un destierro siempre alerta en esa estepa siberiana italiana que son los Abruzos, el hostigamiento acabará con la prisión y tortura hasta la muerte del marido en la tristemente famosa cárcel de Regina Coeli.

Mientras lees “Todos nuestros ayeres” percibes entre líneas el desarraigo, el miedo a ser diferente, la desolación y, sobre todo, una tristeza muy íntima que Ginzburg traslada a sus personajes, sus seres queridos.

De todas las obras que le he leído es la que más me ha gustado. Sigo sintiendo esa afinidad confortable cuando la leo que me hace sentir en casa.

Os animo a acercaros a su obra; Lumen la tiene muy bien editada. Si conectáis con ella, tendréis una amiga para toda la vida.

Sybilalibros



domingo, 5 de abril de 2020

LA AMIGA ESTUPENDA. Elena Ferrante


Reconozco que me moría de ganas de leer este primer libro de la saga  “Dos Amigas” porque era un bombardeo constante de opiniones entusiasmadas en las Redes Sociales y los Culturales de prensa se deshacían en elogios con la autora a la que rodea un halo de intriga por firmar con seudónimo. Se vendía como best-seller de calidad pero “mucho ruido y pocas nueces”.
La novela narra la historia de la extraña amistad (más bien enfermiza dependencia) entre dos niñas, Lila y Lenù, de personalidades opuestas: Lila es indómita, rebelde, cruel y manipuladora, pero también inteligente y creativa. Lenù representa la inseguridad, la falta de iniciativa, pero también la responsabilidad y la dulzura.
Asistiremos a sus desventuras en un barrio deprimido del Nápoles de postguerra, desde la infancia hasta la adolescencia, a las difíciles relaciones con sus familias  y vecinos, a sus sueños para hacerse ricas y salir de ese entorno.
Sus andanzas sirven a la autora para pintar un vívido fresco de suburbio napolitano al más puro estilo Neorrealista, donde la miseria se adhiere a los sentimientos, los caracteres se forjan en la violencia de la lava del Vesubio y el dialecto es una frontera social más poderosa que el dinero: no faltan la familia que prospera gracias a la Camorra, el rico pero mezquino usurero que explota a sus propios vecinos obreros, el que destaca de los demás por un uniforme de ujier. Todos aferrándose a la tradición para no perder su identidad.
En resumidas cuentas, un folletín napolitano de argumento trivial y narración superficial, con una pareja protagonista, eso sí, que no deja indiferente. De hecho, la pequeña y salvaje Lila echa para atrás al principio de la novela casi tanto como el opaco estilo de la autora. Ambos se irán suavizando a medida que la Ferrante descargue todo el peso de la novela en los sentimientos, de forma que la lectura se hace tan liviana que se termina en dos días.
Fácil de empatizar, sin mucha sustancia a pesar de las pretensiones de la “pluma misteriosa”, sirve para pasar el rato y, para quien conecte con el culebrón, engancharse a una tetralogía que le mantendrá entretenido un tiempo a la par que le dejará el bolsillo temblando, pues cada libro cuesta 25€ en edición de papel (menos mal que me lo regalaron).

NOTA BENE: Esta crítica afecta sólo al primer libro de la tetralogía. Ignoro si los siguientes mejoran en calidad literaria y argumental.

Sybilalibros

viernes, 27 de marzo de 2020

EL DIA DE LA LECHUZA. Leonardo Sciascia.


Aquel que sea amante de “El Padrino” sabrá que en ningún momento de la película se pronuncia la palabra “Mafia”, tan sólo se habla de negocio y familia.
No es casualidad ni capricho del director, sino algo que tiene mucho que ver con la esencia de esa terrible organización: la Omertà o ley del silencio.

Algo parecido ocurre en esta novela, la primera que habló abiertamente de Mafia y con esa palabra en la Italia del s. XX referida, sin reparos, a una entidad  invisible pero palpable, negada pero existente, dedicada a la delincuencia organizada y que conforma las venas por las que corre la sangre del Sur italiano.

“El día de la lechuza” es la crónica de la investigación de un asesinato cometido en mitad de la plaza de pueblo siciliano, a plena luz del día y en presencia de testigos que resultarán mudos y sordos. Bellodi, íntegro capitán de carabineros, expartisano y del Norte del país, aún sin contaminar por el temor perpetuo y las deudas de honor que afectan a los lugareños,  se da de bruces contra la Omertà a la hora de realizar su trabajo.

Un suceso tan claro en apariencia se convierte en un intrincado laberinto de silencios tan densos como el moscatel de la tierra, con pasillos que conducen a la turbulenta política de posguerra italiana, inmersa en una corrupción brutal de cargos públicos y en una guerra bronca entre comunistas y fascistas. El hilo de Ariadna se mueve entre mínimos gestos que dispensan la vida y la muerte, pero que constituyen un vocabulario casi inescrutable para el franco y directo discurso del capitán, alter ego del autor.
Los personajes son oblicuos y contumaces como el granito siciliano; los sentimientos, escondidos bajo una áspera toquilla negra; los pensamientos, sentencias milenarias y los diálogos con mafiosos, tan memorables como las ruinas Agrigento.

Bajo esta costra calcárea e insidiosa, late el profundo amor de Sciascia por su tierra y su ardiente deseo de que se deshaga del yugo bajo el cual vive sometida. Él, idealista convencido, cree que el comunismo y la tolerancia podrían sacar a la isla de esa sumisión, visto que la brutal represión sufrida bajo el fascismo no sólo no consiguió acabar con la Mafia sino que se recrudeció tras su caída.
Obra de denuncia, valiente, comprometida, inteligentemente escrita, con un estilo ágil que también gusta de pequeñas y jugosas paradas para inquietantes reflexiones. No hallará el lector ni violencia física, ni descripciones sangrientas, ni tremendismo amanerado, pero sí vivirá el mismo estremecimiento e impotencia que el capitán Bellodi ante la desidia de las autoridades.

Creo que, aunque luego se han escrito obras mucho más explícitas, profusamente documentadas y cruentas como la Gomorra de Roberto Saviano y hecho variadas películas y documentales sobre el tema, hay que leer esta novela. En su sencillez y brevedad se alza la primera voz pacífica contra la vergüenza italiana.

Y sí, también hay propina cinéfila: excelente film protagonizado por la bellísima Claudia Cardinale y Franco Nero.

Sybilalibros

viernes, 22 de noviembre de 2019

LOS HUNDIDOS Y LOS SALVADOS. Primo Levi


Levi vivió entre 1919 y 1987. Nació y murió en Turín. Entró y salió del infierno, como Gilgamesh, Orfeo, Teseo, Hércules, Odiseo, Eneas, Jesús. Permaneció allí más tiempo que ellos. Y fue verdad. No se hizo la pregunta de Segismundo, Levi sabía que su esclavitud se debía al delito de haber nacido… judío.

 Escribió tres libros sobre su experiencia en un campo de exterminio nazi. “Si esto es un hombre” cuenta su captura en diciembre del 43 y la subsiguiente estancia en Auschwitz  hasta principios de 1943. En “La tregua” narra el increíble, rocambolesco, absurdo y doloroso viaje de regreso a casa. Comento aquí el tercero, “Los hundidos y los salvados”.

 Los dos primeros son libros de hechos, cuentan lo que pasa, este tercero reflexiona sobre ellos. Combate la afirmación de un SS, que gracias a hombres como Levi ha resultado falsa. Quien se engaña hoy sobre el Holocausto en concreto y los totalitarismos en general, es porque quiere eludir sucesos, testimonios y razonamientos disponibles. Lo que dijo el soldado miembro de las SS, Schutzstaffel, “escuadras de protección” (Ah, el lenguaje del mal) al judío fue: “ De cualquier manera que termine esta guerra, la guerra contra vosotros la hemos ganado; ninguno de vosotros quedará para contarlo, pero incluso si alguno logra escapar el mundo no lo creería. Tal vez haya sospechas, discusiones, investigaciones de los historiadores, pero no podrá haber ninguna certidumbre, porque con vosotros serán destruidas las pruebas”.

 La profundidad, complejidad, honradez del libro queda de manifiesto en el segundo capítulo: La zona gris. Nos habla de los presos que, para sobrevivir, son cómplices de los nazis, tan crueles como ellos. Los que llevaban físicamente a las víctimas a la cámara de gas eran judíos también; a su vez, tras dos meses de ejercer su labor, serían gaseados y relevados por otros de condición similar.

 No leemos con alivio sobre la felicidad de la liberación, porque no es tal. Los liberados, almas desnudas sobre los huesos, deben lidiar con sentimientos de abatimiento, vacío tras el horror; la vergüenza del superviviente.
 La violencia inútil, gratuita, tenía un fin; el sadismo era un plan, no un impulso. Deshumanizar al preso. Si este se trataba como basura inane y no era percibido como hombre, era más fácil matarlo industrialmente.

 ¿Por qué los presos se rebelaron pocas veces, intentaron poco la evasión? También encontramos repuesta a esta cuestión.
 La parte final del libro la dedica Levi a su correspondencia con alemanes. Las justificaciones, disculpas, o no, de estos. La responsabilidad cierta y gravísima de la gente común, con buena opinión de sí misma incluso, en el advenimiento y dominio de los totalitarios.

 270 páginas estremecedoras, reflexivas, imprescindibles. Antídoto contra el veneno de los atajos hacia la utopía que se saltan la democracia, a izquierda y derecha. Leo la primera edición de El Aleph Editores de octubre de 2002. Afortunadamente, es libro fácil de encontrar.

Luis Miguel Sotillo Castro 



miércoles, 20 de noviembre de 2019

LA TREGUA. Primo Levi


Levi contó en “Si esto es un hombre”, 1947, su estancia en Auschwitz, campo de concentración y exterminio nazi en la Polonia violada; desde su captura en diciembre de 1943 hasta enero del 45, cuando los alemanes huyen del campo.

 Si la Odisea es una joya hermosa y fría, cuyos dolores no nos afectan por la lejanía y las dudas sobre la verosimilitud, “La tregua” es una odisea reciente, sangrante y cierta, demostrada y documentada.

 Imagínese el desocupado lector que para viajar de Madrid a Bilbao tira primero para Cádiz y luego hacia La Coruña. Algo así fue el retorno de Levi desde la zona de Cracovia hasta su Italia; viajando por Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Rumanía, Hungría, Checoslovaquia, Austria y Alemania. Buscándose la vida a diario para comer y dormir, viajando en trenes incomprensibles. Pertenecía al grupo de hallados en Auschwitz por los soviéticos. Hombres rotos física y anímicamente, libres ya en teoría, pero privados de todo recurso propio, fueron zarandeados de aquí para allá por la burocracia y desidia de los vencedores estalinistas. Hombres libres como leños sobre las olas.

El libro comienza en enero de 1945, cuando los supervivientes del infierno, ya sin demonios nazis, son vistos por los primeros soldados soviéticos, mudos de vergüenza y estupor ante el espectáculo de esqueletos vivos; termina con la llegada a Turín del protagonista, en octubre. Asistimos a un viaje trágico y cómico. Muertes, abusos, frío, hambre; picaresca, tipos grotescos, situaciones de comedia absurda.

 Termino este comentario con una cita significativa de este libro, sobre la disciplina que imponían los soviéticos a los liberados. Retomaré este dolor histórico y vital cuando hable de la tercera parte de la trilogía: “Los hundidos y los salvados”.
 “…al calabozo, por alguna oscura razón, puede que por atavismo burocrático de un tiempo en que los prisioneros debían ser tres, le correspondían tres raciones alimenticias diarias. Que los detenidos fuesen nueve, o uno, o ninguno, no importaba: las raciones seguían siendo tres. Y el atrevido salió del calabozo, después de diez días de sobrealimentación, gordo como un cerdo y lleno de alegría de vivir.”

 El original se publicó en 1962, meses después de la construcción del muro de Berlín. Leo la primera edición, mayo de 2002, de El Aleph Editores, 348 páginas.

Luis Miguel Sotillo Castro

viernes, 1 de noviembre de 2019

FAMILIAS. Natalia Ginzburg


Lumen nos regala en esta bonita edición tres relatos de una autora tan querida por el público italiano como injusta e incomprensiblemente desconocida por el español en su mayoría, Natalia Ginzburg. Y el descuido resulta aún más inconcebible no sólo por su calidad literaria sino por su trayectoria vital.
Se exacerba la gente con las grandes represaliadas del nazismo, Ana Frank y Nemirovsky, mientras olvida que la Italia fascista no fue precisamente un campo de rosas para los judíos, perseguidos de igual manera, sobre todo en la etapa final de la guerra, cuando los alemanes entraron a poner orden en casa de su calamitoso aliado.
“El camino que va a la ciudad” “Familia” y “Burguesía” son los tres relatos (aunque la autora siempre consideró al primero como novela corta, coincido con el criterio editorial al tratarlo de relato) que componen este volumen, escritos con una diferencia de 30 años entre el primero y el último. El lazo que los une a través de la distancia en el tiempo es la constante en la obra de Ginzburg: la familia, la casa, la mujer y su desencanto ante la situación a la que se ve abocada, la indecisión y finalmente el conformismo.
Sin embargo, sí se aprecian algunas diferencias estilísticas y de paisaje entre “El camino” y los dos siguientes, visibles en la rabia y la rebeldía que anima los personajes rurales de la historia más temprana, muestra de la juventud de la autora, cuya máxima aspiración es salir de un campo dejado de la mano de Dios y de una familia que se odia, y alcanzar el sueño dorado de burgués acomodado de ciudad, momento en que ya no importarán los enconos porque las posesiones los amortiguarán.
En los relatos siguientes, el paisaje y las familias se mudan del campo de chicharras a las monótonas calles de la periferia de cualquier ciudad en los años 70, el tono se hace más condescendiente y la autora nos hace pasar al salón de sus personajes, nos habla de sus anhelos e infortunios, de sus intentos por salir de unas existencias que no les conducen a la felicidad pero que se quedan  en rutinarias huidas hacia adelante, de relaciones construidas sobre silencios,  sin dejar regusto amargo en el lector, al contrario. Consigue que lo veamos de manera natural porque ella es la “mamma” que te cuenta la vida de sus “hijos” pero no entra en juicios de valor. Entre ellos, la absoluta protagonista es la mujer, quedando los hombres como seres incómodos con el papel que les asignó la sociedad pero entregados a ese sino. Serán ellas las que no cejen en la búsqueda de la felicidad, se embarquen en matrimonios equivocados, vivan al filo de existencias grises y salten al precipicio de la infidelidad o terminen convencidas de que un gato es el mejor depositario de su amor.
En estos cuadros tan domésticos, aparentemente anodinos habita la escritura fina, delicada y sensible de N. Ginzburg con la que teje relatos, uno al derecho, dos al revés, de los que salen personajes estrechos, inconformistas, holgados, comodones, volubles, a los que se les salta un punto y se le hace un agujero de soledad, mientras un gato juguetón devana el ovillo de las historias de un mundo a la vez íntimo y universal, reconocible para cualquier lector, sea cual sea su familia.

Sybilalibros@siyofueralibro




viernes, 31 de mayo de 2019

EL BELLO VERANO. CESARE PAVESE


Intentando saldar la deuda que tengo con autores italianos consagrados, he catado por primera vez al turinés más americano, al escritor más desencantado del grupo de autores más perseguido por el fascismo, Cesare Pavese.

Novelita sobre el duro paso de la adolescencia a la edad adulta de una chica en los barrios marginales del Turín industrial, donde se mezcla la canalla bohemia con el obrero conformista.

Narrada en forma de escenas que se suceden guiadas por las dudas de su inestable protagonista, Ginia, he de confesar que a pesar de su brevedad, me ha costado: tanto por los personajes, que me han producido rechazo sin conectar con ninguno; como por el formato elegido por el autor para contar la historia, así como por la traducción, anquilosada en muchos párrafos (leía una edición de cátedra antigua).

A pesar de todo, me ha gustado la escritura de Pavese, el lirismo que impregna sus páginas, la melancolía que desprenden, cómo plasma los sentimientos. Repetiré a ver si consigo conectar con otra historia.

Sybila@siyofueralibro


miércoles, 13 de marzo de 2019

LA ACABADORA. Michela Murgia

Otra de esas joyitas que encuentro en la biblioteca pública y que por pasar desapercibida del gran público disfruto el doble: leyéndola y compartiéndola con vosotros.

 La acabadora, novela pequeña en el sentido de no tener grandes pretensiones, nos habla desde la humildad y el corazón de temas tan incómodos como ayudar a morir, la extrema pobreza que lleva a familias a entregar en adopción a sus hijas a cambio de dinero o las vendettas que se pierden en la noche de los tiempos y siegan vidas inocentes.

El buen hacer de la autora, con su prosa trabajada, rica en imágenes y expresiones del dialecto sardo, tan cercano al catalán; la elegancia y el cariño a la hora de tratar a sus personajes le valieron el prestigioso premio Campiello en 2010 en Italia.

La historia: En plena posguerra en un pueblucho de Cerdeña, Bonaria Urrai, una anciana viuda sin hijos que nunca ha estado casada  adopta a Maria, la hija pequeña de una familia muy pobre, como “fill’e anima”, hija del alma, un vínculo sagrado y ancestral.
Todos en el pueblo saben cuál es el oficio no reconocido pero sí necesario y reclamado de Bonaria, aparte de modista: el ayudar a bien morir a los que se les escapa la vida del cuerpo a través de ensalmos que se remontan a la infancia de las duras rocas sardas.
La niña Maria lo ignora, pero a medida que pasa el tiempo y va creciendo, las salidas nocturnas de la tía Bonaria se le hacen más sospechosas hasta que descubre su labor contra natura. El amor y la confianza que le tenía se desvanecen y huye a Turín de un destino que le parece abominable pero que la perseguirá.

Alrededor de tía e hija pulula un mundo de silencios y secretos, de mujeres de negro en apariencia sumisas pero que son las verdaderas voluntades que mantienen al pueblo en pie y hacen crecer la vida, mientras los hombres la ahogan a vendettas. Un mundo de vendimias, alegres bodas, postres ancestrales (cuyas recetas podéis apreciar en el apéndice del libro), solidaridad vecinal y ausencia de miedo a morir.

Lo recomiendo por ser un libro curioso, interesante, bien escrito, ameno (lástima que en la segunda parte se desinfle un poco) que pone sobre el tapete la eutanasia con gran naturalidad, sin dramatismos ni prejuicios.

Sybila @YoLibro

martes, 23 de octubre de 2018

MUERTE DE UN HOMBRE FELIZ. Giorgio Fontana


Recién terminado el libro y aún conmocionada por esta historia tan humana, tan emotiva como elocuente, con unos personajes tan cercanos y honestos, tan sencillos como profundos, que me ha trasportado a mi infancia cuando nuestros telediarios abrían con el  secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas, haciendo macabra compañía a los desgraciadamente casi cotidianos de ETA.
Eran los llamados Años de Plomo, cuando las bandas terroristas comunistas bañaban en sangre varios países de Europa (ETA en España, Brigadas Rojas en Italia, Baader Meinhof en Alemania) tratando de imponer su revolución contra el estado por las armas, asesinando a inocentes cuyo único pecado era ser de una ideología contraria a la suya. Y así se cebaron con la Democracia Cristiana italiana.

Este no es un libro de intriga o policíaco, a pesar de lo que cuentan en la contraportada para atraer al lector.

Este es un libro hermoso y necesario que reflexiona sobre qué es la Justicia y cómo aplicarla en los casos que más exaltan a la sociedad. Esta reflexión la encarna el protagonista, el fiscal Colnaghi, inspirado en dos magistrados antiterroristas asesinados en Milán por las Brigadas Rojas, según reconoce el propio autor, y que sigue la máxima que le transmitió un sabio juez: “Nosotros no debemos ser los de la ira” ante los casos más sangrantes.

Durante la investigación del asesinato de un político democristiano por un grupo terrorista de izquierdas, Colnaghi, un hombre sencillo, introvertido, hecho a sí mismo desde la orfandad de un partisano de la II Guerra Mundial, con una profunda fe católica que le impide albergar cualquier sentimiento de venganza y un no menos arraigado sentido de la justicia, se ve empujado a  practicar un difícil ejercicio de autocontrol en este caso inhumano que clama el ojo por ojo y lo que es aún más complicado, trasmitirlo a sus compañeros de tribunales, contaminados por las luchas políticas y la endémica corrupción estatal que roe Italia desde sus cimientos históricos, para los que es más fácil ceder a la demanda rencorosa de la sociedad y la familia del difunto antes que hacer Justicia.

Pero el autor no sólo quiere que nos cuestionemos sobre el sentido de la Justicia. Quiere reivindicar a la par a esos obreros de la Lombardía que, apaleados por el fascismo, se unieron de forma clandestina a las filas comunistas al final de la guerra, muchos sin entender la teoría, sólo aferrándose a la promesa de un mundo mejor para sus hambrientas familias, en la figura del padre de Colnaghi, asesinado por los últimos fascistas de la República de Salò.

Así, el libro se construye sobre dos historias paralelas que confluyen en una no por más universal menos conmovedora: el amor paterno-filial.

Y sin darte cuenta, Giorgio Fontana te ha puesto contra la pared, te ha removido la conciencia, te ha llegado al corazón, te ha vuelto a recordar que lo realmente importante en la vida, lo que te separa de la barbarie vengativa, son las cosas sencillas: la familia, los amigos, el amor que das y el que recibes.

Admirablemente escrito, con gran pulso narrativo, ágil de pluma, pausado en los pensamientos, con el manejo justo de los tempos entre ambas historias y evocadoras descripciones de las calles de la gran metrópoli Milán que contrastan con la rudeza sincera de la aldea lombarda, es tan hábil en mostrar la humanidad de los personajes que confieso que se me han saltado las lágrimas en más de un párrafo. No me extraña que le concedieran el prestigioso premio Campiello.

Muerte de un hombre feliz es un libro que  hay que leer.

Sybila


Destacado

El jardín de los Finzi-Contini. Giorgio Bassani

 " Yo, igual que ella, carecía de ese gusto instintivo que caracteriza a la gente corriente [...] más que el presente, contaba el pasad...