lunes, 30 de marzo de 2020

BROOKLYN FOLLIES. Paul Auster.


No me da vergüenza confesarlo: le tenía una fobia desmedida al señor Auster.
En parte por ser un autor tan mediático, en parte por ese aura de profeta de la “gauche divine” que dicen los franceses, de autoridad moral en el compromiso social norteamericano.

Pero como para opinar con fundamento hay que probar, dejé a un lado mis recelos y me decanté por esta joyita que me aseguraron amena y de fácil lectura, bastante alejada de sus tótems como Trilogía de Nueva York.

He de decir que me ha sorprendido y encantado su capacidad para construir personajes estrambóticos (muy neoyorkinos), antihéroes y perdedores con más empaque que John Wayne; su habilidad para convertir lo estrafalario en rutinario, lo anecdótico en cotidiano. Y sobre todo, lo que más me ha gustado es su facilidad para la fabulación. Con ello me refiero a la destreza para encadenar una historia con otra, como si se trataran de matrioskas rusas, de forma que cada personaje que aparece en escena aporta tal bagaje que desestabiliza y enreda el hilo argumental, lo cual es fascinante y entretenidísimo para todo lector que ame que le cuenten cuentos (y yo me encuentro entre ellos).

Sólo le encuentro un pero y es el remate de las distintas historias. Lo que iba camino de ser una novela crítica, de escépticos supervivientes que sueñan con el “Hotel Existencia” (¡qué hallazgo literario!) vira hacia un romanticismo políticamente correcto, hacia el positivismo de la tragedia, privándola así del regusto ácido que la hubiera situado en otro nivel.

Aun así, no dejen de sumergirse en la escritura-río de Auster, donde la acción fluye como un torrente, con meandros vivaces de conversaciones que tocan todos los palos, desde la literatura hasta la política, pasando por el desamor, en una estupenda traducción (algo que se agradece y revaloriza la narración).
Auster escribe con entusiasmo compulsivo y ello se contagia al lector, convirtiendo la lectura en un momento de placer.

Absolutamente recomendable. Me uno desde ya al club de admiradores de este autor.

Sybilalibros

domingo, 29 de marzo de 2020

CONFIDENCIAS DE UN APESTADO. Francisco Santos


El ideal de algún filósofo es la vida especulativa, indagadora en lo invisible, sin interferencias del mundo físico ni de los sentidos, herramientas trucadas. La aspiración de algún otro filósofo es no tener ideales, vivir la vida como viene, juntarla con la muerte en la misma nadería.
 Ambos fracasan. La vida es mezcla, prueba y error sin que podamos escapar del laboratorio; somos analistas analizados, nos pongamos la máscara o mascarilla que escojamos. Filosofar es topar contra el mundo. Es elegir.
 En esta historia ejemplar Lucio debe optar entre el Bien y el mal, como todos, pero él es consciente de ello; esa es su rareza, que se interroga. Cree en la libertad y piensa que los actos tienen consecuencias. Este modo de ser es poco común, contra el optimismo de la mayoría.

 ¿Estamos, pues, ante un relato farragoso, de grandes temas, difícil de comprender por las citas a santo Tomás de Aquino o Spinoza? De ningún modo. Gracias al envoltorio de fantasía o ciencia ficción, que ambos géneros roza, es muy ameno y original.

Como nada nace de la nada y no hay lectores vírgenes, cada libro bueno recuerda a otros. En este caso, me llega, para bien, un aroma de Kafka, con algo de Dino Buzzati y tanta literatura sobre la soledad de los trenes.
 Otra virtud de este libro es que me ha descubierto al pintor Malevich, merece la pena informarse de su vida y obra.

 Son 113 páginas, las justas, para disfrutar, pensar y proponerse uno huir del adocenamiento. Leo la edición de Ediciones Oblicuas, noviembre de 2019, semanas antes de la pandemia que va a alterar nuestra percepción para siempre.

Luis Miguel Sotillo Castro

viernes, 27 de marzo de 2020

EL DIA DE LA LECHUZA. Leonardo Sciascia.


Aquel que sea amante de “El Padrino” sabrá que en ningún momento de la película se pronuncia la palabra “Mafia”, tan sólo se habla de negocio y familia.
No es casualidad ni capricho del director, sino algo que tiene mucho que ver con la esencia de esa terrible organización: la Omertà o ley del silencio.

Algo parecido ocurre en esta novela, la primera que habló abiertamente de Mafia y con esa palabra en la Italia del s. XX referida, sin reparos, a una entidad  invisible pero palpable, negada pero existente, dedicada a la delincuencia organizada y que conforma las venas por las que corre la sangre del Sur italiano.

“El día de la lechuza” es la crónica de la investigación de un asesinato cometido en mitad de la plaza de pueblo siciliano, a plena luz del día y en presencia de testigos que resultarán mudos y sordos. Bellodi, íntegro capitán de carabineros, expartisano y del Norte del país, aún sin contaminar por el temor perpetuo y las deudas de honor que afectan a los lugareños,  se da de bruces contra la Omertà a la hora de realizar su trabajo.

Un suceso tan claro en apariencia se convierte en un intrincado laberinto de silencios tan densos como el moscatel de la tierra, con pasillos que conducen a la turbulenta política de posguerra italiana, inmersa en una corrupción brutal de cargos públicos y en una guerra bronca entre comunistas y fascistas. El hilo de Ariadna se mueve entre mínimos gestos que dispensan la vida y la muerte, pero que constituyen un vocabulario casi inescrutable para el franco y directo discurso del capitán, alter ego del autor.
Los personajes son oblicuos y contumaces como el granito siciliano; los sentimientos, escondidos bajo una áspera toquilla negra; los pensamientos, sentencias milenarias y los diálogos con mafiosos, tan memorables como las ruinas Agrigento.

Bajo esta costra calcárea e insidiosa, late el profundo amor de Sciascia por su tierra y su ardiente deseo de que se deshaga del yugo bajo el cual vive sometida. Él, idealista convencido, cree que el comunismo y la tolerancia podrían sacar a la isla de esa sumisión, visto que la brutal represión sufrida bajo el fascismo no sólo no consiguió acabar con la Mafia sino que se recrudeció tras su caída.
Obra de denuncia, valiente, comprometida, inteligentemente escrita, con un estilo ágil que también gusta de pequeñas y jugosas paradas para inquietantes reflexiones. No hallará el lector ni violencia física, ni descripciones sangrientas, ni tremendismo amanerado, pero sí vivirá el mismo estremecimiento e impotencia que el capitán Bellodi ante la desidia de las autoridades.

Creo que, aunque luego se han escrito obras mucho más explícitas, profusamente documentadas y cruentas como la Gomorra de Roberto Saviano y hecho variadas películas y documentales sobre el tema, hay que leer esta novela. En su sencillez y brevedad se alza la primera voz pacífica contra la vergüenza italiana.

Y sí, también hay propina cinéfila: excelente film protagonizado por la bellísima Claudia Cardinale y Franco Nero.

Sybilalibros

jueves, 26 de marzo de 2020

SOY LEYENDA. Richard Matheson


Comienzo con algo discutible, como cualquier cosa que yo diga: Matheson, también guionista de la serie televisiva “The Twilight  Zone”,  es un fenómeno de la literatura, no solamente de la ciencia ficción. Estadounidense de padres noruegos, vivió entre 1926 y 2013. “El hombre menguante”, llevada al cine maravillosamente en 1957, “La casa infernal”, “En algún lugar del tiempo” son novelas extraordinarias. Notables “El último escalón” y varios de sus relatos.

Me costó mucho encontrar “Soy leyenda”, novela de 1954,  alabada por Carlos Pumares en su programa de radio; era la época antes de Internet. Valió la pena, la lectura me maravilló y conmocionó, desde el primer párrafo hasta el último. Terror, vampiros, suspenso, ciencia ficción; leo por ahí que va de eso. Vale, porque trata de una pandemia provocada por una guerra bacteriológica. Es principalmente una novela sobre la soledad del hombre entre extraños. Estar solo es llevadero cuando verdaderamente lo estás, pero, ¿Qué ocurre si no hay nadie como tú, si vives entre hombres con los que no compartes ser de la misma especie, si se trata de sobrevivir ellos o tú, no pudiendo hacerlo ambos?
 La paradoja de que una cosa puede ser su contraria, en la vida, en la ética, bajo ciertas circunstancias. Que la cara oculta de la Luna sea en realidad la brillante, la arena rubia de playa fango. Comer el gusano, tirar la manzana.
  Matar a quien amas porque es otro.
 No tengo a mano mi ejemplar ni recuerdo la editorial; pero es fácil de encontrar, desde que la leí se ha editado varias veces.
 Lean, que yo me lavo las manos.

Luis Miguel Sotillo Castro

miércoles, 18 de marzo de 2020

SECUESTRADO. Robert Louis Stevenson



Novela de 1886 que, para felicidad lectora, tiene una continuación: Catriona. Hace décadas, mucho me costó hallar esa segunda parte; la alegría del hallazgo me recompensó, no digamos su lectura.

 En Secuestrado, llamada en su primera edición española Las aventuras de David Balfour, original Kidnapped, David nos cuenta sus peripecias en primera persona. Víctima de la maldad de su tío Ebenezer, es secuestrado para ser vendido como esclavo, naufraga, sobrevive en una isla desierta para continuar sus aventuras en las Highlands escocesas. Participa en los dramas jacobitas del siglo XVIII, de la mano de Alan Breck Stewart, personaje histórico este, por cierto. Los jacobitas fracasaron con persistencia en su empeño de reponer en el trono isleño  a los Estuardo.

 ¿Por qué Stevenson es adorable, es decir, merecedor de adoración? Para cada lector, porque lo ve como un amigo, para la gente, porque es para todos los públicos, en el mejor de los sentidos. Sus libros son de aventuras, sus finales son generalmente felices; pueden disfrutarse desde la última niñez hasta la veteranía lectora más impenitente.

 Lo excepcional en el escocés es la profundidad bajo la peripecia aventurera. Analiza el alma humana rectamente, sin meandros ni laberintos filosóficos para iniciados. La lucha entre el Bien y el Mal está en toda si obra; de manera más oscura o pesimista en Jekyll y Hyde o The Master of Ballantrae, más luminosa en el resto.

 David Balfour es un personaje inolvidable, por bien construido, porque querríamos ser él. Esa es la clave de nuestra adoración. David se indigna, se asombra ante el mal. Es bueno, pánfilo. Saldrá ileso, casi, de su travesía por la vida gracias al socorro amistoso de Alan Breck Stewart, personaje infatigable, astuto, conocedor de hombres y paisajes. La amistad es otra felicidad en los relatos de Stevenson; cuando veo la camaradería en el cine de Howard Hawks me digo: este leyó a Robert Louis.

 La bondad tiene fama de sosa. Stevenson la hace atractiva. Porque la indignación asombrada de Balfour ante el mal no lo paraliza ni lo vuelve malvado. Aprende. Lucha sin emplear las armas del enemigo, actúa con principios. ¿Triunfa? Lean esta novela. De eso se trata. Serán felices e intentarán ser mejores personas. Es el efecto que causa Tusitala, “el que cuenta historias”, apodo que la gente del Pacífico Sur dio a Stevenson.


Luis Miguel Sotillo Castro

martes, 17 de marzo de 2020

LAS CHICAS DE CAMPO. EDNA O´BRIEN.


Que la primera novela de Edna O´Brien fuera un escándalo y conmoviera los cimientos de la tradicional y católica Irlanda nada más publicarse no tiene nada de extraño, habida cuenta de que lo que narra poco tiene que ver con la  bucólica Eire de bardos, leyendas, sano humor y camaradería. O al menos, no en el modo del tópico al que estamos habituados.

Chicas de campo es el relato de dos vidas entrelazadas: la de la ingenua y tímida Caithleen, procedente de una familia campesina muy venida a menos, cuyo desamparo la empuja hacia la compañía  de la tan insoportable como resuelta Baba, perteneciente a una desequilibrada familia burguesa adinerada en desvaríos. Su historia parece abocada a una más de las existencias anodinas que se apagan en el mísero y cada vez más despoblado mundo rural de la Irlanda de posguerra.
 Sin embargo, un hecho va a sacudir la urgente necesidad de independencia de las jóvenes que se materializará en el Eldorado de Dublín, donde pensiones de extraños trashumantes, amores a cambio de diversión o un par de medias, fracasos y decepciones traerán la añoranza de la inocencia perdida, aquella de los días de colegio, contacto con la naturaleza, diversiones rústicas, de internados claustrofóbicos, del encuentro con el primer amor.

Chicas de campo es novela de iniciación, en ocasiones a trompicones y alocada como Baba, en otras, balbuciente e insegura como Cait, donde el paso de la infancia a la madurez se hace de manera brusca y traumática con el único bálsamo de un amor clandestino.

Es novela de concienciación, la de la situación de las mujeres irlandesas sometidas a sus maridos y a los dictados de la Iglesia Católica, que las encerraban en el único papel de madres y esposas; de reivindicación de la Mujer, de las que quisieron escapar a este destino abrazando el consuelo de la infidelidad, o huyendo hacia la capital, Tierra de Promisión, donde se había instalado el s. XX y los valores tradicionales quedaban diluidos en el aire contaminado del progreso; las más, soportando su infelicidad por cuestión de Fe.

Pero sobre todo es novela de ganas de vivir, de rebeldía, de intimidad de sentimientos y de sexo desinhibido, algo que, en la ultracatólica Irlanda, le valió a la autora la proscripción e incluso la quema de libros.
No olvida, finalmente, O´Brien la tradición celta, que asoma en personajes peculiares, ocurrentes, mezquinos y vividores retratados  admirablemente; en tonadas tradicionales, en internados conventuales de estrictas monjas, en ese alcoholismo endémico, azote de la isla y sus mujeres así como en la inevitable emigración.

Un estilo limpio en la narración, ágil en el diálogo e íntimo en la descripción completa la excelencia de la historia y hace de este libro toda una lección magistral en un debut literario, que, no en vano, supuso el reconocimiento internacional e inmediato para su autora, situándola en el nivel de Eudora Welty o Flannery O’Connor, expertas también en el universo femenino del profundo Sur, de quienes se reconoce deudora Edna O´Brien.

Para los que nos hemos quedado con ganas de más de esta inteligente autora, Errata Naturae promete la progresiva publicación del resto de sus obras en español.

Sybilalibros





lunes, 16 de marzo de 2020

LA POSADA JAMAICA. Daphne du Maurier


Me cuesta la vida reseñar a Daphne du Maurier, porque es tan extraordinaria, tan ricas sus novelas, tan apasionantes sus personajes, tan bien construidas sus tramas, que prefiero no analizar lo escrito sino simplemente dejarme llevar por él, disfrutarlo en su plenitud y deciros que hagáis lo mismo.
Pero entiendo que algunos amigos lectores aún no han leído a esta magnífica autora y necesitan más datos que les empuje a ello. Por eso me obligo a redactar esta reseña cuando aún estoy calada por la lluvia persistente de Cornualles y la humedad ponzoñosa de la posada no se me va ni con agua caliente.

“La posada Jamaica” es un novelón, muy distinto de Rebeca o Mi prima Rachel, primerizo, pero que ya cuenta con todos los ingredientes maestros que hacen de los relatos de su autora verdaderas joyas literarias. Se podría encuadrar por temática y ambientación en la estela de la novela gótico-romántica de las Brontë, pero da un paso más allá, dejando a un lado las pasiones amorosas y ensalzando la realización personal.

También podría definirse como novela de aventuras al estilo de las del XIX, a la sombra de Walter Scott, pero las actividades contrabandistas en la brumosa y salvaje Cornualles no son más que la excusa para demostrar la violenta verdad del alma humana, despojando de todo romanticismo al delito y sus cultivadores.

Ante todo y por encima de todo, La posada de Jamaica, es la novela de lo que es capaz una mujer, Mary Yellan, que no quiere vivir ni amedrentada ni mantenida por los hombres. Rodeada de miserables durante todo el relato, sin nadie en quien confiar, Mary declara a hombres terribles no tenerles miedo, aunque esté aterrorizada, porque sabe que si les teme es su prisionera. Y ella es libre. En este sentido, es una novela tremendamente feminista (y está escrita en 1936) que no escatima una coma para reflejar lo que supone el maltrato físico y psíquico de una bestia (el tío de la protagonista) para la anulación de la persona.

El argumento creo que es conocido: Mary Yellan, una joven y valiente huérfana se traslada a vivir con sus tíos a una siniestra posada en las solitarias costas de Cornualles donde se encuentra con que su tía vive machacada por la brutalidad de su esposo alcohólico que por otra parte es jefe de una sanguinaria banda de contrabandistas. Mary podría huir pero prefiere hacerle frente a su tío e intentar salvar a su tía antes de que sea demasiado tarde. Y de esta manera se ve envuelta en los sucios negocios de su familia, encubriendo crímenes y buscando una salida desesperada sin más ayuda que la del escurridizo párroco de la ciudad o la del no menos peligroso hermano de su tío. La aventura está servida.

Daphne du Maurier, escritora elegante, cultísima y cosmopolita, demostró en sus novelas que para ser ciudadana del mundo no hacía falta salir de su residencia de Cornualles, donde sitúa la mayor parte de sus obras. En “La posada Jamaica” el paisaje es un personaje determinante para el desarrollo de la trama: los ominosos páramos, las traicioneras ciénagas, los ríos que cantan como taimadas sirenas no sólo esculpen una naturaleza agreste de leyenda artúrica sino también unos personajes esquivos, atormentados, oscuros e imprevisibles (se comprende la fascinación de Hitchcock por ella).

Clandestina como un barril de contrabando, pavorosa como el ulular del viento, angustiosa como un naufragio contra el miedo, palpitante como el pábilo de una vela, claustrofóbica como una charca infecta, imprevisible como la mente retorcida del tío Joss. Así es “La posada Jamaica”.

ADENDA: Hay adaptación al cine realizada por el maestro Hitch en su temprana etapa inglesa con Maureen O’Hara y Charles Laughton como protagonistas. Sin embargo, los escasos medios con los que fue rodada y la traición al secreto de la novela, desvelado en la segunda escena de la película, no hacen recomendable su visionado desde mi punto de vista. Entiendo el enfado de la autora con el director tras ver el destrozo que había hecho. En fin, el mejor escribano echa un borrón.

Sybilalibros

jueves, 12 de marzo de 2020

PLAINSONG. Kent Haruf


Descubrí a Kent Haruf con su bellísima obra póstuma “Nosotros en la noche” (que recomiendo con pasión) y quedé prendada del lirismo de lo cotidiano y la humanidad que impregna toda su creación. Esta novela es otra buena muestra de ello.

“Plainsong” o “Canción de la llanura”, que también podéis encontrarla bajo este título, no es nada más (y nada menos) que el relato de las pequeñas historias de unos personajes aparentemente pequeños en una pequeña ciudad ficticia de Colorado, Holt, donde el autor sitúa todas sus obras: los hijos de un desencantado profesor de instituto que tratan de encontrar solos su camino tras la huida de su madre; Victoria, una chica de 17 años que al descubrir que está embarazada de alguien que apenas conoce es expulsada de casa por su madre; y los hermanos McPheron, dos viejos granjeros solterones sin apenas contacto humano que aceptan acoger en su casa y en sus vidas a la chica, constituyen el trípode sobre el que se asienta la narración.

Sus historias, narradas en paralelo, a veces se entrecruzan, otras divergen, constituyen un todo conjunto honesto, auténtico, bello y tan humano que se puede sentir en nuestras yemas cuando pasamos las páginas.

Huye Haruf de tramas complicadas haciendo gala de una sencillez narrativa casi insolente (me recuerda muchísimo a esa otra oda a la naturalidad que es “Stoner”) porque lo que verdaderamente le importa son los personajes, lo que yace detrás de ellos. Él suelta a sus desamparados protagonistas en mitad de la noche, los enfrenta al mundo más peligroso, el de la inercia amodorrada de provincias, y se desencadena la onda expansiva de vértigo, desamparo, esperanza, amor y perdón, donde la granja de los hermanos McPheron, en su grandiosa humildad, constituye sin saberlo el edén inmutable, el Shangri-la de Colorado donde no llegan los zarpazos de la vida.

En la misma línea se mueve la escritura de Haruf, donde lo que sobresale no son los alardes lingüísticos sino los espacios en blanco, las palabras no dichas, los pensamientos acurrucados, los sentimientos amordazados, porque el que habla es el corazón en carne viva, sin intermediarios vocales. Tanto es así que los diálogos no vienen marcados por el habitual guion ortográfico, siendo el lector el que otorga la palabra a cada personaje. De esta manera consigue el autor eliminar la “cuarta pared” de papel, implicándonos plenamente en el relato.

Otras veces es la descripción de la atmósfera de Holt la que nos cuenta lo que está pasando:
          “El aire se estaba volviendo afilado, con un desmayado sentimiento de soledad futura. Algo inexplicable pendía del aire”

Esto es maestría, sin más.
Termino con una frase de uno de los hermanos inmutables al otro, que define muy bien el espíritu de la novela:
          
“Te vas a morir un día sin haber tenido suficientes problemas en tu vida. Al menos no de la clase adecuada”

Espero sinceramente que leáis a Haruf, cualquiera de sus novelas. Os volveréis a encontrar con vosotros mismos.

NOTA BENE: Yo he leído la edición de Planeta que está agotada. La nueva edición corre a cargo de Penguin Random House que traduce el título al castellano y es la que os pongo en la foto para que podáis localizarla.

Sybilalibros

miércoles, 4 de marzo de 2020

LA MUJER DE UN SOLO HOMBRE. A. S. A HARRISON


Renombrado thriller psicológico, tanto por el contenido como por el tratamiento de éste, pues la autora y la protagonista son psicólogas, de gran repercusión en USA. 
Muy bien escrito, con una prosa cuidadísima, con una trama encajada por mano de relojero, pero en ocasiones un poco cargante debido al celo de Harrison por resaltar el mínimo detalle y por la, a mi modo de ver, excesiva distancia que toma respecto de sus personajes, como si estuviera novelando el historial de un paciente.

Jodi y Todd son la pareja ideal, al menos en apariencia: gozan de buenos trabajos que les permiten un nivel de vida tan holgado como para vivir en un espectacular ático en Chicago y comer a diario de delicatesen.

La estabilidad comenzará a descompensarse con la nueva infidelidad de Todd. Ya ha tenido otras que Jodi ha pasado por alto por no arruinar un estatus que conforta a los dos. Pero esta ocasión es diferente: la chica en cuestión es muy joven y además es hija de un amigo de Todd. Este hecho desata la inteligencia de Jodi que decide poner en marcha un maquiavélico plan para escarmentar a su marido. Pero los acontecimientos se precipitan y la paciente esposa se irá trasformando en una Parca que mueve los hilos a medida que va tomando decisiones más osadas que la pondrán al borde del abismo y a los lectores.
Narrada a dos voces, en capítulos alternos según la vivencia de la pareja protagonista, aparte de un calculado thriller, es una demoledora visión sobre el deterioro de la vida en pareja.

Sin grandes sorpresas ni giros, juega su baza en las respuestas de sus personajes una vez que son llevados al límite.
Al final me decepcionó un poco (una está muy resabiada) pero lo recomiendo porque ante la sobreabundancia de thrillers kioskeros, este goza de cierta calidad literaria.

Como curiosidad, la autora falleció antes de la publicación de este libro, lo que lo convierte casi en objeto de culto para fanáticos del género.

Sybilalibros

domingo, 1 de marzo de 2020

UNA CHICA EN INVIERNO. Philip Larkin

De esas veces que escoges un libro sólo porque te atrae el título. No conoces al autor, no lees contraportada, no consultas opiniones en redes sociales, no quieres saber de lo que trata.
Lo que se dice saltar sin red y caer sobre una obra maestra.

Empiezas a leer y desde el primer momento te das cuenta de que no es una novela cualquiera, que el mimo en unir las palabras proviene de un amor especial por el lenguaje, que esa manera en la que una mirada cobra vida en tinta de imprenta no es casualidad, que unos personajes tan auténticos, despojados de todo adorno literario no provienen de cualquier pluma. Entonces vas a la solapa del libro y lees.

Lees que  Philip Larkin es toda una institución en el Reino Unido; formado en Oxford, alma de poeta que sólo escribió dos novelas (ésta una de ellas), bibliotecario y crítico de jazz. Y comprendes.

 Y tu cerebro dibuja una sonrisa de satisfacción porque la poesía de Larkin es el alma de esta obra en la que la protagonista es una enigmática chica, Katherine, bibliotecaria en precario y extranjera sin pasaporte conocido para el lector en una oscura provincia de la Inglaterra castigada por la II Guerra Mundial, que intenta reconstruirse a sí misma tras verse forzada al destierro. Sus ladrillos serán los encontrados sentimientos que le produce su trato con los ingleses y el recuerdo de un feliz verano adolescente en este país, gracias a un trivial intercambio epistolar que la puso en contacto con Robin y su arquetípica familia rural británica. Una carta de Robin, 6 años después, agitará la existencia de Katherine y la empujará a componer esta brillante novela.
Porque son los pensamientos, las emociones, los sueños y las decepciones de Katherine los que articulan la narración.

La acción, accidentes confabulados con una meteorología tan perversa como la que preludia las nieves, mientras el autor conduce, con una prosa exquisita y sencilla, por ese limbo angustioso de la educación británica, entre la amabilidad y la distancia; por la soledad, por el recelo al extranjero, por tenebristas consultas de dentistas, por la indolencia de un paseo en balsa por el Támesis, para lamentarse de sus compatriotas.

Al final Katherine bajará de la pluma del escritor, se volverá y le dirá con ese acento insinuado pero no aclarado: el invierno no tiene raíces.
Novela del desarraigo para lectores inteligentes, pues serán ellos los que deban rellenar los vacíos de información del relato, interesantísima, enamoradiza a pesar de su antirromanticismo y una lectura a la que volver cada vez que haya escarcha en los cristales.
Absolutamente recomendable.

Sybilalibros

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