“Todos
nuestros ayeres”
(bello título) nos cuenta la historia de dos familias en una ciudad del Norte
de Italia antes y después de la guerra: una rica y la otra medioburguesa. El modo
de vida despreocupado prefascista, salpicado de absurdos problemas y discusiones
banales, donde los coqueteos amorosos conducían a peligrosos flirteos
políticos, convulsiona con el estallido de la II GM. Las muertes de miembros de
ambas familias arrastran a los supervivientes a un vacío de sueños rotos cuando
no a un exilio más abrumador que la nada, extrayendo de cada uno su verdadero
ser, o quizás el loco que llevaba dentro y no lo sabía.
Ginzburg ofrece una visión de la 2 GM en Italia
distinta, una vez pasado el primer momento de ira de “Y eso fue lo que pasó”,
su novela de 1947, al borde mismo del fusil. Aquí nos habla desde la distancia
de un pueblucho de los Abruzos, desde la clandestinidad, desde la cooperación
fascista, desde la soberbia de los ricos, desde la ingenua revolución de los
pobres, desde la cotidianidad de la pastilla de jabón hasta el novio tras la
reja, desde un inconcebible humor en la miseria. Pero siempre como ella
escribe, sin juicios de valor, dejando a sus personajes a su albedrío, con
elegancia, con sabiduría ancestral.
La biografía
de Ginzburg está siempre en el trasfondo de sus novelas: librepensadora, hija
de intelectuales antifascistas, casada con Leone Ginzburg, cofundador de la prestigiosa
editorial Einaudi, sufrirá la persecución de Mussolini por ser judíos y contrarios
al Duce. Empujados con sus hijos a un destierro siempre alerta en esa estepa
siberiana italiana que son los Abruzos, el hostigamiento acabará con la prisión
y tortura hasta la muerte del marido en la tristemente famosa cárcel de Regina
Coeli.
Mientras lees “Todos
nuestros ayeres” percibes entre líneas el desarraigo, el miedo a ser diferente,
la desolación y, sobre todo, una tristeza muy íntima que Ginzburg traslada a sus
personajes, sus seres queridos.
De todas las obras
que le he leído es la que más me ha gustado. Sigo sintiendo esa afinidad
confortable cuando la leo que me hace sentir en casa.
Os animo a acercaros
a su obra; Lumen la tiene muy bien editada. Si conectáis con ella, tendréis una
amiga para toda la vida.
Sybilalibros
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