miércoles, 22 de mayo de 2019

TODO CUANTO AMÉ. Siri Hustvedt


No me ha convencido mi primer contacto con Hustvedt, una autora que me venía recomendada con un aura de brillante intelecto (que sin duda posee) y complejidad reflexiva. Pero tales dones no hacen una novela, sobre todo si se escribe marcando distancias con el lector, de una manera fría y tan intelectualizada que los muchos sucesos emocionales que padecen los personajes rara vez conmueven, a pesar de los apasionantes temas que se tocan en la narración: el dramático proceso de creación artística, el frívolo y voluble mercado del arte neoyorkino donde críticos caprichosos marcan las tendencias internacionales o los trastornos de personalidad.  Estos circulan entre otros más convencionales como las dificultades en las relaciones de pareja y el complicado mundo adolescente.

Pero vayamos al argumento: Leo Hertzberg, profesor, crítico de arte y narrador de la historia, traba amistad con un pintor desconocido, Bill Wechsler, al que decide ayudar a darse a conocer, conmovido por la fuerza de sus imágenes y lo que cuentan, a pesar de que su estilo figurativo no está en boga en el mundillo artístico. El relato de sus vidas, sus amores, hijos, inquietudes filosóficas y existenciales,  se entrecruza con el de las sucesivas exposiciones, auténticos marcadores temporales de la novela, estableciendo ciertos paralelismos entre las vicisitudes familiares de los dos amigos con los temas que definen cada colección pictórica.

Estructurada en tres partes, las dos primeras están enfocadas al  análisis del proceso creativo a la par que cuentan la fundación de sendas familias por parte de los dos protagonistas,  tan conectadas entre sí que incluso vive una encima de la otra, y los inesperados caminos que la vida tiende a los dos amigos. A raíz de un suceso trágico, el último tercio de la novela vira hacia el estudio psicológico de los trastornos adolescentes puestos en paralelo a la moda de la violencia como Arte.

El libro se hace pesado. La acción se demora a ritmo de exposición en galería: parada ante cuadro, análisis relacionado con las existencias de los protagonistas, comentario, siguiente cuadro; hasta llegar a la última parte en la que se desparrama en excesos argumentales mientras los personajes adultos asisten resignados a su puesta en escena.

Honestamente me parece un libro desmesurado, en el sentido griego clásico del término, tanto por el número de páginas como por la introducción de tantos temas de discusión que pierde la noción de novela para convertirse en un híbrido entre la filosofía y la psicología del Arte y una crítica a la farándula que puebla el arbitrario mundo de las tendencias artísticas a modo de erudita charla en ático de liberales pero acaudalados judíos neoyorkinos.

Hustvedt derrocha conocimientos, sabiduría a la hora de divulgarlos y buen manejo de la discusión, pero carece (en esta novela) de la sustancia que alienta a los relatos y no trasmite emociones.

Para mí ha sido una pérdida de tiempo la lectura de este libro, no me ha aportado nada, ni siquiera en el ámbito de la filosofía-psicología del Arte (de las que ya sé bastante gracias a mi carrera). Puede que a un lector interesado en estos temas le atraiga. A mí se me han quitado las ganas de leer el resto de su obra, por más premio Princesa de Asturias de las Letras que le den.

Sybilalibros @siyofueralibro

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