No me ha
convencido mi primer contacto con Hustvedt, una autora que me venía recomendada
con un aura de brillante intelecto (que sin duda posee) y complejidad
reflexiva. Pero tales dones no hacen una novela, sobre todo si se escribe
marcando distancias con el lector, de una manera fría y tan intelectualizada
que los muchos sucesos emocionales que padecen los personajes rara vez
conmueven, a pesar de los apasionantes temas que se tocan en la narración: el dramático
proceso de creación artística, el frívolo y voluble mercado del arte neoyorkino
donde críticos caprichosos marcan las tendencias internacionales o los
trastornos de personalidad. Estos circulan
entre otros más convencionales como las dificultades en las relaciones de pareja
y el complicado mundo adolescente.
Pero vayamos al
argumento: Leo Hertzberg, profesor, crítico de arte y narrador de la historia, traba
amistad con un pintor desconocido, Bill Wechsler, al que decide ayudar a darse
a conocer, conmovido por la fuerza de sus imágenes y lo que cuentan, a pesar de
que su estilo figurativo no está en boga en el mundillo artístico. El relato de
sus vidas, sus amores, hijos, inquietudes filosóficas y existenciales, se entrecruza con el de las sucesivas
exposiciones, auténticos marcadores temporales de la novela, estableciendo
ciertos paralelismos entre las vicisitudes familiares de los dos amigos con los
temas que definen cada colección pictórica.
Estructurada en
tres partes, las dos primeras están enfocadas al análisis del proceso creativo a la par que
cuentan la fundación de sendas familias por parte de los dos protagonistas, tan conectadas entre sí que incluso vive una
encima de la otra, y los inesperados caminos que la vida tiende a los dos
amigos. A raíz de un suceso trágico, el último tercio de la novela vira hacia
el estudio psicológico de los trastornos adolescentes puestos en paralelo a la
moda de la violencia como Arte.
El libro se hace
pesado. La acción se demora a ritmo de exposición en galería: parada ante
cuadro, análisis relacionado con las existencias de los protagonistas, comentario,
siguiente cuadro; hasta llegar a la última parte en la que se desparrama en
excesos argumentales mientras los personajes adultos asisten resignados a su
puesta en escena.
Honestamente me
parece un libro desmesurado, en el sentido griego clásico del término, tanto
por el número de páginas como por la introducción de tantos temas de discusión que
pierde la noción de novela para convertirse en un híbrido entre la filosofía y
la psicología del Arte y una crítica a la farándula que puebla el arbitrario
mundo de las tendencias artísticas a modo de erudita charla en ático de
liberales pero acaudalados judíos neoyorkinos.
Hustvedt derrocha
conocimientos, sabiduría a la hora de divulgarlos y buen manejo de la discusión,
pero carece (en esta novela) de la sustancia que alienta a los relatos y no
trasmite emociones.
Para mí ha sido
una pérdida de tiempo la lectura de este libro, no me ha aportado nada, ni
siquiera en el ámbito de la filosofía-psicología del Arte (de las que ya sé
bastante gracias a mi carrera). Puede que a un lector interesado en estos temas
le atraiga. A mí se me han quitado las ganas de leer el resto de su obra, por
más premio Princesa de Asturias de las Letras que le den.
Sybilalibros
@siyofueralibro
No hay comentarios:
Publicar un comentario