¡Qué manera de desaprovechar una buena idea!
Cuando ocurren estas cosas, sufres más que cuando el libro está mal escrito o
el argumento es plano.
Hurgando por biblioteca doy con este título ambientado en la Ocupación francesa (nazi, se sobreentiende). Para mí es un tema siempre atractivo, del que nunca me canso aunque se haya escrito y filmado desde casi todos los ángulos.
Rozier, el autor, nos ofrece una visión con un nuevo valor añadido para los amantes de los libros: una joven francesa, amante de la literatura y lengua alemanas (una abominación para sus compatriotas) decide salvar en su sótano los libros que posee de autores alemanes proscritos por el Reich, en particular Thomas Mann y Heine, no tanto por resistencia al invasor sino por amor a la lectura. A medida que transcurre la guerra y sus conocimientos de alemán la hacen indispensables para el ejército de ocupación, toma conciencia de su pasividad y decide dar un paso al frente escondiendo a un judío en el sótano (siento adelantar este giro pero es indispensable para el comentario. Además, la editorial en sinopsis da aún más información). Y aquí comienza, desde mi punto de vista, la desorientación de la buena premisa del comienzo, perdiéndose en desvaríos lingüísticos sobre el yiddish, nuevo centro de la novela.
Ello tiene una explicación si se lee solapilla sobre el autor: director de la Casa de la Cultura Yiddish de París. Y claro, barre para casa siguiendo, además, la estela actual de revisionismo sobre el mucho colaboracionismo y la poca pero afamada Resistencia, desde una actitud incisiva y revanchista que hace un flaco favor a la novela.
Para mí, a pesar de no estar mal escrita, ha supuesto no sólo un poco de decepción sino que también me ha dejado un regusto acre por el tono empleado. Menos mal que está bien rematada.
Os dejo a vuestra elección su lectura. Igual sí os satisface.
Sybilalibros@siyofueralibro
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