viernes, 1 de noviembre de 2019

FAMILIAS. Natalia Ginzburg


Lumen nos regala en esta bonita edición tres relatos de una autora tan querida por el público italiano como injusta e incomprensiblemente desconocida por el español en su mayoría, Natalia Ginzburg. Y el descuido resulta aún más inconcebible no sólo por su calidad literaria sino por su trayectoria vital.
Se exacerba la gente con las grandes represaliadas del nazismo, Ana Frank y Nemirovsky, mientras olvida que la Italia fascista no fue precisamente un campo de rosas para los judíos, perseguidos de igual manera, sobre todo en la etapa final de la guerra, cuando los alemanes entraron a poner orden en casa de su calamitoso aliado.
“El camino que va a la ciudad” “Familia” y “Burguesía” son los tres relatos (aunque la autora siempre consideró al primero como novela corta, coincido con el criterio editorial al tratarlo de relato) que componen este volumen, escritos con una diferencia de 30 años entre el primero y el último. El lazo que los une a través de la distancia en el tiempo es la constante en la obra de Ginzburg: la familia, la casa, la mujer y su desencanto ante la situación a la que se ve abocada, la indecisión y finalmente el conformismo.
Sin embargo, sí se aprecian algunas diferencias estilísticas y de paisaje entre “El camino” y los dos siguientes, visibles en la rabia y la rebeldía que anima los personajes rurales de la historia más temprana, muestra de la juventud de la autora, cuya máxima aspiración es salir de un campo dejado de la mano de Dios y de una familia que se odia, y alcanzar el sueño dorado de burgués acomodado de ciudad, momento en que ya no importarán los enconos porque las posesiones los amortiguarán.
En los relatos siguientes, el paisaje y las familias se mudan del campo de chicharras a las monótonas calles de la periferia de cualquier ciudad en los años 70, el tono se hace más condescendiente y la autora nos hace pasar al salón de sus personajes, nos habla de sus anhelos e infortunios, de sus intentos por salir de unas existencias que no les conducen a la felicidad pero que se quedan  en rutinarias huidas hacia adelante, de relaciones construidas sobre silencios,  sin dejar regusto amargo en el lector, al contrario. Consigue que lo veamos de manera natural porque ella es la “mamma” que te cuenta la vida de sus “hijos” pero no entra en juicios de valor. Entre ellos, la absoluta protagonista es la mujer, quedando los hombres como seres incómodos con el papel que les asignó la sociedad pero entregados a ese sino. Serán ellas las que no cejen en la búsqueda de la felicidad, se embarquen en matrimonios equivocados, vivan al filo de existencias grises y salten al precipicio de la infidelidad o terminen convencidas de que un gato es el mejor depositario de su amor.
En estos cuadros tan domésticos, aparentemente anodinos habita la escritura fina, delicada y sensible de N. Ginzburg con la que teje relatos, uno al derecho, dos al revés, de los que salen personajes estrechos, inconformistas, holgados, comodones, volubles, a los que se les salta un punto y se le hace un agujero de soledad, mientras un gato juguetón devana el ovillo de las historias de un mundo a la vez íntimo y universal, reconocible para cualquier lector, sea cual sea su familia.

Sybilalibros@siyofueralibro




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