Llegué a Ozick
por el prólogo a un libro del gran Saul Bellow y me llamó la atención su manera
de adentrarnos en la lectura.
Luego, me
vinieron noticias excepcionales con su estremecedora y reconocidísima obra “El
chal” sobre mujeres supervivientes de un campo de concentración y quedé
conmocionada.
Finalmente, hallé
en la biblioteca esta novela (la única), en una fase de hambre por querer saber
más de una autora tan especial, más ensayista que novelista y escasamente
publicada en España.
“Cuerpos extraños”
es tan rara como pregona el título.
Bea, una mujer de
mediana edad, amargada y sola, humillada por su exmarido y manipulada por su
despótico hermano Marvin, recibe el singular encargo de su hermana de ir a
París en busca de su hijo pródigo Julian, que lleva una vida bohemia en la
ciudad de la luz, totalmente inaceptable para la tradicional familia
norteamericana.
Este viaje desencadenará
un terremoto que agitará los cimientos familiares ya en bastante mal estado.
Novela de
emigrantes de posguerra en París, de judíos que huyen de su origen, de
caprichosos estadounidenses en busca de aventuras existencialistas (estamos en
1952; hace nada que Camus ha publicado La Peste), de desamor, de música, de
egoísmos y mentiras (muchas mentiras), es un homenaje a “Los embajadores” (que
aún no he leído) de Henry James, el autor más admirado de Ozick.
En la novela de
James, el protagonista viaja a París donde vive el hijo de su prometida con una
mujer mayor que él para convencerle de su error y de que vuelva a los Estados
Unidos con el fin de hacerse cargo del negocio familiar. Ozick adapta el
argumento al momento revuelto europeo, le confiere una visión femenina y aporta
su condición judía para hablarnos de su desamparo tras la guerra.
Así, el viaje de
Bea se convierte en una suerte de revelación, de sacudida para tomar las
riendas de su vida y cerrar historias pasadas que la tienen atrapada en un
presente opresivo simbolizado por el piano de su exmarido, un protagonista más.
Y París será el revulsivo para que el resto de los personajes encerrados en esa
habitación decorada con profundos rencores y donde se esconden del tío Marvin/Tío
Sam se enfrenten a sus temores.
Obra compleja,
porque su estructura se basa en el viaje interior de cada personajes, dando continuos saltos
temporales que hacen difícil seguir el hilo y que, sin embargo, sirven para que
pares y reflexiones sobre lo que está contando y cómo, porque el estilo
narrativo de Ozick es un ejercicio poético, evocador, donde hablan los
sentimientos y los detalles que aparecen en escena.
Sus protagonistas son oscuros, imprevisibles,
volubles y muestran tal desgana hacia la vida que se pasean por las páginas
como si no existiera una autora que los alienta, dejándote un sabor amargo tras
la lectura.
Aunque he
disfrutado muchísimo la escritura de Ozick, puro deleite poético, creo que a la
obra le falta un poco más de fondo y desarrollo, pues al final te queda la
impresión de mera excusa como ofrenda al maestro. Aun así, la recomiendo, como
el resto de su obra.
Editada por Lumen.
Sybilalibros@siyofueralibro
No hay comentarios:
Publicar un comentario