Juan Ruiz, de Alcalá de Henares, vive entre 1283 y 1350. Un arcipreste es un sacerdote que tiene a su cargo varias parroquias por delegación del obispo. Nos lo imaginamos, en el siglo XIV, con un buen pasar, sin los apuros que sufría a menudo el clero bajo.
Hita es un municipio de La Alcarria, nunca muy poblado, pero de situación estratégica durante la Reconquista. Se apodera de él Alfonso VI en 1085, el año de la recuperación de Toledo. Para entender el entorno de Buen Amor y sus influencias, sabemos que en el siglo XIV Hita tenía barrios judíos y moros y que producía vino en abundancia.
Escrito en torno a 1340, reinando Alfonso XI, es un texto clave de nuestro idioma. Si en Mío Cid la lengua tiene la belleza espontánea de la niñez, en Buen amor tiene algo de adolescente desgarbado, mas entrañable y llena de promesas; caminando hacia la plenitud de Jorge Manrique.
Como gran clásico de la literatura que es, Libro de Buen Amor –nombre recomendado por Menéndez Pidal en 1898, pues los manuscritos conservados de la obra de Juan Ruiz carecen de título- nos da lecciones. Una, que en la Edad Media se escribía con humor, sátira, crítica, lo que contradice el tópico oscurantista. Otra, que la verdadera seguridad en uno mismo lleva a la modestia. El arcipreste cree poder, nada menos: “Dar leçión e muestra de metrificar e rrimar e de trobar”, mas al final del libro da permiso para que cualquiera amplíe o corrija su texto, con la sola condición de que lo haga bien. Eterna lección de humildad para los junta palabras.
La Celestina y don Quijote asoman en estos versos, como fantasmas que serán realidad gozosa en el futuro.
Compré barata esta edición de 1977. Tengo el número 720 de la tirada de 2000. Son tres volúmenes. El primero con un estudio sobre la época de Manuel Criado Val e ilustraciones de Eduardo Vicente, hombre este cuya biografía marcada por la guerra conviene leer. El segundo con el poema, ilustrado con iluminaciones hermosas del libro de la montería, del siglo XIV. El tercero un facsímil del códice de Toledo; una edición fotografiada, mejor dicho, del manuscrito de finales del XIV.
Termino este comentario, porque, copiando a Juan Ruiz:
Quiero abreviar la predicación,
Que siempre me pagué de pequeño sermón.
Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.
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