Bienvenidos al
infierno donde se trafica con amor, honor, familia, patria, ideales, religión y
amistad. Monedas de curso legal: coca, sexo, plata y venganza.
He conseguido
salir casi indemne de la tremenda balasera de El Poder del Perro, sólo me ha
costado un par de antiácidos tras algún pinche pasaje y más de una noche de
insomnio, a repartir entre imágenes de pesadilla marcadas a fuego en mi memoria
y esa vieja conocida de los lectores “una página más y lo dejo”, porque el libro
engancha más que una raya de coca.
No sé en qué
género clasificar esta novela-documental, porque no termina de encajar en los
cánones de la novela negra actual, ni es un thriller al uso. Creo que
narco-novela sería lo adecuado para una abigarrada trama que deambula en
opresivos círculos, como si del calendario de la Piedra del Sol azteca se
tratase, por la agónica, sangrienta, asfixiante e interesada lucha de los EEUU
contra los señores del narcotráfico, desde los años setenta hasta nuestros
días, en ese país mágico donde todo puede suceder y nada es lo que parece:
México.
El desfile de
personajes es abrumador (muchos reales, otros simplemente enmascarados tras
nombres falsos pero identificables) de forma que es difícil no perderse entre
tal maraña de gente a ambos lados de la Frontera, esa diosa caprichosa que
entrega sus favores según de dónde sople el dinero; pero Winslow ya se encarga
de llevarnos de la mano del grupo protagonista: un joven mestizo agente de la
DEA como el héroe-cowboy, una prostituta de alto standing como la chica, la
familia de narcos Barrera como los malos, el asesino a sueldo irlandés Callan
como el outsider y el padre Parada como el cura marxista redentor de indígenas.
Identidades que se diluirán, entremezclarán y evaporarán como en una cucharada
de “crack” al calor de la corrupción.
Novela de actos y
personajes brutales, convulsa, inquietante pero tremendamente adictiva, conjuga
la tradición de las historias de espías de le Carré con la violencia descarnada
de James Ellroy.
Cuenta también
con excelente prólogo de Rodrigo Fresán, director de la colección.
Aunque no apta
para estómagos delicados, la recomiendo para aquellos interesados en el eje del
narcotráfico Colombia-México, mafia italiana, CIA, paramilitares y teología de
la liberación, pues está muy bien documentada. Mucho mejor que cualquier serie
de TV: apaguen la tele y lean El poder del perro.
P.D: he leído
traducción revisada “made in Mexico” lo cual se agradece: no es lo mismo leer a
unos narcos maldiciendo con un “gilipollas” que no te los crees, que oírles un
suculento repertorio de pinches, pendejos o chingadas.
Sybila @YoLibro
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