“Más importante para España que la República y la Monarquía juntas.” Cita de Azaña, ese mal político, hablando del Prado.
Hay olvidos frustrantes, por la importancia de lo olvidado. No recuerdo mi primera entrada al Museo Nacional del Prado. Hoy es, perdida la cuenta de las visitas, uno de mis lugares favoritos. Recorro sus salas, emocionado y feliz; olvidando el tiempo, que me busca y no me encuentra. Procuro rematar la singladura en su estupenda librería.
Joven yo, quería ser Durero en su autorretrato, convertirme de mayor en el general Espínola de Las lanzas. Mas la vida es extraña como el perro de Goya, indomable como caballo que no puede montar ni el César Carlos de Tiziano. Hoy estoy en El jardín de las delicias, no siempre en la misma tabla.
Recomiendo a los visitantes primerizos que no pretendan verlo todo en un día. Acabarán obnubilados, incapaces de asimilar tanta maravilla. Al Prado, como al amor, se debe ir sin quererlo todo de golpe; con atención, lentitud e inteligencia clara.
Este libro:
Eugenia Afinoguénova, moscovita, es catedrática de lengua, literatura y cultura españolas en la universidad de Marquette, Milwaukee, Wisconsin. Nunca agradeceremos bastante la existencia de hispanistas foráneos, ya que no abundan los españoles estudiosos e imparciales.
Eugenia Afinoguénova, moscovita, es catedrática de lengua, literatura y cultura españolas en la universidad de Marquette, Milwaukee, Wisconsin. Nunca agradeceremos bastante la existencia de hispanistas foráneos, ya que no abundan los españoles estudiosos e imparciales.
María Isabel de Braganza convenció a su marido, Fernando VII, para reunir las pinturas reales en un museo, dispusieron para ello del edificio Villanueva, proyectado para otros fines. Ese es el origen del Prado, inaugurado como pinacoteca en 1819; en 1939 reabrió, tras nuestra guerra, que hizo parecer ingenuos al Bosco y Brueghel. Entre tanto, varios borbones y Amadeo; dos repúblicas desgraciadas, varias guerras, mil vicisitudes. Por suerte, si en algo estuvieron de acuerdo las dos Españas fue en la pertinencia del museo de pinturas. Leemos aquí entresijos y grandes acontecimientos del Prado durante 120 años. Si debía pertenecer al Rey o a la Nación, ser elitista o popular, gratis o de pago, de pintura y escultura o de algo más. ¿Se necesitaba protegerlo de los alrededores alborotados o abrirlo como parte del Paseo del Prado? Es un siglo XIX en el que monarcas y políticos de toda Europa se ocupan del museísmo y su influencia en las masas, en París, Londres o Berlín.
Nos enteramos de la peligrosidad del paseo del Prado, del museo rodeado de prostitución, peleas, pernoctadores sospechosos; gente que baña a sus animales en las fuentes, frente a nuestro querido edificio Villanueva. Seguimos el crecimiento urbanístico, pues la zona del museo era un arrabal. Muy apropiados al respecto los planos de la zona incluidos en el libro, además de las ilustraciones y fotografías.
Libro bien editado por Cátedra, en febrero de 2019. 370 páginas, oportuna y amplia bibliografía.
Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.
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