No se me ocurre
mejor presentación para este libro que la de festín de buen rollo, con lo que
ya valdría para apuntarlo rápidamente en lista interminable.
Pero es que
además es una novela tierna, trágica, diferente, vital, con unos personajes tan
entrañables que te los querrías llevar a tu casa para siempre.
La habilidad de
Gavalda está en dejarlos a su aire, sin ponerles cortapisas, permitiendo que se
tropiecen con la realidad, fracasen o se hundan; no los juzga ni censura, ni
los protege. Pero sí los ama.
¿De qué va esta
novela? Pues ni más ni menos de lo que expresa el título: Juntos, nada más. Es
decir, de tres personas que por una apuesta del destino acaban viviendo juntos
en un piso destartalado, noble pero venido muy a menos, tanto como su
cuestionado propietario, Philibert.
En principio, lo
único que tienen en común Franck, Camille y Philibert es el desarraigo
familiar: los tres han sufrido infancias desgarradoras, han crecido sin amor en
familias disfuncionales y su madurez hace aguas por todos lados. Cada uno
afronta sus carencias con respuestas que los aíslan aún más de la sociedad:
Philibert tartamudea compulsivamente, se comporta como un felpudo y es incapaz de encarar la realidad.
Camille se
autocastiga arrancando de sí lo único que la hace feliz y ser persona, la
pintura, mientras va añadiendo capas a la coraza impenetrable que ha construido
a su alrededor. En cambio el expansivo Franck combate todas sus frustraciones
con una gran agresividad verbal y un mal llevado desprecio hacia las mujeres.
El catalizador de
estos espíritus afligidos es el piso de Philibert, suspenso en el limbo de una
herencia, donde la convivencia que se ha autoinvitado por capricho del azar irá
sanando heridas y abriendo puertas. Y en este espacio que no es de nadie pero
sí de todos es donde Gavalda da muestras de su genialidad en el uso de los
recursos narrativos: son fantásticos los monólogos interiores de los
protagonistas, sobre todo los de Franck; es deliciosa la manera de Camille de
expresar sus sentimientos, a través de
esbozos y pinturas que va regalando a todos, ella, que no es dueña de nada, ni
de su propia vida ni su destino;
ambientes y situaciones se construyen a base casi exclusivamente de diálogos,
estando prácticamente ausentes las descripciones, algo que me encanta, aunque a
algún lector tal esquematización puede que lo descoloque. Pero lo que más me gusta
es el humor ingrávido que recorre toda la novela, porque podría haber caído en
los tópicos de la convivencia, pero lo que hace es reconstruir a las personas
desde la sonrisa tierna, incluso en los momentos más trágicos, que los hay a
montones.
Finalmente,
alabar la fantástica traducción del francés coloquial plagado de modismos,
sobre todo en el personaje de Franck.
Hay película con
Audrey Tautou que, aun siendo encantadora, recorta bastante argumento y
situaciones más dolorosas, para quedarse casi en una fábula amable donde los personajes
pierden consistencia.
Novela francesa,
francesa, llena de sentimientos, todo un fenómeno en el país vecino. Para leer
de un tirón en esa fabulosa bañera de patas de león del s. XIX de Philibert.
Recomendación con
triple signo de admiración.
Sybilalibros@YoLibro
La he terminado esta mañana con una sonrisa en mi cara. Muchas gracias de nuevo!!
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que lo hayas disfrutado. Gracias a ti por leerme ��
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