Esta novela es la primera de literatura escandinava que no me ha gustado. Disfruto los policiales del noruego Jo Nesbo con Harry Hole protagonista, a pesar de los problemas de verosimilitud que les encuentro. Las novelas de Herbjorg Wassmo son desoladoras y excelentes. “Perdón”, de la también noruega Ida Hegazi Hoyer es una historia de amor profunda muy bien escrita. Los relatos sutiles de Isak Dinesen, danesa. Del sueco Henning Mankell he leído cosas interesantes, nada de su detective Wallander. Si sumo a esto mi fascinación por la literatura medieval vikinga, resulta que estoy muy bien predispuesto a los autores escandinavos. El trabajo de la editorial Nórdica al respecto es impagable, aunque paguemos los libros.
Arde
el musgo gris, título precioso, publicada en 1986, sucede en Islandia, patria del autor, nacido
en Edimburgo en 1925, muerto en 2011. Fue escritor de éxito y mantiene el prestigio
ganado.
La
acción transcurre en el siglo XIX, en el norte de la isla. El protagonista es
un juez, hijo de juez, basado en un hombre real, reformador y modernizador.
Deberá viajar por la isla para juzgar un caso de incesto entre hermanos y un
posible infanticidio, aunque la novela comienza con otro asesinato, al que no le
veo más finalidad que confundir al lector.
Leo con impaciencia, con la impresión de que
el relato podría contarse en cincuenta páginas. ¿Por qué dura 312? Por la
minuciosa descripción paisajística, la relación entre el ser humano, su
complejidad, con la tierra dura, extrema. Me parece demasiado y me digo: me dan
ganas de ponerme uno de esos documentales
sobre naturaleza, los islandeses son bellos y espectaculares; pero no me
apetece leer página tras página el paisaje detallado, ni me engancha la
introspección del protagonista. Las relaciones entre personajes muestran una
gran distancia social, desconfianza y rigor en el trato. La única ligazón
cálida es la prohibida entre los hermanos incestuosos.
El traductor de la novela nos asegura que el
lenguaje poético del original es maravilloso. No puedo juzgarlo, ni recomendar
el libro. No obstante, seguiré leyendo publicaciones de Nórdica; los gustos son
personales y el buen trabajo de la editorial está demostrado.
Luis
Miguel Sotillo Castro.
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