jueves, 22 de abril de 2021

CIUDADES DE ITALIA. Pío Baroja



 

Pío Baroja es un viejo misántropo de mesa camilla. Es desmoralizante saber que este tipo de ignorancias abundan en la sociedad literaria. Porque se supone que escritores y lectores aprendemos algo leyendo, que poseemos cierta inteligencia. ¿Cómo, pues, caemos en tal reduccionismo perezoso? Este libro demuestra que Pío viajó y sintió curiosidad por la gente y por algunas personas, que no es lo mismo. Capta muy bien los ambientes populares, sabe entresacar de ellos individualidades interesantes, con escepticismo pero simpatía por sus congéneres. “A mí, en general, en las ciudades, artísticas o no artísticas, me interesa más la población que los museos.”

 

Este es un libro de viajes de encargo, para el que Baroja no se cree preparado, llanamente; acepta escribirlo por la insistencia del editor.

 Tira de memoria apoyándose en sus novelas de ambiente italiano para darnos estas impresiones, pues escribe en 1949, décadas después de sus viajes por Italia, el primero en 1909. Su preocupación por la dificultad de retener los recuerdos de un viaje, la prudencia de no visitar muchos lugares en poco tiempo, la desgana ante el turismo al uso; los que sólo nos ponemos calcetines con sandalias en emergencias, estamos con él. Asegura saber poco de literatura italiana, de arqueología; siente antipatía por los críticos. “Yo no soy un turista, ni un esteta”. Pío Baroja es un anti sabelotodo que sabe mucho del Giotto. Liberándose con las protestas de sí mismo anteriores, se atreve con el libro.

 

En la primera parte, La Riviera, nos demuestra su capacidad para describir paisajes, la Costa Azul vista desde el tren; entonces los viajes en tren eran largos, una vivencia, no un trámite apresurado como hoy. En las cuarenta páginas que  le dedica  a Florencia no se olvida de san Miniato, prueba de que sabe ir más allá del sota caballo y rey habitual. Así pasa con sus vistas a Roma, Bolonia, Nápoles, Milán y Génova; que lo ve todo, el arte y los barrios, los monumentos y la hostelería. La descripción de Nápoles, su caserío y paisanos, es tan viva como impresionante.

 

Las opiniones de Pío Baroja, más allá de tener interés por ofrecernos la visión de un español de la primera mitad del siglo XX, sobre Italia en concreto y el viajar y el mundo en general, son a veces polémicas, peculiares, extrañas quizá, mas razonadas, dignas de un hombre libre.

No le gustan algunos iconos universales del  Arte, cree que las catedrales góticas están mejor entre callejuelas que ante plazas amplias, que tanto nos gustan a nosotros para nuestras fotitos… no daré más ejemplos, lean el libro. Los barojianos ya lo habrán comprado, se lo recomiendo al buen lector en general; si conoce Italia más lo disfrutará, por ese vínculo que une a los viajeros.

Editado por Caro Raggio, editorial fundada en 1917 por el cuñado de Pío Baroja. Libro bonito de ver, a cargo de Carmen Caro, con portada de Pío Caro-Baroja. Si bien esta primera edición que leo es de marzo de 2020, 244 páginas, se ha puesto a la venta recientemente, un año después, por no sé qué de una pandemia.

 

Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

 

 

 

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