Repugnante. Viscosa.
Sórdida. Visceral en el sentido más estricto del término.
Así es “Una educación
libertina”, el descenso a los infiernos de la depravación de Gaspard, un joven
campesino que huye del lodazal de su hogar bretón, buscando elevar su
condición, para caer en el no menos limoso París del s. XVIII. En su medrar
tropieza con el conde Étienne de V., un aristócrata disoluto y manipulador,
apóstol del libertinaje, que se le prefigura como el pasaporte para los salones
empolvados que tanto anhela pero que lo hundirá en la esclavitud de la carne de
donde emergerá un nuevo Gaspard.
Enésima biografía del
arribista, tema muy querido por la literatura francesa, que ofrece preclaros
ejemplos en “Rojo y Negro” de Stendhal o “Bel Ami” de Maupassant en el XIX,
pero que tiene sus raíces en el XVIII, el llamado Siglo de las Luces, que sólo
brillan en las arañas de Versalles mientras que en el resto de Francia reinan
las sombras, la ignorancia, la vileza y la degeneración bajo una ampulosa
peluca y un estratégico lunar capaz de ocultar al villano más ruin, como bien
demuestra el autor.
Digno heredero de P.
Süskind, del que se reconoce deudor, sobrepasa con creces la repulsión de “El
perfume”, violentando los jugos gástricos del lector en demasiadas e
innecesarias, a mi modo de ver, ocasiones. Sus descripciones son groseras,
sucias y reptiles, elevando lo obsceno a categoría de sublime. Sirva de
ejemplo:
“El olor del Faubourg era
sofocante de principio a fin. Hedía a sudor, pero también a una cohorte de
tufos combinados. Olores de alientos agrios, de podredumbre, de animales a
piedras y maderas húmedas, a orina, a col, a cuchitriles nauseabundos, a heces,
a espumarajo de caballo, a pelo de perro, a pieles sarnosas, a sexos
corrompidos, a cuerpos ulcerosos, a esperma rancio. En ciertos lugares, parecía
que se penetraba la vagina sifilítica de un París impunemente abierto por sus
tripas, de puro intenso que resultaba el relente visceral.”
Y esto es lo más suave.
¿Qué me empujó a
continuar leyendo?
Del Amo es un mago de las
palabras, juega con ellas, las teje según la partitura evoque el aterrador
Sena, los prostíbulos de Montmartre, una comedia en L’Opera o el deseo
concupiscente de la miseria humana. Cuando te das cuenta, estás atrapado en esa
tela de araña y deseas saber cómo saldrá Gaspard de esa inmundicia.
Creo que ése es el factor
que le ha hecho acreedor de los principales premios literarios en Francia,
entre ellos el Goncourt en 2009. Y que la novela presenta el lado más sórdido
del libertinaje, desmontando la imagen de oropel que teníamos por el seductor y
brillante Casanova o el inteligente Valmont, acercándose más al malsano Sade. Sería
la cara “gore” de la moneda, mientras “Las amistades peligrosas” sería la
“chic”.
Mención aparte merece la
traducción de Lydia Vázquez Jiménez, un auténtico “tour de force”, dado el
extenso y riquísimo vocabulario del que hace gala el autor, como confiesa la
traductora en la interesantísima entrevista con Del Amo al final del libro. Exquisito
detalle de Cabaret Voltaire que podría servir de ejemplo a otras editoriales.
Eso es mimar y personalizar una edición.
¿Recomendable? Depende de
los intereses, el nivel cultural y el estómago de cada uno.
¿Me arrepiento de haberla
leído? No, no ha sido ninguna pérdida de tiempo. Es un goce encontrar tal nivel
en el manejo del lenguaje y he perdido algún kilito al quitarme las ganas de
comer.
¿Leería otra obra de este
autor? Rotundamente no, a menos que abandone sus gustos por las pústulas, lo
escatológico y la complacencia en lo obsceno de la mugre, cosa que dudo tras
leer la entrevista, pues su objetivo es chocar al lector.
Sybilalibros