lunes, 29 de abril de 2019

MIENTRAS NIEVA SOBRE LOS CEDROS. David Guterson

Precioso título para una bonita novela ambientada en una pequeña isla del noroeste norteamericano, S. Pedro, que en apariencia  es el paraíso perdido pero vista de cerca es un volcán donde bullen rencores, traiciones y amores prohibidos.

Un joven y diestro pescador es hallado muerto atrapado en sus propias redes una noche de tormenta. Las extrañas circunstancias de su muerte desatan las suspicacias en esta isla multirracial y el dedo acusador apunta a la comunidad japonesa, a pesar de estar establecida en la zona hace varias generaciones. Pero es que Pearl Harbor está aún muy reciente en el año en el que sucede la historia, 1954.
Ishmael Chambers, director del periódico local, comienza a investigar por su cuenta temiendo un juicio injusto a su amigo de la infancia Miyamoto, principal sospechoso cuya esposa, Hatsve, fue el primer amor de Ishmael. Lo que en principio se presentaba como una novela policíaca y de tribunales va desenvolviéndose como un relato sobre las heridas abiertas del amor y de la 2ª GM en EEUU, la xenofobia y la historia singular de S. Pedro. Así, mientras la nieve cae implacable sobre los cedros, el juicio significará la fría catarsis para las tensiones entre los personajes.

“Mientras nieva sobre los cedros” supuso el premio Pen/Faulkner para el autor en su primera novela y desde luego no podría ser más justo, dada la sobriedad de su prosa y la habilidad para dotar de ricas personalidades a sus personajes, a los que te quedas enganchada desde el principio. También por poner sobre el tapete un tema tabú en la literatura norteamericana como es el de los campos de concentración en EEUU para sus ciudadanos de procedencia oriental durante la 2ª GM: chinos y
japoneses sufrieron este oprobio.

Sin embargo, el mayor atractivo de esta entretenida novela es la ambientación, la belleza salvaje del paisaje que el autor, originario de la zona N.O de los EEUU, describe con pasión así como a las artes, costumbres y oficios tradicionales (aunque a veces se pone un poco pesado). La forma en que su escritura muestra al lector la conexión de los habitantes con la naturaleza, su carácter peculiar debido a la insularidad y a las múltiples procedencias es evocadora.

Me ha gustado bastante y lo recomiendo sobre todo para los amantes de la naturaleza y de esas últimas fronteras que parecen imposibles de encontrar, pero existen.

Sybila @YoLibro








sábado, 27 de abril de 2019

EL ÚLTIMO CORTEJO. Laurent Gaudé


“Su vida ha concluido…Pero este hombre no sabe morir” Sisigambis, madre de Darío, ante el agonizante Alejandro.
Novelar la muerte del inmenso Alejandro y el formidable caos que le sobrevino, con todo lo que se ha escrito, discutido, filmado y fantaseado, es jugársela como escritor.
Pero si encima se opta por un enfoque ucrónico e intimista a la par, es suicida.

Sin embargo, Laurent Gaudé sobrevive a la ordalía gracias al soberbio manejo de la prosa, aunque en mi opinión, no consigue la corona de laurel como en El sol de los Scorta,

Esta extravagancia está narrada a tres voces: la de la valiente Dripetis, hija del derrotado Darío de Persia y esposa de Hefestión, el más amado compañero de Alejandro, cuyo único deseo es huir del mundo, hastiada de violencia y del Imperio; Tarkilias, miembro de la guardia de corps de Alejandro, que no conoce otro modo de vida que la guerra y la sangre; y Ericleops, el mensajero fiel que el macedonio envía al Ganges antes de morir como último reto a la India no conquistada. Por encima de todas, la del mismo Alejandro, como si del padre de Hamlet se tratase, omnisciente, omnipotente,  en su postrer hálito y después de muerto. El lazo que los une así como el objetivo del relato no se desvelará hasta la tercera parte del libro.

El planteamiento es goloso y el tema atractivo como pocos, pero lo que se coge con ganas y curiosidad al principio, a media lectura se vuelve un poco fatigoso, en parte debido al abuso, para mi gusto, de los monólogos interiores y de las conversaciones con los espíritus de los muertos. A ello se une una escritura “clásica”, entendida en este caso como imitación del estilo y modo de narrar de los autores de la Antigüedad, lo que le confiere un ritmo repetitivo e incluso pesado en algunos episodios. Ritmo que, por otra parte, altera brillantemente para relatar la debacle en el palacio babilónico al conocerse la muerte de Alejandro o el agotador cortejo fúnebre en marcha hacia Egipto, por ejemplo.

Afortunadamente, la última parte remonta con dignidad la lectura, mostrando el imaginario pero épico propósito del autor al escribir esta novela corta, formato francés por excelencia del que soy apasionada defensora y uno de los puntos favorables de este libro, amén de capítulos breves pero expresivos, lo que nos ahorra las tediosas e innumerables páginas de las novelas históricas al uso donde el autor de turno vomita toda la información recogida, venga a cuento o no. Gaudé es un autor inteligente y deja al lector la iniciativa de investigar por su cuenta personajes, localizaciones o hechos.

Difícil de encuadrar, entre el canto fúnebre a la manera de los Antiguos, la evocación mística o el juego tentador de la hipótesis histórica, lo que nos ofrece Gaudé es, a la postre, una reflexión sobre el poder, la megalomanía, las pasiones violentas que alientan nuestra Historia, los Imperios con pies de barro, la lealtad y por encima de todo, sobre esa necesidad de saber qué hay detrás de cada línea de horizonte que se esconde cada día tras una puesta de sol.

Dejo al criterio de los que tienen el valor de leer mis reseñas la decisión de acercarse a esta novelita. Es muy personal, muy original, muy para los amantes de la Historia y de Alejandro. Aviso que se pueden contrariar un poco, como me ha ocurrido a mí, porque Alejandro está muy dentro de todos los que hemos conquistado Asia con él.

Sybila @YoLibro



jueves, 25 de abril de 2019

LAS SEÑORITAS DE ESCASOS MEDIOS. Muriel Spark


Menos cáustica que sus otras obras, “Las señoritas de escasos medios” es una muestra más del fino, inteligente y mordaz genio literario de su autora, Muriel Spark, del que soy admiradora incondicional desde que vi una estupenda adaptación de su novela “La plenitud de la srta. Brodie” por la BBC allá por los años en que aún llevaba coletas.

Ambientada en el Londres de 1945, recién firmada la paz pero aún movilizado el ejército, cuando, en palabras de la autora, “toda la buena gente era pobre”, nos cuenta el día a día de la peculiar y bastante liberal residencia de señoritas May of Teck. La encargada de narrarnos la memoria de aquellos días es Jane Wright,  periodista en 1963 pero empleada de una editorial de medio pelo en la postguerra. Sus recuerdos se despiertan al hilo de la noticia de la muerte de uno de los chicos que frecuentaban la residencia, Nicholas Farringdon, hippy “avant la lettre” a la par que escritor sesudo con debilidad prosaica por las chicas guapas y lánguidas. Jane intenta ponerse en contacto con sus antiguas compañeras para comunicarles el suceso, momentos que aprovecha la autora para deslizar sobre la página ese mundo definitivamente perdido, casi inocente, en el que a pesar del racionamiento, de los cupones para ropa que obligaba a las chicas a compartir entre todas un Schiaparelli para las salidas nocturnas con posibles maridos, de la dificultad de mantener una dieta que no ensanchara las caderas con un menú a base de pastel de carne y pudding de patatas, de tener que enmantequillarse el cuerpo para escapar por el ventanuco del baño y pasar al hotel americano, eran tremendamente felices porque todo estaba por venir.

Pero no nos debemos fiar nunca de Muriel Spark, porque entre las medias de seda, las reuniones de escritores marginales y las clases de declamación de la dulce Joanna flota el fantasma de la guerra, el humor incisivo se clava en las ilusiones de las chicas y la tragedia, enmascarada por una sonrisa, finalmente hace descarrilar al lector de las despreocupadas vías por las que le había conducido la narración

Porque el objetivo de M. Spark es sorprender a quien se adentra en sus libros: a través de la economía narrativa, la información racionada y el humor chocante, inteligente y vivaz. Al final, su relato a base de saltos temporales configura un puzzle que debe montar el lector, aunque algunas piezas no sean más que sombras.

Siempre recomendaré a M. Spark. Los ratos que paso con sus obras (y esta se lee de una sentada) son tan estimulantes que me hacen volver una y otra vez a su talentosa escritura.

Sybila @YoLibro


martes, 23 de abril de 2019

CHISTERA DE DUENDE. Felipe Benítez Reyes


Hacía mucho tiempo que no me reía a carcajadas con un libro, y este lo ha conseguido: por el desfile de tipos sureños, tan cercanos a mí, por los retruécanos constantes, por la guasa, por lo disparatado de la trama y porque esta se desarrolla entre Sevilla, Jerez, Sanlúcar y Rota. En casa, vamos.

 “Chistera de duende” es la epopeya de un poetastro que vive del sablazo a su madrina en el hostal que esta regenta junto a su querendón (¡¡Cómo me gusta esa palabra!!). Gonzalo de Lerma, seudónimo con ínfulas de señorito, que aunque se critiquen, todo mindundi acerero aspira en secreto a ello, ansía una carrera literaria al modo de los parroquianos del famoso Café Gijón, pero en el cerrado pueblo sureño donde reside (Rota, aunque no se cita) únicamente puede leer su obra en un vetusto café donde las fuerzas vivas anatemizan sus versos surrealistas. Una noche de fuerte esgrima verbal por un quítame allá una sinécdoque empuja a Gonzalo y a su amigo autor teatral que anhela la revolución obrera a través de las bambalinas, a una persecución delirante para destapar una conjura palaciega que ya hubiera querido el contubernio judeo-masónico franquista, supuestamente tramada por los rancios recitadores del casino: un abogado respetable putero que escribe novelitas de ligueros sicalípticos, un cronista oficial que hace encajes de linajes por encargo y un avispado comerciante de maquinaria agrícola, comandados por un conde italiano que como todos los ídem, ni es conde ni es italiano, que a su vez se entiende con el arzobispo de Sevilla. Un despiporre en toda regla.

“Chistera de duende” es una fiesta de las palabras, una algarabía de metáforas, un tiovivo de personajes, un banquete de humor con platos finos, cínicos, guasones y a veces hasta astracanados; un paseo por Valle, Jardiel y Azcona. Y aunque su egregio autor haga acto de contrición en el epílogo de esta edición, excusando supuestos errores por ser novela primeriza, os aseguro que es una auténtica gozada leerla, hasta tal punto que estoy decidida a devorar la obra completa de este genio. ¡Qué satisfacción hallar por fin un autor español que me de tantas alegrías!

Recomendable es poco. Si no fuera porque estoy en contra de la lectura obligatoria, os la exigía. Aquí os dejo una muestra de lo que comento sobre los juegos de palabras:
"Lerma dio unos cuantos traspiés con las butacas de peluche, rojas y redondeadas como labios de diva del sexo, y alcanzó la calle bajo la sensación de haberse fugado de una pesadilla contradictoria y especialmente mal estructurada (...)
Se volvió y vio una silueta que bajaba por la calle con esa lentitud inquietante propia de los asesinos y de los enfermos del corazón. La brasa de un cigarrillo se encendía en el rostro de la silueta y las bocanadas llenaban el aire de un humo barroco y teatral, componiendo volutas de misterio" 

Sybila @YoLibro


domingo, 21 de abril de 2019

CON EL CIELO A CUESTAS. Gonzalo Suárez


“Hay que desordenar el caos” dice el maestro Suárez y a fe que lo consigue en esta maravillosa, extravagante, surrealista, rotundamente francesa ¿novela?

Os presento a los “dramatis personae”: una mujer con sexo de hombre; una desinhibida e intrigante pintora sueca a punto de casarse, que hace honor a su nacionalidad y transita por todos los vericuetos del sexo; un marido consentidor a la francesa; un chaval inocente que señala con el dedo del destino, y, finalmente, realidad cayendo a plomo, un español exiliado que, huyendo de su pasado, tropieza accidentalmente con la historia criminal de celos desatada.

Con estos ingredientes uno podría pensar en historia policíaca libertina y reivindicativa, pero no. G. Suárez nunca apuesta sencillo. Le gusta jugar fuerte y con la mente del lector. Así compone una bizarra novela de exiliados, combatientes por las libertades, aliados, por arte de casualidades casi homéricas, con los adinerados esnobistas más delirantes de la Francia de posguerra, combinada con los recuerdos de la época del propio autor, que le asaltan en sueños rodados en 8mm y glorioso blanco y negro.

Lo que Suárez proyecta ante nuestros ojos es una novela negra de kiosko, un documental montado con los negativos hallados en el desván de su memoria, un homenaje a los mitos franceses que forjaron el Elíseo español del antifranquismo. Y lo hace con un rápido e imaginativo guión plagado de diálogos tan cortantes como los de Sam Spade, un cúmulo de situaciones equívocas que llevan a desenlaces estrafalarios, una traslocación de la lógica narrativa que conduce al lector a confundir los límites entre realidad y ficción, algo muy querido para un autor que escribe de maravilla, que usa un vocabulario tan rico que mantuvo a mis neuronas en perpetua excitación nerviosa y todo bajo el pabellón de la libertad creativa.

La he disfrutado muchísimo. He gozado con sus referencias cinéfilas y literarias francesas, apreciables en su mayoría sólo para “connaisseurs” y la recomiendo para todo aquel que tenga la mente abierta a las jugadas de la imaginación, la mirada perdida en los sueños de la infancia y el corazón en permanente construcción.

Sybila @YoLibro

miércoles, 17 de abril de 2019

LO QUE PERDIMOS. Catherine O’Flynn


Fábula contemporánea, narrada en dos tiempos, 1985 y 2006, sobre la devastadora soledad originada en el vertiginoso avance de una sociedad despiadada, que engulle la esencia de las personas, personificada en esos “leviatanes” del consumo como son los megacentros comerciales.

La conexión entre ambas épocas, la pantalla de un televisor de la sala de vigilancia del centro comercial. Los protagonistas, Kurt, un vigilante nocturno, insomne por vocación para huir de la pesadilla de la muerte de su esposa y Lisa, una de las muchas trabajadoras explotadas por empresa multinacional y atrapada en una relación tan alienante como su esclavizador empleo. La sacudida que despierta a estos peones del capitalismo: la desaparición en los ochenta de una niña huérfana, Kate, deliciosamente creativa, que sueña con ser detective y que vive en una perpetua conversación aventurera con su amigo imaginario. Su búsqueda supondrá salir del círculo vicioso la ficha laboral y la catarsis de pasados dolorosos.

Novela de desarrollo desigual, contempla una primera parte (la dedicada a la historia de la niña) muy dinámica y atractiva que pierde el norte y el pulso en la segunda parte, como para acompañar el estado de ánimo de sus actores, con el agravante de la inserción de extraños monólogos de gente anónima y ajena a la novela que deambula por el centro comercial. Creo que la intención de la autora era presentarlos como metáfora de la deshumanización de la masa compradora, pero mi opinión es que yerra en el formato, ralentizando y enroscando aún más una trama ya de por sí ofuscada.

Dulce como el caramelo de la infancia, amarga como un sándwich al que le falta la mitad; tierna pero a la vez despiadada, rebosante de sentimientos sin sentimentalismos, cruda pero sin arañar; acierta en el argumento, en la crítica sin paliativos al brutal desarrollismo capitalista de los 80 en Reino Unido, que creó factorías de parados y sumió en el conformismo a las generaciones siguientes, atina también en los personajes, pero ¡Ay! peca de ambición, de exceso de reflexión, de alargar innecesariamente la trama. Y eso pasa factura, a pesar de la cuidada prosa que exhibe la autora.
Aunque crea unas expectativas que después no cumple, yo la recomendaría por la actualidad de su denuncia.

Sybila @YoLibro

lunes, 15 de abril de 2019

LEONOR DE AQUITANIA. Régine Pernaud

En el prólogo de página y media, también en las cuatro páginas finales dedicadas a una insuficiente bibliografía, la autora se queja de los tópicos que denigran la Edad Media; bien. Nada hay inventado en su libro, dice, incluso los pocos diálogos están tomados de fuentes del período en cuestión; vale. Ha decidido no cargar el libro de notas y referencias; mal.
Hallo algunos excesos imaginativos, inquietantes, pues se nos promete rigor histórico. Por ejemplo: Tras aclarar la autora que París no es, política, religiosa ni artísticamente una de las ciudades más relevantes de Francia en los años treinta del siglo XII, asegura que Leonor “debió” sentir algo especial al llegar a la ciudad del Sena. ¿Por qué? Porque “Algo vibra en el aire de París.”
Escrito lo anterior, el libro es interesantísimo.

Esposa, madre, abuela de reyes, legisladora, viajera, Leonor nace en Poitiers en 1122 o 24, muere en 1204. Vive el Románico, la transición al deslumbrante, osado Gótico. Crece en las cortes nobles rodeadas de campos hermosos y fértiles, sociedad de torneos y trovadores, a los que inspira y alienta.
-Como referencia para el lector español, Leonor tiene 11 o 13 años cuando Alfonso VII es coronado Emperador en la catedral de León. El nieto de Alfonso VI ha llegado a tanto porque su madre, Urraca, reina de León (1081, 1126), ha reinado, gobernado y legado a su hijo el noroeste de España. Urraca no ha tenido una Régine Pernoud; ni Berenguela, la madre de san Fernando III, ni María de Molina, esposa, madre y abuela con mando de reyes. En tiempos de Leonor el sur y el levante hispanos son musulmanes.-
Si bien todos los grandes señores de Francia rinden homenaje al rey, Luis VI, en la práctica son autónomos y varios, como el padre de Leonor, más ricos que el soberano. De manera que es Luis hijo quien hace un matrimonio ventajoso al desposar a Leonor, duquesa de Aquitania, poco antes de convertirse en el rey Luis VII. Leonor le dará dos hijas, irá con él a la segunda Cruzada; provocará la anulación del matrimonio para, meses después, casarse con Enrique, hijo del conde de Anjou. Acompañará al Plantagenet en su conquista de la corona inglesa. Ya es reina de nuevo, mujer de Enrique II de Inglaterra. Tendrá de él a los dos próximos reyes ingleses, Ricardo corazón de león y Juan sin tierra, amén de otros seis hijos.
¿Qué podría salirle mal a esta pareja osada e inteligente? Enrique le es infiel y ella se venga. Leonor conspira con sus hijos, ambiciosos, airados, contra su padre el rey. Enrique la atrapa y la encierra diez años. En este punto, los cinéfilos recuerden a Hepburn Leonor y O’ Toole Enrique en “El león en invierno”.

Para saber más, lean el libro, bien escrito por Pernaud, medievalista francesa y tan ameno como las peripecias que describe. Sabrán cosas sobre san Bernardo de Claraval, abad del Císter y Doctor de la Iglesia; santo Tomás Beckett, Canciller de Inglaterra y mártir; Saladino, sultán conquistador de Jerusalén; Felipe Augusto, rey de Francia; Conrado III, Federico Barbarroja, Enrique VI, coronas del Sacro Imperio; Manuel Comneno y su Constantinopla, etc, también dramatis personae.
Para terminar, confesaré que, para mí, el personaje más fascinante de esta historia es Enrique II Plantagenet, rey amado y odiado a lo Shakespeare.

La edición francesa original es de 1966. Leo la de Acantilado, sin erratas y con árboles genealógicos convenientes, la cuarta reimpresión, de marzo de 2019. 332 páginas.

Comentario de Luis Miguel Sotillo castro.

jueves, 11 de abril de 2019

AGUA VERDE, CIELO VERDE. Mavis Gallant


La novela que hoy os comento es un bocado extraño y exquisito, el descubrimiento que nos ha regalado Impedimenta este año de una autora apenas conocida en España por falta de edición pero sí muy reconocida en el mundo anglosajón, entre los más delicados degustadores de relatos.
Leer a Mavis Gallant me ha supuesto adentrarme en un universo donde el lenguaje es tratado con mimo y proporción, desvelando una escritura que me recuerda a las delicadas pinturas japonesas en las que cada equilibrado trazo refleja un infinito de sentimientos, proporcionando así un intenso placer al lector que refrena a sus ávidos ojos y los obliga a caminar descalzos sobre esa alfombra de palabras escogidas.

Pocas veces me ha ocurrido esto, entre ellas, leyendo a Alice Munro quien, como comento en la reseña, considera su maestra a M.Gallant. Poco más se puede añadir.

“Quien carece de un país emocional puede considerar a otra persona su casa” Mavis Gallant

De nuevo una estupenda sorpresa hallada entre las novedades de la biblioteca. Me atrajo el título: rotundo, colorido, evocador y desde luego con grandes promesas de un lenguaje cuidado, poético y sensorial. Y también, a qué negarlo, una pictórica portada de Impedimenta. Después, mientras leía, me di cuenta que estaba ante una escritora extraordinaria, con gran dominio de la palabra, artífice de novedosas estructuras narrativas y poseedora de una sensibilidad especial para adentrarse en el espíritu humano, en esas debilidades que lo hacen tan atractivo.

Investigué y hallé a una reconocida autora canadiense de relatos de los años 50, publicados en su mayoría en “The New Yorker”, admirada sin fisuras por autores anglosajones, que sin embargo prefirió una vida en París alejada de ese mundo, y de la misma calidad literaria que la afamada Alice Munro. De hecho Munro la reconoce como su maestra en el difícil arte del relato.
No puedo opinar sobre sus cuentos porque los acaba de publicar este año 2019 Lumen, aunque espero leerlos pronto. Pero sí puedo comentaros la gozada que ha sido la lectura de esta su primera novela (sólo escribió dos) editada en España gracias a Impedimenta.

“Agua verde, cielo verde” es una novela hija de su tiempo, escrita en 1959, en un momento en que la clase media norteamericana buscaba reinventarse -caducos ya los valores heredados de la guerra- donde se narra la historia de unas relaciones atormentadas: Bonnie, una  madre separada de mediana edad proveniente de una potente familia de valores tradicionales, recorre Europa con su hija adolescente Flor en un vano intento de llenar los vacíos que arrastra su inadaptada y esnobista existencia.
 Venecia y Cannes son testigos de la confusa relación que mantienen madre e hija. Bonnie proyecta sus deseos y frustraciones en Flor que, empujada por su madre, intenta construir en París la familia que les retire de su nómada existencia con un matrimonio y un marido que siente como ajenos desde el principio. Esa alienación hundirá a Flor en la locura.

“Agua verde, cielo verde” está narrada a cuatro voces (Bonnie, Flor, su marido y su primo) y construida a base de monólogos interiores que se solapan sin terminar de proporcionar al lector una imagen completa de la historia, de forma que ésta queda como craquelada, con grietas, al igual que las frágiles emociones que conectan a estos personajes desarraigados. Estará en el lector si rellenar o no esos huecos intencionados con su imaginación.

Autora absolutamente recomendable: inteligente, hábil, que se sale de lo convencional, con un lenguaje inspirado, a la que volveré en cuanto pueda a pesar del poso de pesimismo y desconcierto en el que me ha sumido esta novela.

Sybila @YoLibro


martes, 9 de abril de 2019

EL MURCIÉLAGO. Jo Nesbø

Espero no recibir demasiados cates por el comentario a mi primera lectura de Nesbø, pero los que ya me conocéis sabéis que escribo lo que pienso y no me caso con nadie 
Primera novela que leo del afamado autor de novela negra nórdica y he de decir que si bien está entretenida, no me ha entusiasmado.
Me cuentan mis amigos forofos/exégetas de Nesbo que las dos primeras novelas de la serie del detective Harry Hole poco tienen que ver con el resto de su obra: son menos crudas y el protagonista está a medio cocer, que el cambio de registro viene con la tercera de la serie, Petirrojo. Pero como me habían recomendado comenzar por la primera, pues es fundamental para entender al personaje, yo he obedecido.

Aun a riesgo de condena por parte de la curia nésbica, voy a dar mi opinión, que de eso trata esta página, de comentar nuestras lecturas.
He visto una trama bien urdida, un caso de asesinato un poco traído por los pelos para plantar al detective en las antípodas, una ambientación australiana atractiva y cuidada y un conjunto de subtramas propias del género con sustancia, que cumplen su función de distracción del meollo y alargan la novela.
Pero creo que el relato falla en los personajes, que no me termino de creer. Presentados desde una fría distancia (no sé si es el estilo Nesbo o la corriente del fiordo) me provocan nula empatía, especialmente quien debería ser el gancho que empuje a la lectura, el detective Harry Hole. Lo he visto demasiado arquetípico (estoy harta de detectives alcohólicos, taciturnos y con traumas familiares) y con poca sustancia. Supongo que en futuras novelas crecerá como personaje hasta devenir en el fenómeno de masas en el que se ha convertido.

Por último, “la maldición de Cassandra” ha vuelto a visitarme y descubrí al asesino apenas pasadas las 100 páginas (eso, o que el autor es poco hábil en el camuflaje del “malo” y en los enredos de subtramas) con lo cual, las 200 y pico restantes han sido de “a ver qué se inventa ahora”.

Con todo, volveré a intentarlo con la famosa Petirrojo, porque no puedo creer que mis leídas amistades me hayan recomendado un puf. Entonces tendré más argumentos para valorar como se merece esta serie, espero.
Sybila @YoLibro

EL HEREDERO. François Vallejo

Adelanto ya que la novela que hoy os traigo no es ni fácil ni agradable, pero sí interesantísima por la forma en que está escrita, toda en presente; por la maestría de su autor a la hora de dibujar caracteres y llevarlos a las últimas consecuencias y por lo que supone de sabia mezcla entre la novela histórica y el thriller psicológico.
Para aquellos lectores que busquen algo que se salga fuera de lo común, F. Vallejo es su autor.

Novela turbadora, asfixiante, tan opresiva como las nieblas bretonas donde tiene lugar, pero tan magnífica como su paisaje.
Ambientada en la Francia de las revoluciones liberales del s.XIX, El Heredero, que bascula entre la novela histórica y el thriller psicológico, cuenta la traumática relación entre el joven barón de l’Aubépine que tras la muerte de su padre vuelve de París para tomar posesión de sus tierras en el Oeste, y Lambert, el guarda de caza que atiende la hacienda con celo secular.

El relato se articula alrededor de la confrontación de caracteres entre el amo y el siervo. Mientras que el nuevo barón se nos aparece como un idealista perturbado, empeñado en romper con los antiguos valores que sostienen la nobleza bretona y en desmontar el nuevo imperio francés implantando una utópica República alentada por Victor Hugo, al que pretende traer del exilio, el fiel Lambert, paradójicamente, representa el viejo orden social previo a la Revolución Francesa, el apego a la tierra, la necesidad de que haya un señor y un servidor para que las cosas funcionen.
La desconfianza y tensión iniciales se vuelven insoportables a medida que avanza la narración, crece la intimidad entre ambos personajes (muy a pesar de Lambert) y afloran las obsesiones de cada uno: la depravación sexual del barón frente a la jauría de perros de caza del guarda abocará a un desenlace trágico.

Escrita toda en presente, con abundantes monólogos interiores que construyen la acción, busca y consigue desarmar al lector, cogerlo desprevenido ante los acontecimientos y a la par, envolverlo en una atmósfera claustrofóbica de forma que acabe casi empujando al personaje a tomar decisiones con tal de salir de ese encierro de tinta y papel.
Es la magia de la buena literatura, una escritura sabia, certera, combinada con el extraordinario manejo de la psicología de los personajes.

Largamente premiada en Francia, “El heredero” es una novela más que recomendable y una experiencia literaria distinta, aunque poco agradable dados los hechos que se narran, pero que no deja indiferente. 
Sybila @YoLibro

LA TIENDA DE ANTIGÜEDADES. Charles Dickens

Novela anticuada, pues muestra el bien y el mal como categorías claramente distintas, sin ambigüedades. Hoy, relativizamos la bondad con incomodidad ante ella; intentamos comprender la maldad con una sonrisa autosuficiente, de enterados. Hay que ponerse en 1840 y 1841, cuando Dickens publicó esta novela por entregas (Este modo de publicar se nota en los finales expectantes de los capítulos, como el “continuará” de las series televisivas). Los lectores entonces tenían un sistema de creencias; podían ser críticos con él, pero pensaban que debía existir. Lo bueno es que el libro es claro, blanco y negro; lo malo es que encontramos los personajes caricaturescos, simples.
La niña Nell se ve urgida a escapar de Londres con su abuelo. Conocerá gente variada, sedentaria y ambulante, virtuosa y pícara; será buscada, perseguida por benefactores y malhechores. Viajará caminando o en carruaje por el paisaje inglés. La descripción de los suburbios industriales, con sus humos y fuegos, nos hace pensar en los infiernos de El Bosco; los campos abiertos, la naturaleza, nos evocan a los paisajistas bucólicos ingleses.

The old curiosity shop es sentimental, por lo que ha sido denostada, cierto. Mas los palos de Dickens a la Justicia, a las desigualdades sociales, al juego, al alcoholismo, al puritanismo, a la hipocresía están aquí. El humor del autor hace sonreír en cada página, también la ironía, incluso sobre sí mismo.
¿La recomiendo? Atrévanse con estas 860 páginas si ya han disfrutado de “Los papeles del club Pickwick”, “Casa desolada”, “Tiempos difíciles”, “Historia de dos ciudades” y “Grandes esperanzas”.
Leo la edición de Nocturna, primera de enero de 2017, bonitamente ilustrada. Me ocurrió lo siguiente: Procuro leer novelas con la información previa mínima, para que no me las destripen. Pues hojeando este libro antes de comenzar su lectura, vi la última ilustración… que desvela el destino de la protagonista. No hagan lo mismo.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

jueves, 4 de abril de 2019

CITA EN SAMARRA. John O’Hara


La famosa "Generación Perdida", que así llamó Gertrude Stein a ese grupo de escritores norteamericanos de los años 20 que dieron el golpe de timón final para liquidar cualquier resto de la literatura del s. XIX, no consiste solo en los grandes nombres como Faulkner, Hemingway o Fitzgerald. Contempla también otros autores y autoras menos famosos pero igual de sensibles a los problemas existenciales que planteaba el nuevo siglo. Entre ellos está John O'Hara, cuya carrera se desarrolló mayormente entre prensa y guiones de cine, pero que nos dejó pequeñas joyas como esta que os comento hoy en el ámbito de la novela. Os lo recomiendo vivamente por la fuerza de su escritura así como por el magnífico análisis social de la época.

"Cita en Samarra" es un brillante título para un libro desasosegante.
Si esperaban arriesgadas aventuras, pasiones desatadas, espías sibilinos de Saladino, erraron las coordenadas, porque la acción de esta novela se mueve en los años 30 por pequeñas ciudades de la vieja Pensilvania; alterna en “clubs de campo” donde los cachorros de la  burguesía provinciana presumen de coche, dinero y mujer al tiempo que  brindan con néctar escocés por el sueño americano como si la Depresión afectase sólo a mineros holandeses y a judíos cuyo oficio es deshonrar buenos  barrios.

Pero los vapores etílicos no consiguen volatilizar la verdadera historia.

Cita en Samarra es la crónica de una muerte anunciada por un dry martini con hielo lanzado a un poderoso empresario católico; es la radiografía de un matrimonio protestante tan modélico que su permanente exposición a la galería ha convertido a la prometedora Caroline en un trasnochado maniquí y a su marido Julian en un odre sin fondo; es un aquelarre pagano de apariencias y envidias en plena Ley Seca donde un matón desarraigado oficia de custodio de licores y amantes de gángster de medio pelo; es un tobogán existencialista con un ángulo de pendiente de tres días de Navidad por el que se desliza el protagonista al aparcar su Cadillac de las convenciones burguesas.

Su caída en picado es directamente proporcional al ritmo vertiginoso que confiere el autor a los diálogos, verdaderos constructores de la narración, y a su estilo directo donde ningún personaje escapa a la acritud de su memoria, ya que esta novela contiene retazos de autobiografía y algún que otro ajuste de cuentas con su asfixiante ciudad natal.
John O’Hara es coetáneo de la gloriosa “Generación Perdida” norteamericana que tantos placeres da encontrar y, aunque carezca de la mundanidad de Hemingway o de la profundidad existencial y el exquisito gusto de Scott Fitzgerald, merece un lugar escogido entre nuestras lecturas por la excelente crónica de una época frívola con pies de barro, por el angustioso retrato de la autodestrucción del ser humano y porque no se corta al denunciar el encubierto racismo y la puritana xenofobia de los WASP.

Para terminar, señalar que la edición de Lumen cuenta con interesante prólogo de John Updike y que O’Hara, al igual que muchos de los escritores del momento, aterrizó en Hollywood donde trabajó como guionista, siendo su película más reseñable el musical “Pal Joey”: Frank Sinatra, Rita Hayworth, Kim Novak y estupenda banda sonora de jazz. Sin embargo, a pesar de tener todas las papeletas para ser un peliculón, Cita en Samarra no se llevó al cine ¿Alguien se anima a comprar los derechos?

Recomiendo vivamente esta desbocada novela a los amantes de la conducción sin manos, de los whiskys cargados de inquina, de las deliciosas flappers, de la Gran Depresión como fuente inagotable de joyas literarias y...Para los que vivimos la vida en una constante pregunta.

Sybilalibros @YoLibro


martes, 2 de abril de 2019

A LA DERIVA. Penelope Fitzgerald

Tercera novela que leo de la genial escritora británica Penelope Fitzgerald, reconocida sobre todo por el éxito de La librería, y he  de decir que es la mejor de las tres. La más redonda tanto en su concepto, totalmente consecuente con el título, como por su ambientación y personajes.
Hay mucho lector desencantado con esta autora, que se tiró en plancha con La Librería atraídos como moscas a un panal de rica miel por el título y se encontró con algo que no esperaban: la composición supuestamente caótica de Fitzgerald y sus finales inciertos, precisamente lo que más me gusta de ella.
Me agrada su manera de contar a base de elipsis salpicadas por diálogos, unas veces elocuentes, otras aparentemente sin sentido, que el lector debe interpretar rellenando los huecos que en una narración convencional estarían repletos de información. Me seducen sus personajes soltados en mitad de la página, a la deriva de la tinta, sin más herramientas que las de un carácter inseguro y la inercia a equivocarse continuamente, mientras la autora se limita a observarlos desde la distancia que marca su pluma. Me divierten sus familias atípicas que ven la sociedad convencional como una rareza pero sin criticarla.
Todos estos rasgos propios de su estilo los encontramos en esta deliciosa novela, funcionando como una maquinaria precisa hasta dar con un final abierto pero épico.

En el paisaje suburbano de los muelles del Támesis de los años 60 mora una fauna bohemia anclada en sus destartaladas gabarras, que no pertenece ni al agua ni a tierra firme, cuya existencia se rige por las enérgicas mareas del río y por la solidaridad comunal frente al resto de ciudadanos "normales" de la gran capital, formando así una reducida familia de desclasados.
Aún siendo una novela casi coral, la acción, como el paso entre barcazas, tiene como puente al "Grace" cuya propietaria es Nenna James, una treintañera canadiense madre de dos hijas: la sensata adolescente Martha que ejerce de persona responsable en la destartalada vida de su madre y la pequeña Tilda, un espíritu salvaje, hija del río, descarada y sin las inhibiciones del asfalto.
Abandonada por su marido tras la decisión de vivir en la gabarra, con la justicia y asuntos sociales acechando  y una retirada de la custodia de sus hijas pendiendo como espada de Damocles, Nenna James navega entre la estabilidad familiar o no seguir negando su propia identidad. Ella encarna a la perfección el tipo de mujeres que deambulan por las novelas de Fitzgerald: desorientadas, en perpetua crisis existencial y en un oscilante estado de agitación. Es decir, la antítesis del modelo burgués de madre y esposa. Aún así, se las ingenian para seguir a flote aunque sea navegando en círculos.
Sus vecinos flotantes tampoco se caracterizan por llevar existencias muy normales: un viejo pintor cuyo barco hace agua por todos lados pero que se niega a reparar; el propietario de un pub en la orilla que usa su gabarra como almacén de contrabandistas; el que tiene un curioso pacto con su esposa por el que sólo conviven en vacaciones y Richard, el metódico oficinista que ejerce como capitán de esta extravagante flota. Todos comparten inciertas derrotas. Sus cuerpos, como los cascos de sus de sus viviendas, sufren el embate de olas de incomprensión y soledad, pero prefieren dejarse llevar por la marea antes que enderezar el rumbo que los conduzca a lo establecido.
Así, tanto los personajes como su modo de vida y el paisaje entre mareas en el que se desenvuelven, el libro en sí, no son más que la metáfora de una filosofía de vida distinta que la autora conocía muy bien, ya que ella y su familia vivieron en una barcaza en el Támesis durante años.

La recomiendo con pasión para todos aquellos que vivan a la deriva, entre dos mundos, para los nómadas de sí mismos que sólo echan el ancla en corazones amigos, para los gustadores de una literatura diferente y al margen de lo impuesto.
Volveré a Penelope Fitzgerald. Siempre.
Sybila @ YoLibro

UN PARAÍSO INALCANZABLE. John Mortimer

“Sacarle dinero a un socialista rico con alzacuellos requeriría el talento de Moisés cuando golpeó la roca en el desierto”

Esto sólo es un botón de muestra del espíritu que vamos a encontrar en este divertídisimo libro del genial John Mortimer: abogado, escritor, guionista de cine y televisión, acérrimo antithatcherista y epítome del humor británico.

Un Paraíso Inalcanzable podría haber sido el típico e irónico fresco de pueblecito de campiña inglesa, con sus consabidos personajes de nobles venidos a menos, solteronas cotillas, misóginos esnobistas y jóvenes que intentan huir de un futuro plantando rosales y horneando púdines.

Pero la inteligencia de Mortimer toma ese cuadro, quintaesencia de lo “british” y lo retuerce hasta componer una comedia delirante desde el preciso momento en que el motor alrededor del cual gira la novela es la controvertida herencia tras su muerte del atípico pastor anglicano, rico por familia pero más socialista que Karl Marx y tan activista pro todos los derechos habidos tras la 2ª G.M que dejaría en pañales a Bono de U2.
Y es que el destinatario de tal fortuna no es Nelson Mandela ni la propia familia del pastor. Es el arribista e irritante Titmuss, jovenzuelo de familia obrera del pueblo que ahora es ministro de Mrs. Thatcher.

Plantado el desatino, ya sólo queda asistir a la surrealista floración, marcada por las actuaciones de los dos hijos del párroco, a la sazón personalidades totalmente contrapuestas: mientras el airado escritor de éxito pugna por su herencia legítima, el médico rural intenta dar con el secreto del último deseo de su padre, reconstruyendo su historia y a la par la de Gran Bretaña, lo que permite a Mortimer deslizar una crítica social a los rebeldes 60, al activismo setentero y a la irrupción del thatcherismo representada por el inefable Titmuss.

Situaciones disparatadas propias de las comedias inglesas de TV, diálogos mordaces, personalidades incisivas, esa “gentry” (nobleza rural británica) de nariz estirada, codo empinado y gustos plebeyos...TODO rezuma genialidad en Mortimer.
Lo recomiendo casi como lectura necesaria para el desarrollo neuronal  y ejercicio del músculo de la risa.

P.D: La traducción es bastante buena y hay continuación de la saga, ya que es trilogía.

Sybila @YoLibro

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