Hacía mucho
tiempo que no me reía a carcajadas con un libro, y este lo ha conseguido: por
el desfile de tipos sureños, tan cercanos a mí, por los retruécanos constantes,
por la guasa, por lo disparatado de la trama y porque esta se desarrolla entre
Sevilla, Jerez, Sanlúcar y Rota. En casa, vamos.
“Chistera de duende” es la epopeya de un poetastro
que vive del sablazo a su madrina en el hostal que esta regenta junto a su
querendón (¡¡Cómo me gusta esa palabra!!). Gonzalo de Lerma, seudónimo con
ínfulas de señorito, que aunque se critiquen, todo mindundi acerero aspira en
secreto a ello, ansía una carrera literaria al modo de los parroquianos del
famoso Café Gijón, pero en el cerrado pueblo sureño donde reside (Rota, aunque
no se cita) únicamente puede leer su obra en un vetusto café donde las fuerzas
vivas anatemizan sus versos surrealistas. Una noche de fuerte esgrima verbal
por un quítame allá una sinécdoque empuja a Gonzalo y a su amigo autor teatral
que anhela la revolución obrera a través de las bambalinas, a una persecución
delirante para destapar una conjura palaciega que ya hubiera querido el contubernio
judeo-masónico franquista, supuestamente tramada por los rancios recitadores
del casino: un abogado respetable putero que escribe novelitas de ligueros
sicalípticos, un cronista oficial que hace encajes de linajes por encargo y un avispado
comerciante de maquinaria agrícola, comandados por un conde italiano que como
todos los ídem, ni es conde ni es italiano, que a su vez se entiende con el
arzobispo de Sevilla. Un despiporre en toda regla.
“Chistera de
duende” es una fiesta de las palabras, una algarabía de metáforas, un tiovivo
de personajes, un banquete de humor con platos finos, cínicos, guasones y a
veces hasta astracanados; un paseo por Valle, Jardiel y Azcona. Y aunque su egregio
autor haga acto de contrición en el epílogo de esta edición, excusando
supuestos errores por ser novela primeriza, os aseguro que es una auténtica
gozada leerla, hasta tal punto que estoy decidida a devorar la obra completa de
este genio. ¡Qué satisfacción hallar por fin un autor español que me de tantas
alegrías!
Recomendable es
poco. Si no fuera porque estoy en contra de la lectura obligatoria, os la
exigía. Aquí os dejo una muestra de lo que comento sobre los juegos de palabras:
"Lerma dio unos cuantos traspiés con las butacas de peluche, rojas y redondeadas como labios de diva del sexo, y alcanzó la calle bajo la sensación de haberse fugado de una pesadilla contradictoria y especialmente mal estructurada (...)
Se volvió y vio una silueta que bajaba por la calle con esa lentitud inquietante propia de los asesinos y de los enfermos del corazón. La brasa de un cigarrillo se encendía en el rostro de la silueta y las bocanadas llenaban el aire de un humo barroco y teatral, componiendo volutas de misterio"
Sybila @YoLibro
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