jueves, 4 de febrero de 2021

VOCES HUMANAS. Penelope Fitzgerald

 

Cada cierto tiempo vuelvo a Penelope Fitzgerald porque aparte de ser una de mis escritoras favoritas y congeniar con sus personajes y manera de escribir, es una vieja amiga que me rejuvenece y reconcilia con la literatura si he tenido un tropezón con algún autor pretencioso de los que tanto abundan hoy en día.

Fitzgerald es lo que es, sin artificios, a pesar de lo cual consigue historias fascinantes, lo que hace que sus escritos coticen más en mi estima por la enorme satisfacción que siento al leerlos. Y aunque no todos están al mismo nivel de excelencia, jamás decepciona.

“Voces humanas” podría tildarse de novela menor en cuanto a calidad respecto a otras de su producción, pero los chispazos de ingenio y la originalidad a la hora de construir el relato hacen que merezca la pena su lectura.

Constituye un peculiar homenaje a los periodistas, secretarias, fotógrafos, trabajadores en general de la BBC que no abandonaron sus puestos durante los terribles bombardeos nazis sobre Londres, conscientes de que era cuando más los necesitaban sus compatriotas.  

Novela coral, del barullo de personajes destacan Sam Brooks, el inestable, irritante y enamoradizo director de Programas Grabados cuyo apoyo moral son las bellas secretarias que desfilan por su despacho y su compañero Jeff Haggard, director de programas, ejemplar único del flemático inglés que resuelve los problemas de su angustiado amigo y de la emisora mientras su vida personal se va al garete. Entre ambos circulan como encantadoras neurotrasmisoras la espabilada Vi, la inocente Lise y Della, las secretarias que deben olvidar sus preocupaciones personales para que no se derrumbe el edificio que mantiene unidos a los británicos en plena II GM, desde Churchill al minero de Gales.

Como es habitual en Fitzgerald, personajes y narración se construyen de manera atípica, nada ordenada. Hay que seguir a los protagonistas en sus idas y venidas por los pasillos y sótanos del antiguo edificio de la BBC para aprehender sus caracteres y la deriva del relato, algo que puede resultar molesto para lectores poco habituados pero que a mí me encanta.

Si leen el resumen que ofrece en la contraportada la editorial, toparán con la “graciosa” idea de que se trata de una novela de humor. Olvídenlo. El humor de Fitzgerald es difícil de asimilar y suele ser bastante amargo. Mejor quédense con la idea de retrato de un momento terrible que al descender a la minucia de lo cotidiano pierde su cara aterradora para sacar una sonrisa de complicidad.

Si no les convence este modesto comentario para leer “Voces Humanas” (retranca de título) acérquense a cualquier otro de Fitzgerald. Se harán un gran favor.

Sybilalibros

 

 

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