El
deporte profesional es estupendo. Fomenta el esfuerzo, la emulación, la
capacidad de superación. Divierte al espectador, genera dinero para deportistas
y los que trabajan en su entorno, desde el masajista al portero fijo
discontinuo de un estadio, pasando por los cámaras de televisión y vendedores
de chucherías, hasta los técnicos de las emisoras de radio. Divierte al
espectador.
El deporte profesional es horrendo. Fomenta el
triunfo a cualquier coste, vulnerando la salud con drogas y sobresfuerzo; mundo
de apariencias y falsedad, anima a la
simulación y la delación: “Árbitro, que no le toqué, se tiró”. Los valores
deportivos son obstáculos para el éxito. Los gestos de nobleza en el deporte
son noticia, por su rareza. Adocena al espectador, crea tribus.
Andre Agassi es un bluf. Un invento
publicitario para el negocio de los mass media y empresas comerciales. Un tipo
de melena imposible que juega con vaqueros cortados. Juega unos torneos bien y
luego pierde con cualquiera, desaparece.
Andre Agassi es uno de los mejores tenistas de
la historia. Cuando se retiró en 2006 a los 36 años era el quinto mejor de
todos los tiempos. Ganó el oro olímpico y todos los torneos del Gran Slam al
menos una vez, ocho en total.
En
las primeras páginas comprendemos que estamos ante un libro especial. El primer
capítulo se titula Final. Narra el último partido que Agassi ganó en su
carrera, en Nueva York. Habla del dolor tremendo de espalda, le duele el alma,
literalmente. Juega gracias a la cortisona, sufre y derrota a Baghdatis. Ambos
vuelven al vestuario y se dan la mano, tumbados en sendas camillas, incapaces
de moverse, acalambrados y dolientes, como estatuas yacentes de sepulcro. Pero
antes de contarnos el partido, nos confiesa que siempre odió el tenis.
A cualquier lector le impresionará la figura
paterna, tiránica y terrible. La adolescencia en una academia de tenis
cuartelera y despiadada. Le interesarán anécdotas de gente ajena al tenis como
Kevin Costner, Brooke Shields o Nelson Mandela, quien le impresiona y sirve de
inspiración. Agassi crea una fundación escuela para niños desfavorecidos de Las
Vegas, su ciudad natal. Los aficionados a la raqueta leerán valoraciones
positivas sobre Biorn Borg, MacEnroe, Federer y Nadal; negativas sobre Connors,
Nastase y Boris Becker. Su relación con Pete Sampras, con el que
disputó
tantas finales, es compleja y divertida de leer.
Le
ayudó a escribir el libro J. R. Moehringer, premio Pulitzer. Se publicó en 2009.
Leo una edición para e book de 2014.
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