miércoles, 24 de junio de 2020

ÉRAMOS UNOS NIÑOS. Patti Smith



Patti Smith me ha acompañado como música desde los setenta, últimamente también como escritora. Recomiendo sus títulos M Train, Devoción y El mar de Coral. En estos libros de versos, prosa poética, narrativa, fotografías, demuestra ser inclasificable. Me rechina el apelativo jibarizante de musa del punk. Ante la incertidumbre y agitación de su vida es escritora reflexiva, tranquila, sensible, sincera y penetrante.

 En Éramos unos niños cuenta su relación de amor y amistad con Robert  Mapplethorpe, célebre artista fotógrafo. Dos jóvenes de veinte años que pasan hambre y enfermedades en la Nueva York de 1967. Desean ser artistas, no quieren una vida convencional. Contra lo que podamos suponer desde la lejanía de hoy, ni él quería ser fotógrafo ni ella rockera. Cómo llegan a serlo se detalla aquí, con sus peligros, incertidumbres y pesares. Sellan un pacto, hermoso porque lo cumplirán hasta la muerte de Robert en 1989, de mutuo socorro, amor y comprensión. Infinidad de niños han sellado su amistad con sangre de dedo índice, incontables adolescentes se han jurado amor eterno, todo olvidado a los veinte años, por los estudios, el trabajo; la vida, esa excusa. Dejar de ser pareja no interrumpirá ese acuerdo de amistad entre estos dos pajaritos, siameses espirituales, con el trino especial que sólo ellos atienden y entienden, canto llamada que les une por larga que sea la distancia entre los dos, por mucho que convivan con otros amores.

 Dos décadas largas de relación. Nueva York es frío y Andy Warhol, necesidad y Allan Ginsberg; Williams Bourrougs y Sam Shepard, pensiones miserables, puercas y el legendario, hoy, hotel Chelsea. Pasen y vean a Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, sobrevivientes en nosotros desde su muerte veloz.
 Patti fue niña enérgica y soñadora capaz de ser libre luego en la Nueva York inclemente, de cumplir sus sueños en buena medida. Pero callo, aquí se lo cuenta ella, veraz sin aspavientos. Sensitiva y observadora, narra su época sin pretensiones sociológicas ni, mucho menos, moralizantes. Sabe tomar distancia, relativizar. La anécdota de cómo consigue ser aceptada en los círculos guays neoyorkinos  revela la naturalidad, un tanto boba y frívola, con que sucedían las cosas entre gente divinizada hoy; los popes del rock, la pintura, la fotografía, el teatro, el cine, que brillan en la escena desde mediados los sesenta. Un día se corta la melena sobre el lavabo de casa, delante del espejo. Ha recortado fotos de Keith
Richards de revistas y se deja el pelo como él. Va a un bar de moda en el que pasaba desapercibida y… causa sensación; comienzan a invitarla a dar lecturas de sus poemas.
 Aclaro que no es un libro de anécdotas, aunque disfrutemos de ellas. La génesis de Horses, cómo hizo Robert  la foto de la portada, por ejemplo. Es un libro de profundo amor y amistad entre dos ángeles desangelados, conocedores de cielo e infierno, sexuados, corporales, dramáticos y en suma, como ángeles, voladores.
 “Just kids”, Publicado en 2011, por una Patti de 64 años. Penguin Random House. Lo leo en e book, desgraciadamente, porque contiene fotos que mejor se verán en papel.
 Luis Miguel Sotillo Castro.

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