Con
permiso de Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, Ray Bradbury, 1920- 2012, es el
autor de ciencia ficción más famoso; entre los no aficionados al género,
principalmente. La popularidad se debe a su claridad narrativa, no abruma con
tecnología más o menos inventada para justificar sus fantasías espaciales; a la
película de Truffaut y a varias citas suyas, muy apropiadas para tuiteros,
sobre la importancia de los libros. Sus Crónicas marcianas y Fahrenheit 451 se
recomiendan solas. El libro entrañable para mí es El hombre ilustrado, que me
ayudó a sobrevivir cuerdo bajo el Sol inclemente aljarafeño durante el servicio
militar obligatorio. Autor notable en la novela y el relato.
Esta no es una novela de ciencia ficción, va
sobre Hollywood, lo que no es exactamente lo mismo. Agridulce es la relación de
Bradbury con el cine. De la admiración sin reservas por Spielberg hasta la mala
experiencia con John Huston, para quien escribió el guión de Moby Dick. Sin
embargo, Huston es uno de los citados en la dedicatoria de este libro. No le
entusiasma la adaptación de Truffaut de Fahrenheit 451, tan famosa y citada.
Ray
Harryhausen, el enorme técnico de efectos especiales, es uno de los
protagonistas de esta historia, con nombre cambiado pero perfectamente
reconocible y justamente homenajeado. Novela realista, con lo de extravagante y
fantasioso que puede tener la vida en la fábrica de sueños y dinero que es
Hollywood. Personajes llamativos, intriga detectivesca en los estudios cinematográficos,
donde puede parecer más real la miniatura de un dinosaurio que un ser humano,
con sus delirios, afanes, fiestas y
dolores.
Del año 1990, leo la edición de 1993 de
Minotauro. 374 páginas divertidas.
Luis Miguel Sotillo Castro.
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