miércoles, 11 de septiembre de 2019

ZAZIE EN EL METRO. Raymond Queneau


Pocas cosas hay más francesas que la baguette, los quesos y el costumbrismo debarrio parisino. Y Zazie.

Zazie es el epítome del fresco descaro parisiense: desvergonzada, precoz y procaz, más testaruda que una mula, capaz de acabar con la paciencia del santo Job, de cambiar el horario a Kant y de hacer negar a Dios tres veces al Papa de Roma.

Ejemplo vivo del incordio infantil, sus preguntas impertinentes y sus impetuosas ocurrencias arrastran al bueno de su tío Gabriel y al resto de los personajes que osan cruzarse en su decidido camino de viajar en metro a toda costa a pesar de la huelga a un fin de semana delirante.

Escrita por Raymond Queneau en 1959, Zazie es un juego (pero serio, como todos los juegos) de Patafísica, esa “ciencia”  cuya norma es precisamente no seguir las normas  y que en literatura se plasmó en nuevas estructuras y en retorcer el lenguaje con el fin de epatar al lector. La Patafísica nació del Surrealismo y contó con miembros tan ilustres como Boris Vian, Joan Miró, Jean Genet y hasta el mismísimo Umberto Eco. Y la pequeña Zazie es la alumna aventajada del Colegio por no seguir las normas ni las convenciones sociales.

La gracia del relato reside en el uso del argot parisién de barrio, los juegos de palabras enrevesados, los experimentos lingüísticos y una estructura aparentemente caótica pero que una vez terminado resulta circular. Y en los disparatados personajes, obviamente.

Estas características hacen casi intraducible la obra (desde ya recomiendo su lectura en francés con un buen diccionario coloquial si se domina esa lengua) sin perder identidad, pero la traducción que hizo Sánchez Dragó para la edición de Marbot, que es la que ha leído esta reseñadora, es, sorprendentemente, fresca y bastante atinada, con inestimables notas aclaratorias a los diálogos más intrincados, lo cual se agradece y se elogia.

En Zazie nada es lo que parece: ni su tío es sereno, ni el gendarme es policía, ni el guía turístico sabe algo de París, ni la viuda  es tan alegre, ni el tabernero es tan cínico…Lo único real es la carga de profundidad que se lanza desde la apabullante y destructiva lógica infantil a la línea de flotación del mundo de las apariencias de los adultos.

¡No dejéis de leerla! Es un soplo de aire fresco, un divertimento con grandes posos de sabiduría y humanidad, un jolgorio para el lenguaje y el recorrido turístico por París más estrafalario que podréis hacer nunca.

Louis Malle hizo una adaptación al cine con el bueno e impagable Philippe Noiret como tío Gabriel. Pero yo prefiero el libro.

“Amusez-vous bien”

Sybilalibros@YoLibro

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