Pocas cosas hay
más francesas que la baguette, los quesos y el costumbrismo debarrio parisino.
Y Zazie.
Zazie es el epítome
del fresco descaro parisiense: desvergonzada, precoz y procaz, más testaruda
que una mula, capaz de acabar con la paciencia del santo Job, de cambiar el
horario a Kant y de hacer negar a Dios tres veces al Papa de Roma.
Ejemplo vivo del
incordio infantil, sus preguntas impertinentes y sus impetuosas ocurrencias
arrastran al bueno de su tío Gabriel y al resto de los personajes que osan
cruzarse en su decidido camino de viajar en metro a toda costa a pesar de la
huelga a un fin de semana delirante.
Escrita por
Raymond Queneau en 1959, Zazie es un juego (pero serio, como todos los juegos)
de Patafísica, esa “ciencia” cuya norma
es precisamente no seguir las normas y
que en literatura se plasmó en nuevas estructuras y en retorcer el lenguaje con
el fin de epatar al lector. La Patafísica nació del Surrealismo y contó con miembros
tan ilustres como Boris Vian, Joan Miró, Jean Genet y hasta el mismísimo
Umberto Eco. Y la pequeña Zazie es la alumna aventajada del Colegio por no
seguir las normas ni las convenciones sociales.
La gracia del
relato reside en el uso del argot parisién de barrio, los juegos de palabras
enrevesados, los experimentos lingüísticos y una estructura aparentemente
caótica pero que una vez terminado resulta circular. Y en los disparatados
personajes, obviamente.
Estas características
hacen casi intraducible la obra (desde ya recomiendo su lectura en francés con
un buen diccionario coloquial si se domina esa lengua) sin perder identidad,
pero la traducción que hizo Sánchez Dragó para la edición de Marbot, que es la
que ha leído esta reseñadora, es, sorprendentemente, fresca y bastante atinada,
con inestimables notas aclaratorias a los diálogos más intrincados, lo cual se
agradece y se elogia.
En Zazie nada es
lo que parece: ni su tío es sereno, ni el gendarme es policía, ni el guía
turístico sabe algo de París, ni la viuda es tan alegre, ni el tabernero es tan cínico…Lo
único real es la carga de profundidad que se lanza desde la apabullante y
destructiva lógica infantil a la línea de flotación del mundo de las
apariencias de los adultos.
¡No dejéis de
leerla! Es un soplo de aire fresco, un divertimento con grandes posos de
sabiduría y humanidad, un jolgorio para el lenguaje y el recorrido turístico
por París más estrafalario que podréis hacer nunca.
Louis Malle hizo
una adaptación al cine con el bueno e impagable Philippe Noiret como tío
Gabriel. Pero yo prefiero el libro.
“Amusez-vous bien”
Sybilalibros@YoLibro
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