Para mí, la más divertida, surrealista y disparatada de las novelas del maestro Greene además toda una declaración de principios como se aprecia en boca del protagonista:“Me importan un bledo los hombres que son leales a la gente que les paga, a las organizaciones…Ni siquiera creo que mi país signifique mucho. Hay muchos países en nuestro cuerpo ¿no? Pero sólo una persona. ¿Sería el mundo un desastre si fuéramos leales al amor y no a los países?”
Ambientada en la Cuba de
1958, a finales de la dictadura de Batista en la que militares, contrabando y
espías de toda calaña campan a sus anchas, Mr. Wormold, un pusilánime, mediocre
y arruinado vendedor de aspiradoras inglés que necesita un dinero extra para
pagar los caprichos de su hija acepta trabajar para el MI6 como espía. Como
carece de habilidades para el oficio, finge que los indescifrables planos de
una aspiradora corresponden a los de una bomba atómica. Esto desencadenará un continuum de situaciones absurdas que,
sin embargo, incardinadas a la peligrosa situación de la isla, acaban poniendo
en severo riesgo al protagonista y a su hija. La farsa termina siendo una
siniestra realidad.
Esta rocambolesca premisa
sería increíble si no fuera por el contexto en el que se desarrolla la novela.
No lo olvidemos: plena Guerra Fría, los soviéticos lanzan el primer Sputnik, pruebas
norteamericanas de bombas atómicas en el Pacífico, la guerrilla de Fidel Castro
se atreve a secuestrar al automovilista Fangio…Un clima de psicosis colectiva
por guerra inminente que desata una alocada carrera nuclear en la que todos los
estados quieren llegar el primero a la meta.
Y es lo que aparece
reflejado en la novela, aparte de una mordaz crítica a la ineptitud del
servicio secreto británico, la Cuba de Batista, la de la corrupción a gran
escala, el remolino caribeño que atraía a toda la canalla del planeta donde era
bien recibida. Greene había visitado Cuba en varias ocasiones (luego lo haría
más veces para sus largas charlas con Fidel) y conocía de primera mano lo que
se estaba cociendo.
Humor negro y sarcasmo
para denunciar la paranoia de la época, mucho trasiego de alcohol (comme il
faut!) y unos personajes irrepetibles: volvemos a encontrarnos aquí con los
antihéroes de Greene, esos tipos oscuros y anodinos que en tiempos revueltos se
ven impelidos por su propia impericia a tomar grandes decisiones. A su lado, un
personaje siniestro extraordinario que brinda al lector una de las escenas más
memorables de la literatura con una desquiciada partida de damas cuyas fichas
son botellitas de whisky y bourbon: Segura, el capitán de la policía cubana enamorado
de la hija de Wormold. Perversión en estado puro.
Muevan ficha y jueguen
esta partida porque lo van a pasar muy bien, no van a querer soltar este libro
cuya acción no para un segundo, deja sin respiración mientras que las frases de
sus protagonistas quedarán en su memoria para siempre.
ADENDA CINÉFILA: Al año
siguiente de escribir la novela, Graham Green realizó el guión para la película
que dirigió Carol Reed y protagonizaron un impagable Alec Guinnes y una
guapísima Maureen O’Hara, y que se rodó en Cuba recién subido al poder Fidel
Castro, que se hizo fotos con todo el elenco.
Sybilalibros
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