lunes, 20 de abril de 2020

LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO. Antonio Pigafetta


En el barco de madera sensible, humano. Incapaz de estar quieto bajas por la escalera húmeda y oscura, agarrado al pasamanos. Te encuentras frente a la puerta cerrada de la que no tienes llave. No puedes entrar en la mente de ese hombre que vivió hace quinientos años.

Hubo un tiempo en el que el mundo era inmenso y desconocido en su parte mayor; el ser humano pequeño y animoso. Un tipo creía en monstruos marinos probables, ratas y piojos ciertos; oía historias de náufragos y ahogados, relatos de enfermedad, hambre y sed en la enormidad acuática, viajes planeados para meses que duraban años. Sabía todo esto y se embarcaba. ¿Por qué?
Porque más cornadas da el hambre. Esta es una verdad anterior a las corridas de bravo y a los juegos de toros de Cnosos. Podemos adornarnos, empero, sin faltar a la verdad, con otros motivos: Fulano se embarcaba buscando la prosperidad comercial, el conocimiento, la aventura, por curiosidad. -El hombre padece de curiosidad, no necesita cantos de sirena para avanzar hacia los escollos.- Tal vez huía de la justicia o del sol de justicia que padecen los destripaterrones, los esclavos de piara. Lo cierto es que no faltaban tipos, no por olvidados menos sufridores, a las órdenes del Magallanes de turno. Mi homenaje asombrado a ellos.

El autor de este libro es Antonio Pigafetta, natural  de Vicenza, artificial de Venecia. Participó en los hechos que narra. Esto no quiere decir que sea sincero. Ningunea a Elcano, ni lo nombra. Magallanes es su héroe. Stefan Zweig, gran escritor, historiador aficionado, le da la razón. Lo cierto es que, sin la dirección de Elcano tras la muerte del portugués la vuelta a casa, completando de paso la vuelta al mundo, no habría sucedido. Se le achaca al de Guetaria no volver por la ruta más sensata, causando así más bajas; sucede que debió evitar el camino seguro para eludir a los portugueses, que querían apresarlos. La expedición era española, patrocinada por Carlos I, Portugal estaba en contra. Lo digo por las celebraciones mixtas. El objeto de la expedición era buscar un paso marítimo al sur de América hacia las Molucas, islas de las especias. Hasta entonces, no se había abajado del Río de la Plata. Completar la primera vuelta al mundo fue una gloria no buscada, alcanzada por los 18 hombres que consiguieron regresar a Andalucía “flacos como jamás hombres estuvieron”, según Elcano. Habían iniciado el
 viaje 247, aproximadamente.

Más allá de lo anterior, este es un libro de maravillas, un poco a lo Marco Polo, aunque hablamos de los años de 1519 a 1522; el escrito es de 1524. Los asombrosos indios de Brasil y el Río de la Plata, los patagones, cabo Deseado, estrecho de Magallanes, el Pacífico, las Filipinas, Molucas… nombres geográficos hoy, entonces resonantes de asombro y estupefacción. Isleños que creían los esquifes hijos de las naves grandes; nacían al botarlos y luego sus madres los recogían al costado, para darles de comer. isleños que se consideraban, hasta entonces, los únicos habitantes del mundo, imaginen su pasmo ante los navíos…

 De lo mejor del libro es la pasión de Pigafetta por las palabras. Escribe vocabularios de los indios de Brasil, los patagones, filipinos, malasios; admirados por los lingüistas modernos.

 Leo la edición en español de este “Il primo viaggio intorno al mondo” de Alianza Editorial, en formato digital. Traducción, introducción y notas de Isabel de Riquer, 2019.

Luis Miguel Sotillo Castro

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