Novela
de 1886 que, para felicidad lectora, tiene una continuación: Catriona. Hace
décadas, mucho me costó hallar esa segunda parte; la alegría del hallazgo me
recompensó, no digamos su lectura.
En Secuestrado, llamada en su primera edición
española Las aventuras de David Balfour, original Kidnapped, David nos cuenta
sus peripecias en primera persona. Víctima de la maldad de su tío Ebenezer, es
secuestrado para ser vendido como esclavo, naufraga, sobrevive en una isla
desierta para continuar sus aventuras en las Highlands escocesas. Participa en
los dramas jacobitas del siglo XVIII, de la mano de Alan Breck Stewart,
personaje histórico este, por cierto. Los jacobitas fracasaron con persistencia
en su empeño de reponer en el trono isleño a los Estuardo.
¿Por qué Stevenson es adorable, es decir,
merecedor de adoración? Para cada lector, porque lo ve como un amigo, para la
gente, porque es para todos los públicos, en el mejor de los sentidos. Sus libros
son de aventuras, sus finales son generalmente felices; pueden disfrutarse
desde la última niñez hasta la veteranía lectora más impenitente.
Lo excepcional en el escocés es la profundidad
bajo la peripecia aventurera. Analiza el alma humana rectamente, sin meandros
ni laberintos filosóficos para iniciados. La lucha entre el Bien y el Mal está
en toda si obra; de manera más oscura o pesimista en Jekyll y Hyde o The Master
of Ballantrae, más luminosa en el resto.
David Balfour es un personaje inolvidable, por
bien construido, porque querríamos ser él. Esa es la clave de nuestra
adoración. David se indigna, se asombra ante el mal. Es bueno, pánfilo. Saldrá
ileso, casi, de su travesía por la vida gracias al socorro amistoso de Alan
Breck Stewart, personaje infatigable, astuto, conocedor de hombres y paisajes.
La amistad es otra felicidad en los relatos de Stevenson; cuando veo la
camaradería en el cine de Howard Hawks me digo: este leyó a Robert Louis.
La bondad tiene fama de sosa. Stevenson la
hace atractiva. Porque la indignación asombrada de Balfour ante el mal no lo
paraliza ni lo vuelve malvado. Aprende. Lucha sin emplear las armas del enemigo,
actúa con principios. ¿Triunfa? Lean esta novela. De eso se trata. Serán
felices e intentarán ser mejores personas. Es el efecto que causa Tusitala, “el
que cuenta historias”, apodo que la gente del Pacífico Sur dio a Stevenson.
Luis Miguel Sotillo Castro
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