Aquel que sea
amante de “El Padrino” sabrá que en ningún momento de la película se pronuncia
la palabra “Mafia”, tan sólo se habla de negocio y familia.
No es casualidad
ni capricho del director, sino algo que tiene mucho que ver con la esencia de esa
terrible organización: la Omertà o ley del silencio.
Algo parecido
ocurre en esta novela, la primera que habló abiertamente de Mafia y con esa
palabra en la Italia del s. XX referida, sin reparos, a una entidad invisible pero palpable, negada pero
existente, dedicada a la delincuencia organizada y que conforma las venas por
las que corre la sangre del Sur italiano.
“El día de la
lechuza” es la crónica de la investigación de un asesinato cometido en mitad de
la plaza de pueblo siciliano, a plena luz del día y en presencia de testigos
que resultarán mudos y sordos. Bellodi, íntegro capitán de carabineros, expartisano
y del Norte del país, aún sin contaminar por el temor perpetuo y las deudas de
honor que afectan a los lugareños, se da
de bruces contra la Omertà a la hora de realizar su trabajo.
Un suceso tan
claro en apariencia se convierte en un intrincado laberinto de silencios tan
densos como el moscatel de la tierra, con pasillos que conducen a la turbulenta
política de posguerra italiana, inmersa en una corrupción brutal de cargos públicos
y en una guerra bronca entre comunistas y fascistas. El hilo de Ariadna se
mueve entre mínimos gestos que dispensan la vida y la muerte, pero que
constituyen un vocabulario casi inescrutable para el franco y directo discurso
del capitán, alter ego del autor.
Los personajes
son oblicuos y contumaces como el granito siciliano; los sentimientos,
escondidos bajo una áspera toquilla negra; los pensamientos, sentencias
milenarias y los diálogos con mafiosos, tan memorables como las ruinas
Agrigento.
Bajo esta costra
calcárea e insidiosa, late el profundo amor de Sciascia por su tierra y su
ardiente deseo de que se deshaga del yugo bajo el cual vive sometida. Él,
idealista convencido, cree que el comunismo y la tolerancia podrían sacar a la
isla de esa sumisión, visto que la brutal represión sufrida bajo el fascismo no
sólo no consiguió acabar con la Mafia sino que se recrudeció tras su caída.
Obra de denuncia,
valiente, comprometida, inteligentemente escrita, con un estilo ágil que
también gusta de pequeñas y jugosas paradas para inquietantes reflexiones. No
hallará el lector ni violencia física, ni descripciones sangrientas, ni
tremendismo amanerado, pero sí vivirá el mismo estremecimiento e impotencia que
el capitán Bellodi ante la desidia de las autoridades.
Creo que, aunque
luego se han escrito obras mucho más explícitas, profusamente documentadas y
cruentas como la Gomorra de Roberto Saviano y hecho variadas películas y
documentales sobre el tema, hay que leer esta novela. En su sencillez y
brevedad se alza la primera voz pacífica contra la vergüenza italiana.
Y sí, también hay
propina cinéfila: excelente film protagonizado por la bellísima Claudia
Cardinale y Franco Nero.
Sybilalibros
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