lunes, 16 de marzo de 2020

LA POSADA JAMAICA. Daphne du Maurier


Me cuesta la vida reseñar a Daphne du Maurier, porque es tan extraordinaria, tan ricas sus novelas, tan apasionantes sus personajes, tan bien construidas sus tramas, que prefiero no analizar lo escrito sino simplemente dejarme llevar por él, disfrutarlo en su plenitud y deciros que hagáis lo mismo.
Pero entiendo que algunos amigos lectores aún no han leído a esta magnífica autora y necesitan más datos que les empuje a ello. Por eso me obligo a redactar esta reseña cuando aún estoy calada por la lluvia persistente de Cornualles y la humedad ponzoñosa de la posada no se me va ni con agua caliente.

“La posada Jamaica” es un novelón, muy distinto de Rebeca o Mi prima Rachel, primerizo, pero que ya cuenta con todos los ingredientes maestros que hacen de los relatos de su autora verdaderas joyas literarias. Se podría encuadrar por temática y ambientación en la estela de la novela gótico-romántica de las Brontë, pero da un paso más allá, dejando a un lado las pasiones amorosas y ensalzando la realización personal.

También podría definirse como novela de aventuras al estilo de las del XIX, a la sombra de Walter Scott, pero las actividades contrabandistas en la brumosa y salvaje Cornualles no son más que la excusa para demostrar la violenta verdad del alma humana, despojando de todo romanticismo al delito y sus cultivadores.

Ante todo y por encima de todo, La posada de Jamaica, es la novela de lo que es capaz una mujer, Mary Yellan, que no quiere vivir ni amedrentada ni mantenida por los hombres. Rodeada de miserables durante todo el relato, sin nadie en quien confiar, Mary declara a hombres terribles no tenerles miedo, aunque esté aterrorizada, porque sabe que si les teme es su prisionera. Y ella es libre. En este sentido, es una novela tremendamente feminista (y está escrita en 1936) que no escatima una coma para reflejar lo que supone el maltrato físico y psíquico de una bestia (el tío de la protagonista) para la anulación de la persona.

El argumento creo que es conocido: Mary Yellan, una joven y valiente huérfana se traslada a vivir con sus tíos a una siniestra posada en las solitarias costas de Cornualles donde se encuentra con que su tía vive machacada por la brutalidad de su esposo alcohólico que por otra parte es jefe de una sanguinaria banda de contrabandistas. Mary podría huir pero prefiere hacerle frente a su tío e intentar salvar a su tía antes de que sea demasiado tarde. Y de esta manera se ve envuelta en los sucios negocios de su familia, encubriendo crímenes y buscando una salida desesperada sin más ayuda que la del escurridizo párroco de la ciudad o la del no menos peligroso hermano de su tío. La aventura está servida.

Daphne du Maurier, escritora elegante, cultísima y cosmopolita, demostró en sus novelas que para ser ciudadana del mundo no hacía falta salir de su residencia de Cornualles, donde sitúa la mayor parte de sus obras. En “La posada Jamaica” el paisaje es un personaje determinante para el desarrollo de la trama: los ominosos páramos, las traicioneras ciénagas, los ríos que cantan como taimadas sirenas no sólo esculpen una naturaleza agreste de leyenda artúrica sino también unos personajes esquivos, atormentados, oscuros e imprevisibles (se comprende la fascinación de Hitchcock por ella).

Clandestina como un barril de contrabando, pavorosa como el ulular del viento, angustiosa como un naufragio contra el miedo, palpitante como el pábilo de una vela, claustrofóbica como una charca infecta, imprevisible como la mente retorcida del tío Joss. Así es “La posada Jamaica”.

ADENDA: Hay adaptación al cine realizada por el maestro Hitch en su temprana etapa inglesa con Maureen O’Hara y Charles Laughton como protagonistas. Sin embargo, los escasos medios con los que fue rodada y la traición al secreto de la novela, desvelado en la segunda escena de la película, no hacen recomendable su visionado desde mi punto de vista. Entiendo el enfado de la autora con el director tras ver el destrozo que había hecho. En fin, el mejor escribano echa un borrón.

Sybilalibros

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