Me encanta
tropezarme con autores desconocidos por el gran público, sobre todo los que
provienen de países que estuvieron tantos años tras el telón de acero porque
tienen tantas historias que contar y de una manera tan diferente a la
acostumbrada europea occidental que siempre me sorprenden. O será que los leo
con los ojos y el corazón de una niña: sin prejuicios, simplemente dejándome
llevar.
Es el caso de esta
sensible e inteligente autora, compatriota húngara del mediático Márai pero
menos promocionada, a saber por qué (algo que, por otro lado, me alegra. El
estar alejada de la tendencia dominante le da cierto caché que también pasa a
sus lectores de alguna manera).
“La balada de
Iza” es una historia de incomprensiones y silencios, de egoísmos encubiertos de
generosidad, de vacíos dejados por los seres queridos que pretenden llenarse
con material prefabricado, de choque entre las tradiciones del pueblo y las
asépticas relaciones impuestas desde el Partido en la capital.
Iza es una
reputada doctora cuya madre, que vive en una casucha de un poblado atrapado en
tiempos pasados, acaba de enviudar. Con la más racional de las intenciones se
la lleva a vivir con ella a su funcional pero inanimado apartamento de Budapest.
Las continuas ausencias de Iza por su entregado trabajo, su estricto carácter,
que ya la alejó desde niña de la ternura de su madre y la falta de contacto
humano de la gran ciudad provocan en la anciana un desamparo tal que enferma de
melancolía, lo que empuja a las protagonistas a tomar decisiones que las
enfrenta a todo lo callado durante años.
Con esta trama
tan sencilla como universal compone Szabó, más que una novela, una lección de
humildad y humanidad, con unos personajes tan sinceros, tan de andar por casa
que te atrapan al primer renglón y no puedes dejar de leer una vez empezada.
Contribuye
considerablemente a esta conexión la fluida, natural y delicada escritura de la
autora, gran observadora de caracteres, que entiende que una taza desportillada
o una funda de almohada hecha de remiendos dicen más que seis páginas de
elaboradas descripciones psicológicas. Sus palabras se deslizan por los
personajes y el paisaje con un ritmo pausado, íntimo, casi secreto hasta que,
abruptamente, se precipitan en la parte final del relato, en una cascada
imparable de angustia reprimida y reproches liberados del terror.
Enlazado con lo
anterior, no quería dejar de mencionar dos cuestiones cuando menos sorprendentes
de esta novela.
Una se refiere a
su título original, Pilátus, es decir, el Pilatos de la tradición cristiana
como símbolo de la cobardía e inhibición de responsabilidad. Cuando leáis el
libro, lo entenderéis. ¿El porqué de un título en castellano tan distinto? Lo
ignoro, probablemente se deba a estrategia editorial.
Y la otra es la
llamativa ausencia (casi total) de cualquier referencia política, teniendo en
cuenta que fue escrita en 1963, bajo la dictadura comunista o quizás por ello:
durante la época de opresión estalinista sobre Hungría, desde el 1949 al 56, el
gobierno prohibió la publicación de las obras de Szabó por su libre pensamiento
y porque su marido estaba estigmatizado por el régimen. Cuando lean a Szabó,
lean entre líneas, porque los personajes y la historia representan mucho más
que un conflicto madre-hija.
Recomendable no
sólo por lo que representa de conocimiento de otras literaturas largamente
silenciadas sino por la extraordinaria sensibilidad de la autora: si no sufren
en silencio con Etelka es que no tienen sangre en las venas.
Finalmente, dar
las gracias a Mondadori por traducir a esta autora y darla a conocer en España.
Sybila @YoLibro