domingo, 25 de noviembre de 2018

LA SOLITARIA PASIÓN DE JUDITH HEARNE. Brian Moore.


Tristeza, soledad infinita, sueños rotos, locura, alcohol, religión: Un tranvía llamado deseo en Belfast podría titularse esta maravillosa novela en la que Moore describe prodigiosamente la tortura de un alma solitaria, sus interiores y recovecos, la pugna interna contra los prejuicios adquiridos que minan su ser.

“La solitaria pasión de Judith Hearne” es la historia de una de las marginaciones más dolorosa y a la par más inspiradora para la literatura como es la de la solterona: estigmatizadas por la sociedad por no darle hijos, culpables de que haya hombres solos, monjas sin anillo al cuidado de familiares enfermos que les pagan su vocación muriéndose en la ruina, la solterona se convierte en una carga para la familia y sus escasas relaciones.

En un sombrío y encogido Belfast de posguerra, Judith Hearne, fea y en esa edad indeterminada en la que la mujer si no es oronda matrona es escuálida mística, pobre pero respetable, fiel cumplidora de unos preceptos católicos que no la consuelan y una carga lastimosa para sus únicos amigos que la sufren cada té de domingo, intenta sobrevivir a su destino en casas de huéspedes de paredes alcahuetas donde sueña, entre suspiros ahogados en la botella de whisky, con el brillante caballero que la rescate del dragón de la soltería.

Cuando menos se lo espera, su Dios amenazador se apiada de ella y trae a su pensión a un expansivo comerciante norteamericano sin pensar que su aparición desatará las más bajas pasiones entre los moradores de esa cueva de leprosos del amor.

Extraordinaria tanto en el sentido literario como el humano, “La solitaria pasión de Judith Hearne”, que podría haber sido una cargante novela de dramas desmandados, es una obra magistral gracias a la pluma fina, inteligente y elegante de B. Moore que trata a su protagonista con exquisita dulzura, incluso con toques de humor, pero sin ahorrarnos la vileza de su adicción a la par que  nos muestra  los perfiles de los restantes personajes en pequeños pero definitorios gestos, componiendo un cuadro del que es difícil apartar la mirada.

Leyendo libros como este, una entiende por qué B. Moore es considerado un maestro de las letras británicas, genio que hizo extensivo a los guiones cinematográficos como el de “Cortina rasgada”  rodado por Hitchcock al emigrar a los EEUU y es admirado por otro maestro como Graham Greene.

Más que recomendable, lectura obligada. Máxime cuando la edición de Impedimenta y la traducción de Amelia Pérez de Villar son impecables.

NOTA CINÉFILA: Existe película de 1987 protagonizada por los inmensos Maggie Smith y Bob Hoskins, pero desgraciadamente no he tenido ocasión de verla, así que no puedo dar opinión. Pero me da el pálpito que a pesar de contar con tan buenos actores, difícilmente habrán conseguido plasmar el hálito que se respira en las páginas de Moore.



Sybila @YoLibro

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