Tristeza, soledad
infinita, sueños rotos, locura, alcohol, religión: Un tranvía llamado deseo en
Belfast podría titularse esta maravillosa novela en la que Moore describe
prodigiosamente la tortura de un alma solitaria, sus interiores y recovecos, la
pugna interna contra los prejuicios adquiridos que minan su ser.
“La solitaria
pasión de Judith Hearne” es la historia de una de las marginaciones más
dolorosa y a la par más inspiradora para la literatura como es la de la
solterona: estigmatizadas por la sociedad por no darle hijos, culpables de que
haya hombres solos, monjas sin anillo al cuidado de familiares enfermos que les
pagan su vocación muriéndose en la ruina, la solterona se convierte en una
carga para la familia y sus escasas relaciones.
En un sombrío y
encogido Belfast de posguerra, Judith Hearne, fea y en esa edad indeterminada
en la que la mujer si no es oronda matrona es escuálida mística, pobre pero
respetable, fiel cumplidora de unos preceptos católicos que no la consuelan y
una carga lastimosa para sus únicos amigos que la sufren cada té de domingo, intenta
sobrevivir a su destino en casas de huéspedes de paredes alcahuetas donde sueña,
entre suspiros ahogados en la botella de whisky, con el brillante caballero que
la rescate del dragón de la soltería.
Cuando menos se
lo espera, su Dios amenazador se apiada de ella y trae a su pensión a un
expansivo comerciante norteamericano sin pensar que su aparición desatará las
más bajas pasiones entre los moradores de esa cueva de leprosos del amor.
Extraordinaria
tanto en el sentido literario como el humano, “La solitaria pasión de Judith
Hearne”, que podría haber sido una cargante novela de dramas desmandados, es
una obra magistral gracias a la pluma fina, inteligente y elegante de B. Moore que trata a su protagonista con exquisita dulzura, incluso con toques de humor,
pero sin ahorrarnos la vileza de su adicción a la par que nos muestra los perfiles de los restantes personajes en
pequeños pero definitorios gestos, componiendo un cuadro del que es difícil
apartar la mirada.
Leyendo libros
como este, una entiende por qué B. Moore es considerado un maestro de las
letras británicas, genio que hizo extensivo a los guiones cinematográficos como
el de “Cortina rasgada” rodado por
Hitchcock al emigrar a los EEUU y es admirado por otro maestro como Graham Greene.
Más que
recomendable, lectura obligada. Máxime cuando la edición de Impedimenta y la traducción de Amelia Pérez de Villar son impecables.
NOTA CINÉFILA: Existe película de 1987 protagonizada por los inmensos Maggie Smith y Bob Hoskins, pero
desgraciadamente no he tenido ocasión de verla, así que no puedo dar opinión.
Pero me da el pálpito que a pesar de contar con tan buenos actores,
difícilmente habrán conseguido plasmar el hálito que se respira en las páginas
de Moore.
Sybila @YoLibro
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