Limónov nos resultaría exagerado, inverosímil como personaje novelesco, pero resulta que existe, vive, este ucraniano de 1943. Carrère nos cuenta su vida y anti milagros, picaresca con vodka en lugar de vino, en este libro biográfico histórico que se lee como una novela. Lo único admirable en Limónov es la fuerza de voluntad, la capacidad de resistencia. Por lo demás, me resulta desagradable, como poco. Diré como ejemplo definitivo que entre Stalin y Solzhenitsyn se queda con el padrecito de los pueblos… masacrados. Y no es el único.
Lo mejor del libro es la descripción de, la reflexión sobre una época, un país apasionante, Rusia, que tanto ha padecido y ha hecho sufrir.
El comunismo. Rusia ayer y hoy, de Stalin a Putin, pasando por Gorbachov y Yeltsin. De la atrocidad soviética a las mafias que se enseñorean de una tierra inmensa, pues se pasa del control absoluto de la sociedad por el partido comunista al libertinaje sin frenos legales democráticos en tiempos de Boris Yeltsin.
Libro apasionante, sobre un hombre y su tiempo, que es el nuestro. Las cárceles rusas, los apartamentos lujosos de Nueva York. El hambre, el caviar a cucharadas. París, los altiplanos asiáticos despoblados. Sodomía en el barro, llevar del brazo una tía por la que te envidian. Sarajevo sitiada, una agradable casa de campo. Todo esto y más, es Limónov.
Editorial Anagrama, leo la decimocuarta edición, de marzo de 2018, la original es de 2011. 396 páginas que atrapan.
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