viernes, 26 de octubre de 2018

LOS CARTAGINESES. Werner Huss

Uno de mis primeros recuerdos como lector, muy niño: Almílcar Barca hace a su hijo Aníbal, un muchacho, jurar odio eterno a los romanos. Una de las primeras ilustraciones que recuerdo: Un elefante envuelve con su trompa y eleva a un legionario romano, como si fuera un madelman en la mano de un niño travieso. Soy pro latino, sin duda, pero siento por los cartagineses la fascinación que inspiran los derrotados misteriosos.
Cartago, fundada tal vez en el 812 a. C, más antigua que Roma, destruida por esta en el 146 a. C. Los púnicos, antes comerciantes que guerreros, no tuvieron reyes ni tiranos; honraron y suplicaron a sus dioses con sacrificios humanos.
¿Por qué Aníbal no arrasó Roma, desperdiciando dos oportunidades claras? ¿Por qué Roma odió sañudamente a Cartago, hasta destruir incluso sus cimientos, sembrándola de sal?
Una de las desgracias de la historiografía es que no conservamos ni un sólo libro escrito por cartagineses. Todas las fuentes literarias sobre ellos son de sus enemigos, griegos y romanos, con la parcialidad imaginable. Tenemos la arqueología, insuficiente, para acercarnos a esta civilización.
Este libro lucha contra estas dificultades. Nos ofrece primero una historia en el tiempo, desde los antecedentes fenicios hasta el fin de la ciudad. A continuación dedica capítulos a la cultura, economía, administración, religión y milicia púnicas. He tenido alguna dificultad de comprensión del texto de cuando en cuando. No sé si debido al original alemán, a la traducción, o a mi capacidad limitada. Leo la edición de Gredos de 1993; la original alemana es de 1990.

Por supuesto, seguimos sin saber qué hubiese sucedido, cómo sería el mundo hoy, si el gran Aníbal hubiese talado Roma. ¿Restos de un templo a los dioses Baal u Tanit en el Vaticano, esa colina?
Luis Sotillo Castro

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