Ayer compré el último disco de Bowie, Blackstar. ¡Por fin, casi tres años sin material nuevo! Lo oí dos veces, maravillado.
Me levanto pronto hoy, desayunaré mientras lo
escucho de nuevo. Primero, voy a cargar el móvil. Leo en él: David Bowie ha
muerto. No quiero creerlo. Me meto en la cama otra vez. Dormiré; al despertar,
me reiré de esta pesadilla. Diez u once de enero de 2016.
Hace
décadas leí un artículo en un periódico. Decía que un barco navegaba cerca de
la costa, tiempos del Imperio Romano. De repente, de tierra llega una voz
sobrenatural: EL DIOS PAN HA MUERTO. Imaginen la estupefacción de los
navegantes. Así nos sentimos muchos con la muerte de Bowie. Hoy, 2021, aquel
periódico es un panfleto penoso, el articulista murió hace mucho. Puede que
sólo sobreviva el viejo dios Pan, descojonándose de la naturaleza humana.
También
porque el libro, que aspira a ser
biografía definitiva, es equilibrado. Desmenuza tanto la vida profesional como
la personal de David Jones, nombre que nunca cambió legalmente por Bowie
nuestro héroe. Quien quiera conocer íntimamente a Bowie, no creo que encuentre
mejor relato, sin tapar los asuntos feos o dudosos; quien quiera jugosas
anécdotas sobre sexo, drogas y Rock and Roll, también las lee aquí. Por
supuesto, desfilan las estrellas del pop rock desde finales de los sesenta
hasta la actualidad. Leemos testimonios de ellas sobre nuestro protagonista,
también de amigos, novias, músicos de estudio, representantes, productores,
etc.
Libro
interesante para los amigos del rock, imprescindible para los fans de Bowie.
Todo
Bowie, aquí, sería un buen lema publicitario. Edición de Alianza Editorial,
2021, 650 páginas. Con fotos, claro. Bowie es sound and visión.
Luis
Miguel Sotillo Castro.
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