Siempre
andamos a vueltas con la memoria. De niños, recordamos nuestras fantasías sobre
el futuro, para seguir con ellas tras las interrupciones de los adultos
adustos. Mayores, miramos hacia atrás, a ese pasado lleno de alegrías
terminadas, tristezas perennes. Según corre la vida, se nos llena de muertos la
memoria. Por ello, a menudo renegamos de ella ¡Ojalá no recordase nada! Toda esa tontería quejica se nos pasa cuando
vemos a alguien que, verdaderamente, por una enfermedad degenerativa por ejemplo, no recuerda nada. Nos enternece y
asusta, desde el respeto; ya no es un hombre completo. Le faltan los recuerdos,
nuestra esencia.
Pío
Caro-Baroja Jaureguialzo es hijo de Pío Caro Baroja, sobrino de Julio Caro
Baroja, sobrino nieto de Pío y Ricardo Baroja. Cito sólo a sus mayores cuyos
libros he leído, van estos de lo interesante a lo extraordinario.
En
este cuaderno (calificado como tal modestamente, nunca una familia ha presumido
tan poco generando tanto) nos habla de sus vivencias, sentimientos y
pensamientos en torno a la muerte de su padre, en 2015. Son experiencias
íntimas que no voy a comentar; enfréntese cada lector, reconózcase o no en
ellas, yo sí lo hago a menudo como hombre con duelos. ¿Quién no ha debido
teñirse de negro alguna vez las mangas, el cuello de la camisa antes blanca y
sonriente? Sí puedo resaltar otras cosas de las que trata el escrito.
Lugares. Pío nos habla de su viajar y vivir,
el campo argentino, Málaga, San Sebastián, Madrid; principalmente, la casa
familiar, Itzea, en Vera de Bidasoa, pueblo navarro próximo a Guipúzcoa y
Francia.
Personas. Los vecinos de Vera, libreros de la
Cuesta Moyano en Madrid, gente del mundo editorial y de la prensa, escritores;
por supuesto, hechos, dichos y anécdotas de los Barojas y Caros.
Aunque Pío no politiquea, atisbamos el difícil
engarce de los Baroja en esta España complicada, de banderías; no digamos en El
País Vasco y Navarra. Como gente independiente, la familia sufre desconfianza
de unos y otros.
Hermoso y dolorido homenaje al padre, en suma.
Muy recomendable por el relato de la vida interior, sensible y sincero, más el
de las relaciones familiares y sociales. Me encanta la foto de la
contraportada, los hermanos Julio y Pío Caro Baroja, ya mayores, mirándose de
frente con un afecto evidente y directo que se sale del
libro.
Edita Cátedra, 2020, 196 páginas, firmado el 5 de enero de 2017 por el autor;
cómo no, en Itzea.
Luis Miguel Sotillo Castro.