Me da vergüenza
hacer la reseña de este libro cuando ya en su estupendo prólogo Rodrigo Fresán
nos da las claves para disfrutar el doble de su lectura, encuadrándolo en el
género literario de “solterona rellenita que intenta realizarse” pero su vida
es un desastre: vive en un estado de perpetua dieta infructuosa, sólo le salen trabajos
de poca monta, sus amigas tienen éxito y encima tiene que lidiar con una madre
hipercontroladora obsesionada con el matrimonio.
Gail Parent
recoge el testigo de sus predecesoras de la “chick lit” como Wharton, Dorothy
Parker o Lorrie Moore y actualiza el género sentando las bases de lo que luego
sería el fenómeno mundial de Bridget Jones.
De hecho, se
podría decir que Sheila Levine es una Bridget judía neoyorkina pasada por el
tamiz locuaz de Woody Allen pero más trágica y cáustica que su heredera inglesa
ya que más que un diario, es una larga nota de suicidio.
He de decir que
si bien al principio el libro no me arrancó una sonrisa por ser excesivamente
tópico, a medida que va avanzando la aventura vital de Sheila, sus odiseas en
los antros del Village y sus experiencias con los elementos a los que se
empareja, me he ido enganchando más hasta llegar al climax del momento en que
por fin decide suicidarse. Toda la preparación del evento es de antología; por
momentos parecía un gag de los hermanos Marx: desquicio en el absurdo más
absoluto. Lo que me he reído.
Por último
comentar que tal y como se apunta en el prólogo, esta fue la única novela que
escribió Parent, cuyo oficio era guionista de series de TV, entre ellas el Show
de Mary Tyler Moore o Las chicas de oro, estilo que se aprecia en la estructura
del libro y en el ritmo de narrar los sucesos como si fueran gags, lo que hace
su lectura muy amena. Es como un monólogo de “stand up comedy” estirado en
formato de novela.
La recomiendo a
todos los amantes del humor sarcástico, ingenioso, verborreico y negro, porque bromear
con el suicidio y salir airosos es de genios. Y judío, muy judío: madres
angustiosamente protectoras, padres “maceteros”, operaciones de nariz, la
comida y los rabinos, Dios y el sexo. Woody Allen trasladado al papel.
Sybilalibros @YoLibro
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