lunes, 1 de julio de 2019

EL MISTERIO DE LA CRIPTA EMBRUJADA. Eduardo Mendoza


La segunda novela de E. Mendoza tras el inesperado éxito de su debut con “La verdad sobre el caso Savolta” obedece, como el mismo autor confiesa en el prólogo, a una necesidad de distanciarse del maremágnum en el que se vio envuelto y superar el bloqueo ante la página en blanco.
La catarsis le condujo a un divertimento disparatado, enraizado en la picaresca española que, en vista de la gran aceptación obtenida, seguirá cultivando a intervalos para deleite de sus seguidores.

Para ello, retoma a ese personaje oblicuo y desconcertante del Caso Savolta, sin nombre porque los reúne todos, un lunático adicto a la Pepsi-Cola internado en un manicomio, al que recurre el jefe de policía para la resolución de un caso de desaparición de adolescentes en un internado de “niñas bien”.

La enrevesada trama de entradas, salidas, despistes, historias paralelas, típicos de un vodevil, sirve a Mendoza de excusa para algo que le es muy querido: contar Barcelona, desde el aristocrático S. Gervasio hasta los prostíbulos del Raval, durante los convulsos momentos de nuestra recién estrenada democracia.

La diversión, más que por la propia historia en sí, de escasa chicha, viene dada por la pericia de saltimbanqui del autor en el uso del anquilosado lenguaje leguleyo que gasta el loco, alcanzando  momentos de desternillante paroxismo, y por surrealistas situaciones impropias de una investigación policial de forma que, cuando te quieres dar cuenta, sigues a ciegas a este nuevo Lazarillo de las Ramblas, que destila amargura y ternura a partes iguales, llegando incluso a profesar su cordura.

Aparquen un ratito la formalidad y déjense llevar una tarde (sus 200 páginas se beben con un largo café) por la sana demencia, como afortunadamente hizo el autor para regocijo propio y de sus lectores.
La recomiendo para forofos de Mendoza, de Barcelona, de  personajes descabellados y para echar un buen rato tras un día atravesado.

Sybilalibros@YoLibro

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