Cuarta novela con el teniente de policía habanero Mario Conde. Es
otoño en el Caribe. No se espera la caída mansa de la hoja, viene
un huracán para arrancarla violentamente. Están en el aire,
literalmente, las viviendas, los árboles, el presente, las ilusiones,
todo.
Conde, a unos días de cumplir 36 años, deberá salir de su inacción
autocompasiva para investigar un nuevo asesinato, aunque tiene
decidido abandonar la policía. Ser un investigador honrado y eficaz,
tras una purga en su departamento es obligación y salvación
personal. Dolorido por lo que fue, lo que es, desesperanzado con el
porvenir –lo único seguro es el próximo viento destructor- , quedan
los amigos y el trabajo.
Tras la revolución castrista de 1959, buena parte de la burguesía
cubana huyó de la isla o, quedándose, perdió sus posesiones. Sus
bienes fueron estatalizados, en beneficio del pueblo, se supone. En
esta entrega el Conde investiga el tráfico de bienes expropiados, el
súbito enriquecimiento de algunos revolucionarios bien situados en
la construcción del socialismo. Como siempre, Padura no ataca
directamente el régimen revolucionario hereditario de su país. No
hace falta, basta con describir la realidad cotidiana para sentir su
fracaso.
La Habana se siente vieja, está herida, pero es hermosa y quiere
vivir. Lo mismo puede decirse de los personajes de la novela, con
los que bebemos ron, valorando la lealtad y la amistad, mientras lo
mismo escuchamos a los Credence que a Formula V, porque la vida
es un disparate contradictorio del que, a veces, gozamos.
260 páginas editadas modesta y correctamente por Tusquets. Leo
la octava edición de julio de 2018; la acción de la novela transcurre
en 1989, fue escrita en 1998.
Luis Miguel Sotillo Castro
viernes, 19 de julio de 2019
jueves, 18 de julio de 2019
UNA BIBLIOTECA DE VERANO. Mary Ann Clark Bremer
Esta autora me vuelve del revés.
Daría lo que fuera por vivir sus experiencias al lado de los libros.
Mary Ann Clark no escribe novelas propiamente dichas, sino que cuenta su
vida en anotaciones (Notebooks se denominan en inglés los títulos publicados
por Periférica. Este es el volumen I) dotadas de tal elegancia, lirismo y
evocación que trasportan al lector sobre una alfombra mágica a su mundo,
dejándola aparcada como marcapáginas de sueños en cada uno de los libros que ha
leído/hemos leído. Porque los hitos de su azarosa y desgraciada vida los
cuentan sus lecturas.
En este están Stendhal, Proust, Verlaine, Defoe (qué significativo es
Robinson para el apátrida, el exiliado, el refugiado), Thomas Hardy, Flaubert,
Balzac y otros, mayoritariamente franceses ya que el relato se desarrolla en un
pequeño y encantador pueblo de Normandía donde la autora se encarga, tras una
estancia traumática en el hospital, de reorganizar la biblioteca del palacete
de su tío para ponerla al servicio del pueblo, puesto que los nazis destruyeron
la comunal tras su paso por la zona.
Esta tarea gratísima para todo amante de los libros sirve a la autora para
superar la muerte de sus padres, aliviar su soledad, conocer amigos y hallar un
amor tan romántico que ya quisieran los cuentos de hadas.
Las menciones y citas de autores denotan un gusto refinado. De hecho dan
ganas de transcribir el librito entero a modo de reseña-glosa, de sentirse un
poco como monje de scriptorium cuyo único trabajo fuera anotar glosas al margen
de los párrafos para animar a leer esta joya.
Nunca estaré lo bastante agradecida a Periférica por editar la obra de esta
autora porque los momentos de placer que me depara su lectura son únicos.
Lo recomiendo encarecidamente. No podéis dejar pasar algo tan exquisito en
tan sólo 86 páginas.
Ideal para una tarde de septiembre, con tormenta breve que aromatice el
café con notas de tierra mojada.
Sybilalibros
martes, 16 de julio de 2019
SHEILA LEVINE ESTÁ MUERTA Y VIVE EN NUEVA YORK. Gail Parent
Me da vergüenza
hacer la reseña de este libro cuando ya en su estupendo prólogo Rodrigo Fresán
nos da las claves para disfrutar el doble de su lectura, encuadrándolo en el
género literario de “solterona rellenita que intenta realizarse” pero su vida
es un desastre: vive en un estado de perpetua dieta infructuosa, sólo le salen trabajos
de poca monta, sus amigas tienen éxito y encima tiene que lidiar con una madre
hipercontroladora obsesionada con el matrimonio.
Gail Parent
recoge el testigo de sus predecesoras de la “chick lit” como Wharton, Dorothy
Parker o Lorrie Moore y actualiza el género sentando las bases de lo que luego
sería el fenómeno mundial de Bridget Jones.
De hecho, se
podría decir que Sheila Levine es una Bridget judía neoyorkina pasada por el
tamiz locuaz de Woody Allen pero más trágica y cáustica que su heredera inglesa
ya que más que un diario, es una larga nota de suicidio.
He de decir que
si bien al principio el libro no me arrancó una sonrisa por ser excesivamente
tópico, a medida que va avanzando la aventura vital de Sheila, sus odiseas en
los antros del Village y sus experiencias con los elementos a los que se
empareja, me he ido enganchando más hasta llegar al climax del momento en que
por fin decide suicidarse. Toda la preparación del evento es de antología; por
momentos parecía un gag de los hermanos Marx: desquicio en el absurdo más
absoluto. Lo que me he reído.
Por último
comentar que tal y como se apunta en el prólogo, esta fue la única novela que
escribió Parent, cuyo oficio era guionista de series de TV, entre ellas el Show
de Mary Tyler Moore o Las chicas de oro, estilo que se aprecia en la estructura
del libro y en el ritmo de narrar los sucesos como si fueran gags, lo que hace
su lectura muy amena. Es como un monólogo de “stand up comedy” estirado en
formato de novela.
La recomiendo a
todos los amantes del humor sarcástico, ingenioso, verborreico y negro, porque bromear
con el suicidio y salir airosos es de genios. Y judío, muy judío: madres
angustiosamente protectoras, padres “maceteros”, operaciones de nariz, la
comida y los rabinos, Dios y el sexo. Woody Allen trasladado al papel.
Sybilalibros @YoLibro
lunes, 15 de julio de 2019
ULTIMAS TARDES CON TERESA. Juan Marsé
No puedo. Abandono. Me rindo. 224 páginas he aguantado, soltándolo,
cogiéndolo.
¡Ay señor Marsé! Es usted un orfebre de la
palabra, pero esas eternas frases coordinadas, esa escasez de puntos y aparte,
esos párrafos que constituyen por sí mismos un relato, acaban conmigo.Aunque
lo que me ha tumbado de verdad son los protagonistas.
No se trata ya de absoluta falta de conexión con ellos y su historia por mi parte. Es que ¡¡¡No los soporto!!!
Si me revienta el afamado Pijoaparte, niñato charnego y arribista del lumpen del Carmelo barcelonés, Teresa, la pijaprogre pseudointelectual revolucionaria aburrida de su vida acomodada me supera. Y no entro en la imagen del emigrante andaluz que transmite porque arde Troya.
Me dicen que la he leído ya vieja, que con 20 años hubiera caído rendida a esta historia de amor interclasista. Pero no lo creo, porque apenas me interesa la época de los 60 que narra y mucho menos la confrontación social en la Cataluña del momento. Es una cuestión personal.
Al margen de esto, sí quiero destacar el valor histórico de la novela, casi diría que fundacional en la literatura de la Transición, todo un hito del que oía hablar de pequeña.
Y la innegable calidad literaria.
Aunque me exasperaban las frases sin fin, la adjetivación de Marsé es de cátedra ¡Y eso que era autodidacta!; las descripciones de Barcelona, casi me atrevería a decir que la verdadera protagonista de la novela, y de los personajes son tan ricas, complejas y tan poco convencionales que constituyen por sí solas un aliciente para su lectura.
No se trata ya de absoluta falta de conexión con ellos y su historia por mi parte. Es que ¡¡¡No los soporto!!!
Si me revienta el afamado Pijoaparte, niñato charnego y arribista del lumpen del Carmelo barcelonés, Teresa, la pijaprogre pseudointelectual revolucionaria aburrida de su vida acomodada me supera. Y no entro en la imagen del emigrante andaluz que transmite porque arde Troya.
Me dicen que la he leído ya vieja, que con 20 años hubiera caído rendida a esta historia de amor interclasista. Pero no lo creo, porque apenas me interesa la época de los 60 que narra y mucho menos la confrontación social en la Cataluña del momento. Es una cuestión personal.
Al margen de esto, sí quiero destacar el valor histórico de la novela, casi diría que fundacional en la literatura de la Transición, todo un hito del que oía hablar de pequeña.
Y la innegable calidad literaria.
Aunque me exasperaban las frases sin fin, la adjetivación de Marsé es de cátedra ¡Y eso que era autodidacta!; las descripciones de Barcelona, casi me atrevería a decir que la verdadera protagonista de la novela, y de los personajes son tan ricas, complejas y tan poco convencionales que constituyen por sí solas un aliciente para su lectura.
Prueben a leerlo y si tienen la suerte de que los personajes no les producen la urticaria que me han causado a mí, disfrútenlo que merece la pena.
Sybilalibros @YoLibro
domingo, 14 de julio de 2019
LA PENSIÓN EVA. ANDREA CAMILLERI
Camilleri es un
escritor extraordinario, de oficio. Con ello me refiero a que, como muchos
otros, confieren al hecho de escribir un sentido de “lavoro”, con horarios
parejos a los de un oficinista, un proceso continuo y diario en el que unas
vacaciones consisten en abandonar a Montalbano para escribir lo que le viene en
gana. Eso es lo que nos cuenta en el epílogo de este relato/novelita/pasatiempo/reflexión.
Sin salir del
entorno mítico de Vigatà (cada vez estoy más convencida que Camilleri es el
Homero del s.XX), traslada la acción al final de la II Guerra Mundial, justo
antes del desembarco de los norteamericanos, justo cuando tres amigos, Nenè,
Ciccio y Jacolino empiezan con los picores adolescentes, justo cuando se abre
un burdel serio y de altura en el pueblo, justo en el momento en que todo
empieza.
La pérdida de la
inocencia, la iniciación al amor y al sexo (ya sea con primos, vecinos, criadas
o amables prostitutas) es un subgénero visitado por casi todos los grandes
autores y Camilleri no se resiste a la tentación. Tira de recuerdos
mitográficos (nos asegura que no son autobiográficos) para recrear historias de
meretrices preñadas de candor, amor, humor, profunda religiosidad, desamparo.
Unas veces con nuestros Tres lanceros bengalíes (perdónenme la metáfora pero me
posee el espíritu burlón del maestro siciliano) otras, con algunos clientes que
representan a la sociedad isleña del período.
Pero no nos engañemos.
Camilleri nunca abandona su vertiente crítica y al final sale a la luz de la
mano de los “libertadores americanos”: bombardeos siniestros, hambre,
violaciones, dispersión de familias, enrolamientos desesperados, amigos que se
quedan en cunetas…La guerra, sin adjetivos.
Lo que resta al
final de esta delicia es una nostálgica reflexión sobre la amistad, la vida, el
tiempo que nunca volverá.
Lo he leído en el
siciliano original (hay traducción al español) en el que se percibe la tremenda
facilidad para narrar del autor, un don que explota sin caer ni en la
frivolidad ni en el descuido literario.
Os dejo un
párrafo que simboliza el sentido de este relato. Está en la lengua original,
pero creo que se entiende bastante bien:
“Mangiare, viviri
e ascutare la rissaca con l’amico arritrovato. Che c’era di meglio nni la vita?
La guerra era passata, pareva accusì lontana che forse non c’era mai stata
veramente. Vuoi vidiri che se l’erano insognata?”
Ni qué decir
tiene que lo recomiendo desde el corazón.
Sybilalibros @YoLibro
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