miércoles, 13 de noviembre de 2019

UN CABALLERO EN MOSCÚ. Amor Towles

“Pero el destino no tendría la reputación que tiene si se limitara a hacer siempre lo que parece que va a hacer”

Una fábula a la strogonoff, un cuento de hadas en samovar,”El príncipe feliz” bajo las nieves de Moscú, Jeeves en una copa de vodka. Todo eso y más es “Un caballero en Moscú”.
Amor Towles ha cogido a Phileas Fogg, lo ha rebautizado como Aleksandr Rostov, le ha concedido  el título de conde y lo ha embarcado en un viaje de 30 años  alrededor del mítico hotel Metropol de la capital rusa del cual tiene prohibida la salida bajo pena de muerte por unos versos antirrevolucionarios. En lugar del fiel Passepartout, le ha dado como compañeros de viaje a un maître francés y a un exigente chef. Y como no podía faltar la dulce dama, goza de la admiración de una pequeña bolchevique de 6 años con la curiosidad y el descaro de Tom Sawyer.

Con estos mimbres consigue una novela encantadora, entrañable, emocionante sin salir de las dependencias del hotel, por las que  deambulan diversos personajes que renuevan el relato con cada aparición. De fondo, como un rumor obsceno que no consigue ahogar al exquisito concierto de la orquesta del bar del hotel, los  distintos momentos de la Revolución Rusa se suceden, desde la exaltación cruenta hasta la sordidez del estalinismo que sólo apreciamos por los groseros huéspedes que frecuentan el Metropol en esa época.

Muy bien escrita, con un estilo sobrio y elegante, A. Towles mantiene el interés constante, te reconcilia con el género humano y lo que es mejor, logra que te enamores perdidamente del Conde Rostov que hace de su vida un empeño viviente de la máxima de Montaigne: “No dejes que las circunstancias te dominen. Domínalas a ellas”

Absolutamente recomendable para lectores de buen gusto que aún crean en los cuentos de hadas, para los exiliados en su propia patria, para los que la amistad sea el motor de sus corazones.

Sybilalibros@siyofueralibro

domingo, 10 de noviembre de 2019

LA NOCHE DE LA USINA. Eduardo Sacheri


“Casi todos los hijos de puta se creen que no son hijos de puta. Se creen buena gente. Hacés lo que querés. Cagás a medio mundo y dormís como un angelito”.
Se puede decir que lo mío con Sacheri fue amor a primera vista, pues ocurrió mientras me dejaba llevar al huerto viendo  por primera vez la película de Campanella “El secreto de sus ojos” que adaptaba una novela suya. Luego le leí cuentitos sueltos y se dejó querer, y finalmente nos declararon escritor y lectora en La Usina.

“La noche de la Usina” es la historia de David contra Goliath en un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires donde han emigrado hasta los yuyos y sólo restan unos cuantos viejos aferrados al mate, a la buena discusión política entre amigos y a los crucigramas. Una noche de larga charla fantasean con la idea de juntar los escasos ahorros de los habitantes de ese desierto e invertirlos en un proyecto que revitalice la economía del pueblo y dé trabajo a la gente. Desgraciadamente, la fortuna sonríe a los canallas y sufren una estafa en pleno corralito del 2001. Pasados los primeros momentos de impotencia y desolación, la rabia los hace reaccionar concibiendo un estrafalario plan para recuperar sus ahorros y de paso, “cagar al hijo de puta que los estafó”.

Y es el momento en el que el surrealismo pampero se desata y uno se la pasa rebién leyendo una novela que hay que dejar fluir porque empieza lenta, muda, casi hasta se detiene cuando sucede la grave tragedia que va a liberar el resto del relato. Una vez pasada, va remontando in crescendo hasta la traca final, nunca mejor dicho.

La trama rocambolesca, a cuyas idas y venidas colaboran unos capítulos breves pero sustanciosos y unos personajes tan únicos como inefables, está plagada de situaciones al borde del descalabro: el lector, que está al ciento por ciento con estos boludos, se la pasa en un continuo “la cagan”. Y no me miréis mal por el lenguaje que estoy usando en esta reseña pues no estoy haciendo otra cosa que poneros a tono con el de Sacheri en su novela. Escrita en un argentino muy coloquial, está invadida de modismos pueblerinos que me han obligado a consultar en varias ocasiones a mi queridísima amiga Laura Bertero para que me aclarara expresiones que en su vida oyeron el castellano (lo que, por otra parte, me ha hecho disfrutar el doble su lectura: por mi afición a las lenguas y por las divertidas charlas por Wasap en horario ciudad del Plata).

Recomiendo con gran alegría esta historia de perdedores a los que sólo queda dignidad, que se levantan y se unen contra el rico “hijodeputa” (imposible darle otro calificativo. Y si os molesta, sabed que lo usan con profusión Cervantes y Quevedo ¿quién soy yo para enmendalles?), para hacer justicia, tema constante en la producción de E. Sacheri. Casi podría definirla como un western de la Pampa impregnado del humor de Fontanarrosa.

ADENDA CINÉFILA: Para los amantes del cine y de Ricardo Darín, deciros que hace poco se ha estrenado su adaptación al cine con el nombre "La noche de los giles". Aún no la he visto pero me dicen que está muy bien.

Sybilalibros@siyofueralibro



viernes, 8 de noviembre de 2019

LOS CORMORANES. Philippe Jaccottet


Hermoso, breve y profundo librito; editado por el instituto de enseñanza secundaria Lancia, de León, en 2006.
 El autor es un suizo nacido en 1925; poeta y traductor políglota. Autor muy reconocido en Francia, al que yo desconocía hasta esta lectura.
 Nos habla en ella de viajar. Sus reflexiones de lo que significa moverse por el mundo, viendo piedras viejas y gentes nuevas, nos convencen de que pecamos cuando turisteamos. Perdemos el tiempo y la energía si no sabemos profundizar en… ¿lo visitado? No, en nosotros mismos. El viaje es interior o nuestro movimiento es inútil.
 Para confirmar lo especial que es este hombre, sólo añado que cita a Góngora; siendo un poeta suizo de cultura, en principio, francesa.
Luis Miguel Sotillo Castro

viernes, 1 de noviembre de 2019

UN AMOR CLANDESTINO. Gilles Rozier


¡Qué manera de desaprovechar una buena idea!

Cuando ocurren estas cosas, sufres más que cuando el libro está mal escrito o el argumento es plano.

Hurgando por biblioteca doy con este título ambientado en la Ocupación francesa (nazi, se sobreentiende). Para mí es un tema siempre atractivo, del que nunca me canso aunque se haya escrito y filmado desde casi todos los ángulos. 

Rozier, el autor, nos ofrece una visión con un nuevo valor añadido para los amantes de los libros: una joven francesa, amante de la literatura y lengua alemanas (una abominación para sus compatriotas) decide salvar en su sótano los libros que posee de autores alemanes proscritos por el Reich, en particular Thomas Mann y Heine, no tanto por resistencia al invasor sino por amor a la lectura. A medida que transcurre la guerra y sus conocimientos de alemán la hacen indispensables para el ejército de ocupación, toma conciencia de su pasividad y decide dar un paso al frente escondiendo a un judío en el sótano (siento adelantar este giro pero es indispensable para el comentario. Además, la editorial en sinopsis da aún más información). Y aquí comienza, desde mi punto de vista, la desorientación de la buena premisa del comienzo, perdiéndose en desvaríos lingüísticos sobre el yiddish, nuevo centro de la novela.

Ello tiene una explicación si se lee solapilla sobre el autor: director de la Casa de la Cultura Yiddish de París. Y claro, barre para casa siguiendo, además, la estela actual de revisionismo sobre el mucho colaboracionismo y la poca pero afamada Resistencia, desde una actitud incisiva y revanchista que hace un flaco favor a la novela.

Para mí, a pesar de no estar mal escrita, ha supuesto no sólo un poco de decepción sino que también me ha dejado un regusto acre por el tono empleado. Menos mal que está bien rematada.
Os dejo a vuestra elección su lectura.
Igual sí os satisface.

Sybilalibros@siyofueralibro

LOS SOLTEROS. Muriel Spark


Que Muriel Spark es una autora incómoda e impertinente, es un hecho. Que su mordacidad destila bilis, que disfruta mostrando el lado más oscuro y ruin del ser humano en sus personajes, también. Y a pesar de esta tarjeta de visita, os sugiero que leáis al menos una de sus obras porque no deja nunca indiferente amén de sacudir el polvo a las neuronas.
No sé si lograré convenceros, porque resaltar las virtudes de Spark es tarea complicada, pero me conformo con despertar vuestra curiosidad.

Los solteros, novela coral y serpenteante, narra las tribulaciones de un grupo de célibes de Londres, maniáticos y excéntricos, amantes de la tranquilidad y la independencia que les concede su estado en la más pura tradición british del género (imposible no acordarse del Bertie Wooster de Wodehouse al leer estas páginas) cuando se ven envueltos en una desquiciante trama de estafas, robos, chantajes y espiritismo en el momento en que aparece en sus vidas Patrick Seton, un médium aprovechado y viejo conocido de la policía.
 El maquiavélico embrollo, que culminará en un juicio grotesco, no es más que la excusa de Spark para revelar ese Hyde que todo ser humano aparentemente normal lleva dentro y que se desata con virulencia frente una situación que amenaza su status. Para ello, no duda en retorcer a sus personajes, ofreciendo un terrible muestrario de odio, cobardía, mezquindad, crueldad gratuita e hipocresía que causa en el lector rechazo y lástima a la vez.

La maestría de Spark para construir caracteres se luce en esa galería inclasificable que desfila por las páginas de Los solteros: el irlandés católico que no puede resistirse al sexo, el abogado mediocre que se aprovecha de su oficio para flirtear con su clienta, el sacerdote de una religión creada por él mismo que “ilumina” a señoritas, la viuda alegre que halla en el espiritismo una forma de realizarse y acaparar la atención, las camareras enamoradas de “hombres espirituales” que las rediman de su vulgaridad, y los personajes centrales: Roland Bridges, el eminente grafólogo epiléptico, exsacerdote católico obsesionado con la memoria, que aporta la razón de la religión a este corral  de gallinas sin cabeza; y el médium Patrick Seton, embaucador de viudas y jovencitas, ambicioso estafador, representante de la religión de las emociones del más allá y auténtica fuerza catalizadora de la narración.

Todos contribuyen a una sátira en la que Spark ridiculiza al espiritismo como refugio de solitarios, al sistema judicial, a la policía, a las víctimas de videntes que acaban siendo tan manipuladoras como sus verdugos, ¡a la soltería! como fuente de tanta estupidez y malevolencia.

 Y sorprendentemente, a su propio género. Porque las mujeres no salen muy bien paradas en esta novela: las viudas, o ingenuas o mantis religiosas; las jóvenes solteras, o tonta e influenciable o decidida pero ligera de cascos.
Sí, Muriel Spark puede hacernos torcer el gesto mientras intentamos seguir una lectura que avanza en meandros, da repentinos saltos en los secos y punzantes diálogos, a veces sin aparente relación con el momento narrado, pero que muestran sutilmente la personalidad de cada personaje.

Ahí radica la inteligencia de esta extravagante autora escocesa, amiga y apadrinada de Graham Greene, con quien compartió oficio de espía y conversión al catolicismo sin abandonar sus interrogantes, algo que trasluce en esta novela si uno va más allá del esperpento y sabe leer entre líneas.

Para muchos lectores sus obras carecen de argumento, las consideran meros ejercicios satíricos. Para mí, su amargor es como el del lúpulo: choca, pero sin él no sería posible el milagro de la cerveza. Me estimula las neuronas y me empuja a recaer en su lectura una y otra vez.

Sybilalibros@siyofueralibro

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