“Casi todos los
hijos de puta se creen que no son hijos de puta. Se creen buena gente. Hacés lo
que querés. Cagás a medio mundo y dormís como un angelito”.
Se puede decir
que lo mío con Sacheri fue amor a primera vista, pues ocurrió mientras me
dejaba llevar al huerto viendo por
primera vez la película de Campanella “El secreto de sus ojos” que adaptaba una
novela suya. Luego le leí cuentitos sueltos y se dejó querer, y finalmente nos
declararon escritor y lectora en La Usina.
“La noche de la
Usina” es la historia de David contra Goliath en un pueblo perdido de la
provincia de Buenos Aires donde han emigrado hasta los yuyos y sólo restan unos
cuantos viejos aferrados al mate, a la buena discusión política entre amigos y
a los crucigramas. Una noche de larga charla fantasean con la idea de juntar
los escasos ahorros de los habitantes de ese desierto e invertirlos en un
proyecto que revitalice la economía del pueblo y dé trabajo a la gente. Desgraciadamente,
la fortuna sonríe a los canallas y sufren una estafa en pleno corralito del
2001. Pasados los primeros momentos de impotencia y desolación, la rabia los
hace reaccionar concibiendo un estrafalario plan para recuperar sus ahorros y de
paso, “cagar al hijo de puta que los estafó”.
Y es el momento
en el que el surrealismo pampero se desata y uno se la pasa rebién leyendo una
novela que hay que dejar fluir porque empieza lenta, muda, casi hasta se
detiene cuando sucede la grave tragedia que va a liberar el resto del relato. Una
vez pasada, va remontando in crescendo hasta la traca final, nunca mejor dicho.
La trama
rocambolesca, a cuyas idas y venidas colaboran unos capítulos breves pero
sustanciosos y unos personajes tan únicos como inefables, está plagada de
situaciones al borde del descalabro: el lector, que está al ciento por ciento
con estos boludos, se la pasa en un continuo “la cagan”. Y no me miréis mal por
el lenguaje que estoy usando en esta reseña pues no estoy haciendo otra cosa
que poneros a tono con el de Sacheri en su novela. Escrita en un argentino muy
coloquial, está invadida de modismos pueblerinos que me han obligado a
consultar en varias ocasiones a mi queridísima amiga Laura Bertero para que me
aclarara expresiones que en su vida oyeron el castellano (lo que, por otra
parte, me ha hecho disfrutar el doble su lectura: por mi afición a las lenguas
y por las divertidas charlas por Wasap en horario ciudad del Plata).
Recomiendo con
gran alegría esta historia de perdedores a los que sólo queda dignidad, que se
levantan y se unen contra el rico “hijodeputa” (imposible darle otro
calificativo. Y si os molesta, sabed que lo usan con profusión Cervantes y
Quevedo ¿quién soy yo para enmendalles?), para hacer justicia, tema constante
en la producción de E. Sacheri. Casi podría definirla como un western de la
Pampa impregnado del humor de Fontanarrosa.
ADENDA CINÉFILA: Para los amantes del cine y de Ricardo Darín, deciros que hace poco se ha estrenado su adaptación al cine con el nombre "La noche de los giles". Aún no la he visto pero me dicen que está muy bien.
Sybilalibros@siyofueralibro