domingo, 31 de marzo de 2019

EL TELÓN DE ACERO. La destrucción de Europa del Este 1944-1956. Anne Applebaum

Verano de 2006, casi diecisiete años han pasado desde el colapso soviético. Estoy de vacaciones en Budapest, llueve tormentosamente; de repente, se escucha un trueno como un cañón. La guía, joven húngara, pone voz cómica y grave de asusta niños para decir: ¡Que vuelven los soviéticoooooos!

Applebaum nació en 1964 en Washington, polaca por matrimonio. Periodista e historiadora, fue corresponsal en Varsovia en 1988, cuando considerábamos el sistema comunista indestructible o poco menos, Sol en Moscú, satélites girando en órbita tiránica.
 Contra la opinión del general Patton, en mayo del 45 Eisenhower ralentizó la marcha hacia el este del ejército aliado, cumpliendo el deseo de Roosevelt y Churchill. La razón era evitar un enfrentamiento con Stalin y la prolongación de la guerra, volviendo enemigo al hasta ahora aliado comunista. Creo que al menos Checoslovaquia podría haber evitado el yugo soviético si no hubiesen parado a Patton, Stalin habría soportado esa pequeña pérdida de botín.
 Lo cierto es que el bloque del Este quedo formado por Alemania Oriental, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Yugoslavia, Bulgaria y Albania; países unidos con el pegamento irreversible, en principio, del Ejército Rojo Soviético. Un ejército que entro en Polonia y Alemania violando; robando desde relojes de pulsera hasta materiales industriales, pasando por alfombras y muebles.
 Este libro se centra, minuciosamente, en los desgraciados destinos de la RDA, Hungría y Polonia. Cómo las nuevas elites de estos países, tras comprobar junto a Moscú el escaso apoyo popular al comunismo, consiguieron hacerse con todo el poder, amañando o suprimiendo elecciones, dando golpes de Estado; creando sus propios ejércitos rojos, policías secretas tipo NKVD antecedente del famoso KGB, redes de confidentes, etc.
 El caso de Polonia, vilmente traicionada, entregada a Stalin por Churchill y Roosevelt en Yalta, mientras el gobierno polaco en el exilio londinense confiaba en vano, es especialmente doloroso. No encogen menos el corazón los desplazamientos forzosos de millones de personas, para adaptarse a las nuevas fronteras decididas por cuatro gatos… rabiosos.
 Mención aparte y destacada merece la servidumbre voluntaria ante el comunismo de la intelectualidad europea. No tiene perdón gente, hablo sólo de ejemplos citados en este libro,  como Picasso, Sartre o Bertold Bretch, sujeto que celebró, concretamente, la actuación del Ejército Rojo un día en el que mató a 50 manifestantes pacíficos. Ese tipo es citado frecuentemente con elogio. Hoy.
 La persecución de la música moderna, léase Jazz, luego Rock; la imposición de un modo de vestir, bailar, pintar, escribir, de hablar por la radio.  “Si la realidad no se ajustaba a la ideología, entonces lo haría por la fuerza.”. El antisemitismo. "Nada fuera del partido."
 Hoy en día, nadie defiende abiertamente el estalinismo, el comunismo, sí. Como si el georgiano fuese un exceso de esta ideología bien intencionada. Falso. El comunismo siempre es miseria, sangre y esclavitud. Salvo para quienes tienen fe ciega en él, como en la más cruel de las religiones. Recordemos, por ejemplo, que Nikita Jruschov hace autocrítica del Partido, deplorando los excesos estalinistas… callando los millones de muertos por la hambruna provocada en Ucrania, pues Nikita fue uno de los responsables; para acabar el mismo año, 1956, invadiendo Hungría con sus tanques.
 Todo lo anterior y más en este libro riguroso, de 2012, compasivo con el hombre de a pie, fuese rebelde o colaborador forzoso. Porque la complejidad del ser humano, sus reacciones varias ante las circunstancias, debemos comprenderlas los que no somos totalitarios. Trabajo sostenido por una bibliografía apabullante, de libros, fondos documentales, entrevistas con supervivientes. Buenas fotos, 593 páginas. Leo la edición E book de Debate.
 Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

sábado, 16 de marzo de 2019

ESTUDIOS DE HISTORIA 2. SEVILLA, FORTALEZA Y MERCADO Y OTROS TEMAS SEVILLANOS. Ramón Carande

Un palentino deslumbrado por Sevilla. Nada raro, lo extraordinario es lo fecundo de ese amor. Este volumen recoge textos que resumen una devoción, una vida larga y fecunda residida en la ciudad del rey Fernando, tercero de su nombre.
En “Sevilla, fortaleza y mercado”, 1925, vemos cómo una ciudad se transforma, sienta sus bases jurídicas, crece y se hace grande. Anotando los títulos de sus partes sabemos el plan del trabajo: “La ciudad y su alfoz”, “Caballeros y mercaderes”, “La administración en la economía ciudadana”. Carande indaga en todos los archivos disponibles, incansable y rigurosoAprendemos sobre los problemas de población, cómo se atrae gente que habite la ciudad,casi despoblada tras la conquista de Fernando III en 1248. Los repartimentos de casas y solares, la organización concejil, social, con base en el fuero de Toledo. El desarrollo de Sevilla desde el rey santo hasta los primeros trastamara, los enriques del siglo XIV.Leemos sobre la importancia del río, de los genoveses. Renovada por guerreros, campesinos, comerciantes; vive Sevilla encerrada en sus murallas… no, abierta al comercio, al mundo.
Para comprender de dónde viene Sevilla, disfrutamos el trabajo “Sevilla, alminar y domicilio”, sobre las ciudades hispano musulmanas. Tenemos también un recuerdo para la hispanista norteamericana Ruth Pike; páginas sobre Pedro Salinas, madrileño catedrático en Sevilla, poeta excelso; algunos textos más de don Ramón. 
Carande, que vivió casi cien años, 1887-1986, es de esos españoles que sufrieron la inquina de ambos bandos en nuestra guerra, lo que hace que confiemos en él. Sobra hablar del éxito de su obra célebre “Carlos V y sus banqueros”. 
Leo la edición de Editorial Crítica, 1990, 274 páginas.

Luis Miguel Sotillo Castro



viernes, 15 de marzo de 2019

DEVOCIÓN. Patti Smith

“¿Por qué escribimos? Porque no podemos limitarnos a vivir.”
“Trepo por el lateral de un volcán tallado en el hielo, con el calor que emana del pozo de devoción que es el corazón femenino.”

1977, tenemos 16 y 15 años. Mi amigo trae una cinta de casete –Mira qué tía más molona. Es Patti en blanco y negro, chaqueta al hombro, en la portada de “Horses”, fotografiada por Robert Mapplethorpe. Empieza el álbum con “Gloria”: “Jesus died forsomebody’s  sins but not mine”… Mi amigo morirá a los treinta, de la droga. Como tantos. Incitados a consumir por los popes progres del rock, la prensa, la literatura, la política. “El que no esté colocado que se coloque”. Pocos mea culpa he visto.

Patti publica este libro en 2017, con 70 años. Antes leí el estupendo “Train”. Aquí vuelve a viajar, a Francia e Inglaterra esta vez; siempre con su cámara fotográfica, su mirada atenta, su relación comprensiva, devota, con la vida y sus pequeñeces esenciales. Toma infusiones, come poco, indaga mucho; sobre los horrores cometidos por Stalin en Estonia, Albert Camus, Simone Weil o una joven patinadora sobre hielo vista en televisión. La curiosidad bien aprovechada.
Las 56 páginas centrales del libro contienen el relato “Devoción”. En las anteriores y posteriores, reflexiona sobre el proceso de la escritura. Una maga que se sincera desvelando sus trucos. 119 páginas en total, sin índice, lamentablemente. Libro ilustrado con fotos pertinentes, la mayoría de la propia Patti. Editorial Lumen, primera edición, mayo de 2018.

Luis Miguel Sotillo Castro

jueves, 14 de marzo de 2019

CEMENTERIO DE ANIMALES. Stephen King

Me pregunto por qué no me da miedo la literatura de terror. El cine sí, al menos me sobresalta, me inquieta. Tal vez sea cierto que lo que asusta en los filmes es el sonido anticipando la la imagen.
 Del celebérrimo King leí sólo “Mr Mercedes”, me gustó; como este “Pet sematary”. Quizás algo larga la novela, por el empeño del autor en describir la vida cotidiana  exhaustivamente. Supongo que así contrasta más la irrupción de lo increíble y pavoroso en la existencia  de estas personas corrientes de Maine. Es muy eficaz que transmitan el miedo seres adorables en principio, un gato y un niño. Todos tenemos el horror a nuestro alcance, nadie es lo bastante razonable como para evitarlo. El meollo del libro es que si pudiésemos traer a alguien desde el otro lado de la muerte, lo haríamos por amor; o peor, por curiosidad, pese a las advertencias.
 Frecuento poco este género. Para mí, la mejor novela de terror es “La casa infernal”, del gran Richard Matheson, autor de “Soy leyenda” y “El increíble hombre menguante”.
 El original es de 1983, leo la edición de Círculo de lectores de 1985, casi regalada en un mercadillo.
Luis Miguel Sotillo Castro

miércoles, 13 de marzo de 2019

LA ACABADORA. Michela Murgia

Otra de esas joyitas que encuentro en la biblioteca pública y que por pasar desapercibida del gran público disfruto el doble: leyéndola y compartiéndola con vosotros.

 La acabadora, novela pequeña en el sentido de no tener grandes pretensiones, nos habla desde la humildad y el corazón de temas tan incómodos como ayudar a morir, la extrema pobreza que lleva a familias a entregar en adopción a sus hijas a cambio de dinero o las vendettas que se pierden en la noche de los tiempos y siegan vidas inocentes.

El buen hacer de la autora, con su prosa trabajada, rica en imágenes y expresiones del dialecto sardo, tan cercano al catalán; la elegancia y el cariño a la hora de tratar a sus personajes le valieron el prestigioso premio Campiello en 2010 en Italia.

La historia: En plena posguerra en un pueblucho de Cerdeña, Bonaria Urrai, una anciana viuda sin hijos que nunca ha estado casada  adopta a Maria, la hija pequeña de una familia muy pobre, como “fill’e anima”, hija del alma, un vínculo sagrado y ancestral.
Todos en el pueblo saben cuál es el oficio no reconocido pero sí necesario y reclamado de Bonaria, aparte de modista: el ayudar a bien morir a los que se les escapa la vida del cuerpo a través de ensalmos que se remontan a la infancia de las duras rocas sardas.
La niña Maria lo ignora, pero a medida que pasa el tiempo y va creciendo, las salidas nocturnas de la tía Bonaria se le hacen más sospechosas hasta que descubre su labor contra natura. El amor y la confianza que le tenía se desvanecen y huye a Turín de un destino que le parece abominable pero que la perseguirá.

Alrededor de tía e hija pulula un mundo de silencios y secretos, de mujeres de negro en apariencia sumisas pero que son las verdaderas voluntades que mantienen al pueblo en pie y hacen crecer la vida, mientras los hombres la ahogan a vendettas. Un mundo de vendimias, alegres bodas, postres ancestrales (cuyas recetas podéis apreciar en el apéndice del libro), solidaridad vecinal y ausencia de miedo a morir.

Lo recomiendo por ser un libro curioso, interesante, bien escrito, ameno (lástima que en la segunda parte se desinfle un poco) que pone sobre el tapete la eutanasia con gran naturalidad, sin dramatismos ni prejuicios.

Sybila @YoLibro

lunes, 11 de marzo de 2019

SIGMARINGEN. Pierre Assouline


Si toda guerra propicia la reproducción en masa de indeseables, la II Guerra Mundial se llevó la palma en ese ranking. Rápidamente se nos vienen a la cabeza nazis y fascistas italianos, pero hay un grupo especialmente miserable, en tanto en cuanto pertenecía a una de las democracias más consolidadas de Europa, y fue el discutido y siempre discutible gobierno colaboracionista de Vichy, que ha hecho correr ríos de tinta, sobre todo en el país vecino.
Assouline, periodista, novelista, crítico literario, en fin, toda una figura de las letras francesas, a modo de homenaje a su tío que vivió los últimos días de Vichy, nos narra esa esperpéntica huida hacia delante en el final de la guerra del Mariscal Pétain, el presidente Laval y su corte de criados, funcionarios, milicianos que los conduce al refugio ofrecido por Hitler: el inmenso castillo de Sigmaringen de los Hohenzollern. A ellos se unen miles de civiles franceses entre los que se encuentra el escritor Céline, causando una verdadera convulsión en la ciudad que depende del castillo.

Expulsada la aristocrática familia alemana de sus ancestrales dominios, deja de guardia de su patrimonio y nombre a su mayordomo Julius Stein, personaje inspirado abiertamente en ese otro epítome del oficio que es el Stevens de Los restos del día, y que fiel a su sentido del deber y de la lealtad hacia la familia Hohenzollern, organiza, cuida, se preocupa, calla y no juzga a toda esa corte versallesca que usurpa el amado castillo donde ha servido su familia, convertido ahora en un nido de intrigas, ambiciones y traiciones. Lo único que alivia a Stein es su amor por la música y el inicio de una extraña amistad con el ama de llaves importada de Francia que deparará varias sorpresas al final del libro.

Opta el autor por una solución de compromiso entre la novela y la crónica periodística que no termina de convencer, en mi opinión. Escrito en una prosa seca que abunda en las elipsis, adolece de un exceso de documentación y de personajes secundarios que carecen de importancia y frenan el ritmo interno de la novela. Flaquea asimismo en la construcción de la historia romántica, previsible y tan falta de chispa que el lector apenas se emociona con ella.

En cuanto al componente histórico, está muy bien reflejada la mediocridad casi obscena de los dirigentes galos, viviendo al margen de una población muerta de hambre mientras ellos protestan por la escasa variedad de sus postres, pelean por las habitaciones como críos y juegan a atraer a sus causas personales a los funcionarios que los acompañaron; pero honestamente, esperaba más información acerca de un momento tan interesante y poco conocido.
Sorprende Assouline tratando con benevolencia al viejo mariscal Pétain, quizá recordando su servicio a Francia en la I GM, y casi reivindicando a Céline (supongo que por su obra Viaje al final de la noche). No salen bien parados ni Laval ni el siguiente presidente en el exilio, Bertrand.

En resumen, más le hubiera valido al periodista escribir un ensayo o monografía con el material que contaba que hacer un extraño mestizaje con el género novelesco porque el resultado deja mucho que desear.
Al fracaso como novela hay que añadir los serios problemas de traducción (y no es la primera vez que sucede con Navona Editorial), tanto que a veces se masca el camembert tras las palabras. Una pena.

Sybila @YoLibro


lunes, 4 de marzo de 2019

El MAYOR PETTIGREW SE ENAMORA. Helen Simonson

O El romance de Phileas Fogg y la princesa Aouda en la Inglaterra del s. XXI, podría subtitularse.

“Por lo visto, los lanceros Bengalíes fueron un famoso regimiento anglo-indio —comentó el joven (americano), tirándose de las perneras para mostrar toda la amplitud de sus jodhpurs blancos—. Aunque no logro entender cómo los británicos conquistaron el Imperio con estos pantalones de payaso.
—Lo dice alguien de una nación que conquistó el Oeste con zahones de cuero y ardillas muertas en la cabeza a modo de gorro—replicó Pettigrew.”

¿Se puede replicar con más elegancia e ironía?
Ese es el espíritu que alienta esta deliciosa novela, la primera de esta autora, increíblemente norteamericana (o quizás por eso mismo) en la que  aparecen, maravillosamente utilizados, todos los tópicos de la burguesía rural británica: el golf, la jardinería, las cottages, la asociación de damas aburridas empeñadas en arreglar las vidas de sus vecinos, el noble arruinado, el conflicto generacional entre el sensato y tradicional Pettigrew, más apegado a la tierra que un rosal sajón, y su atolondrado y esnobista hijo, tiburón de las finanzas en la city.
Y por supuesto el Té (si algo no se puede solucionar con una humeante taza de té, es que no tiene solución). Sólo han faltado el leal perro de caza y el mayordomo no menos fiel. Imperdonables olvidos.
Si a este típico “pudding británico” le añadimos un toque de especias exóticas, joyas del glorioso Imperio, representadas por la señora Ali y su religioso sobrino, pakistaníes que regentan la tienda de ultramarinos del pueblo, y la avasalladora salsa del habitual millonario hortera norteamericano, dueño del consabido castillo en Escocia (no siempre funciona el colonialismo como se esperaba) ya tenemos suficientes elementos desestabilizadores de las buenas costumbres para construir una novela amena, divertida, adorable, romántica y con su puntito de denuncia racista.
La trama, sencilla pero eficaz: un Mayor retirado del ejército británico, viudo y último espécimen de los modales victorianos, pierde inesperadamente a su hermano. La discusión sobre la herencia frente a las ambiciones materialistas de su hijo y cuñada hacen que se tambaleen los pilares de su apacible e imperturbable mundo. Sorprendentemente, sólo encontrará consuelo en la tímida pero inteligente compañía de la viuda pakistaní. Entre ambos surge la química  que constituirá el bálsamo para sus soledades.
Su poco conveniente relación trastocará la vida del pequeño pueblo donde residen y sin proponérselo, serán el centro hacia el que convergen las aburridas historias de sus habitantes, desembocando en un remolino de acontecimientos trágicos y divertidos a la par.
El buen gusto narrativo, el excelente ritmo, la delicadeza con la que trata a los personajes hacen que te sientas plenamente integrado en la novela desde la primera página y que no puedas soltarla hasta que termina porque no quieres abandonar a la encantadora pareja Pettigrew-Ali.
Lástima que a la autora (americana al fin) se le vaya un poco de las manos la historia cerca del final, escorando peligrosamente hacia el rosa pastelón.
Aun así, la recomiendo con entusiasmo, porque es tan acogedora como un reconfortante té, tan fresca como la campiña inglesa en una mañana de rocío, tan delicada como la seda de un “salwar kameez”, tan exquisita como un vals en un rancio club de Golf, tan divertida como la severidad británica.
Postdata: He leído en internet que hay intención de hacer película (es lo que estás pensando constantemente mientras la lees: esto es de cine) y no imagino otro Pettigrew que Colin Firth. ¿Dónde hay que firmar?
Sybila @YoLibro

domingo, 3 de marzo de 2019

MORIR EN PRIMAVERA. Ralph Rothman

"El silencio, el rechazo absoluto a hablar, especialmente sobre los muertos, es un vacío que tarde o temprano la vida termina llenando por su cuenta con la verdad" 

Para sobrevivir al trauma de una guerra hay que encerrar los recuerdos bajo llave. No se olvidan, seguimos oyendo sus voces, sintiendo sus patadas en la puerta, pero no los tenemos sentados a la mesa. Al menos es lo que queremos creer.
Hasta que los hijos no pueden seguir soportando los silencios de los padres y les piden las llaves de cuarto prohibido. Entonces surge una novela.
No sé hasta qué punto es autobiográfica pero por lo que he indagado, tiene bastante de historia familiar.
Alemania, primavera de 1945, dos amigos de apenas 17 años, Walter y Fiete, son movilizados por las SS en esa huida hacia adelante que fue el final de la guerra. La otra solución final a la que los Nazis arrastraron los maltrechos restos de su población.
Enviados al tristemente famoso Frente Oriental, se ven expuestos a una barbarie aún más sinsentido en tanto en cuanto Alemania está en franca retirada, siendo su lucha ya zarpazos de fiera acorralada.


Los sucesos descritos encogen el corazón y el estómago (aunque los que nos criamos leyendo a Sven Hassel estamos curados de espanto), dado que los contemplamos desde los ojos sencillos, inocentes, incrédulos del joven protagonista.
Bellamente escrito (muy sorprendida por la prosa de Rothman), Morir en primavera es más que un libro antibelicista o el canto a la verdadera amistad. Es el llanto por una generación perdida, es la desolación del desarraigo en tu propia casa por haber participado en la guerra, es, en definitiva, otra voz que se alza en Alemania donde los hijos han vivido mucho tiempo con el silencio y el pecado de los padres por la aberración nazi.
Creo que es un libro que hay que leer, por la humanidad que destila, que te atrapa desde el primer momento. Lo único que me ha gustado menos es la ausencia de un remanso de paz en la narración que te permita de vez en cuando sacar la cabeza del fango que estás leyendo.
Recomendación absoluta

Sybila @YoLibro

sábado, 2 de marzo de 2019

EL OTOÑO DE LA CASA DE LOS SAUCES. Fulgencio Argüelles

Le pregunta mi mujer a nuestro librero preferido de qué va la novela. No te lo digo, contesta, pero, se encoge de hombros, ¡escribe tan bien! Llévatelo.
 En la película “Los amigos de Peter”, dirigida por Kenneth Branagh en 1991, Peter invita a sus mejores amigos de antaño a su casa. Rememoran un pasado añorado, pese a todo; les da una mala noticia al final, sobre su presente desgraciado.
 En esta novela, que transcurre en una república sin nombre, recién salida de una dictadura militar, Zígor invita a sus amigos de juventud revolucionaria para comunicarles su enfermedad terminal. Pero recordar el pasado compartido puede ser más terrible que la misma muerte. Lo harán recluidos, a puerta cerrada (“el infierno son los otros”), ante dos testigos perplejos, desgraciados, inocentes, por ajenos a aquella camaradería nociva de los años idealistas y fanáticos.
 Con la muerte a las puertas, es mayor el dolor moral que el físico en Zígor, quien procurará un sufrimiento semejante a sus amigos. Catarsis, agonía unamuniana.  El arrepentimiento por el mal causado no alivia. El terrorismo no tiene justificación, nunca.
 Leo la primera edición de Acantilado, septiembre de 2018, 278 páginas. Es la tercera novela que leo de Argüelles, nacido en 1955; las tres me han encantado, tan deslumbrantemente escritas.
 Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

Destacado

El jardín de los Finzi-Contini. Giorgio Bassani

 " Yo, igual que ella, carecía de ese gusto instintivo que caracteriza a la gente corriente [...] más que el presente, contaba el pasad...