sábado, 25 de abril de 2020

PERDÓN. Ida Hegazi Hoyer


Tienes la ilusión de que el amor te funde con la persona amada, desapareciendo el yo. Es así, pero no de la manera positiva que tú esperabas; porque el amor es empecinado, no sabio ni sincero. El amor te atiza como un rayo, te fulmina. Destruye tu vida transformándola en otra cosa. Te convierte en un no muerto; no te alimentas de la sangre del otro, lo vampirizas entero, crees, sin saber que es venenoso.
 Así puedo describir esta novela sin contar la historia concreta.

 Se escribe mucho sobre la felicidad social nórdica, de los noruegos en concreto desde que descubrieron petróleo. Un sistema político protector, una geografía y un alma distantes que les facilita regular la inmigración. Son pocos en un país grande. El clima es difícil pero la prosperidad para defenderse sólida. Estuve en una ciudad noruega que era la más feliz del mundo, según un estudio. Claro, los estudios pensados para la prensa, como las estadísticas, los carga el Diablo, quien, según un estudio, es 80% malvado, 18% humorista y 2% no sabe no contesta.

 El párrafo anterior viene a cuento de que no conozco literatura más triste que la noruega. En el país de la dicha. Esta novela desoladora merece la pena por bien escrita, por la intriga noble, sin engaños, por momentos memorables. Está escrita en segunda persona, como mensaje dirigido por la amada al amado.

 La autora nació en 1981, veo en un periódico que en Oslo, según otro en las Lofoten; para mí no es indiferente. Es hija de egipcio y danesa, de ahí el exotismo leve de su nombre. Edita Nórdica, una garantía.


Luis Miguel Sotillo Castro

miércoles, 22 de abril de 2020

A TODA VELA. C.H.B. KITCHIN

Este es un relato singular, no tanto en contenido, eterno desde que Austen configurara la sociedad inglesa, pero sí en la forma en la que está escrito, porque sus referencias reclaman un extra de cultura y porque su composición en forma de monólogo interior exige del lector una atención esmerada.
Ambientada en uno de los períodos más sofisticados, divertidos y atrevidos de Europa como es la Belle Époque, lo que confiere a la narración un “charme” especial, “A toda vela” nos cuenta la historia de Lydia Clame, una “Walter Mitty austeniana” que vive en un mundo paralelo donde sus sueños amorosos se cumplen según su ideal y, para su desesperación, sus pesadillas de burguesita hipócrita también. Lydia vive con dos amigas solteras, es económicamente independiente gracias a la pensión que le legaron sus difuntos padres aunque  insuficiente para sus aspiraciones, y aparenta ser una chica moderna que no necesita a los hombres aunque, en el fondo, lo que anhela es un marido solvente y de buen nombre. El destino le gastará una broma malvada y la hará enamorarse de alguien más joven que ella, vanidoso e insolente que picotea entre señoras mayores bien situadas.

Kitchin es un autor minoritario, habitual de ese círculo mágico situado en Bloomsbury  fructífero en genios. Mundano, abiertamente homosexual, ejerció todas las profesiones y ninguna, lo que le proporcionó un bagaje social y cultural ideal para verterlo en novelas cortas (como esta) que son puro divertimento para mostrar su chispeante ingenio y erudición, aparte de la enésima prueba de la capacidad de los británicos para ironizar sobre sus más acendradas costumbres y a la par elevarlas a la canonización literaria de modo que permanezcan en el imaginario de todos los lectores que frecuentan su literatura.
Con una prosa elegantísima, un humor refinadísimo difícil de pillar si no se es habitual del género, Kitchin juega con su pluma a hacerse el interesante con frases lanzadas al azar como dados sobre el tapete complicadas de entender, mientras su puntuación se marca un charleston alocado que puede estresar al lector más templado. 
Tampoco la traducción ayuda mucho: se echan en falta más notas a pie de página, sobre todo de la cantidad de citas de las que hace alarde el autor, interesantísimas, y que ayudarían al que lo lee a extraer todo el jugo a un relato único.
Si bien me dejó un poco descolocada al principio, he de confesar que me ha gustado, por su cosmopolitismo, su “joie de vivre”, su ambientación en los locos años 20, por su distinción y originalidad, sello de Periférica. La recomiendo para quien disfrute de una vasta cultura y de una mente lectora flexible.

Sybilalibros

lunes, 20 de abril de 2020

LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO. Antonio Pigafetta


En el barco de madera sensible, humano. Incapaz de estar quieto bajas por la escalera húmeda y oscura, agarrado al pasamanos. Te encuentras frente a la puerta cerrada de la que no tienes llave. No puedes entrar en la mente de ese hombre que vivió hace quinientos años.

Hubo un tiempo en el que el mundo era inmenso y desconocido en su parte mayor; el ser humano pequeño y animoso. Un tipo creía en monstruos marinos probables, ratas y piojos ciertos; oía historias de náufragos y ahogados, relatos de enfermedad, hambre y sed en la enormidad acuática, viajes planeados para meses que duraban años. Sabía todo esto y se embarcaba. ¿Por qué?
Porque más cornadas da el hambre. Esta es una verdad anterior a las corridas de bravo y a los juegos de toros de Cnosos. Podemos adornarnos, empero, sin faltar a la verdad, con otros motivos: Fulano se embarcaba buscando la prosperidad comercial, el conocimiento, la aventura, por curiosidad. -El hombre padece de curiosidad, no necesita cantos de sirena para avanzar hacia los escollos.- Tal vez huía de la justicia o del sol de justicia que padecen los destripaterrones, los esclavos de piara. Lo cierto es que no faltaban tipos, no por olvidados menos sufridores, a las órdenes del Magallanes de turno. Mi homenaje asombrado a ellos.

El autor de este libro es Antonio Pigafetta, natural  de Vicenza, artificial de Venecia. Participó en los hechos que narra. Esto no quiere decir que sea sincero. Ningunea a Elcano, ni lo nombra. Magallanes es su héroe. Stefan Zweig, gran escritor, historiador aficionado, le da la razón. Lo cierto es que, sin la dirección de Elcano tras la muerte del portugués la vuelta a casa, completando de paso la vuelta al mundo, no habría sucedido. Se le achaca al de Guetaria no volver por la ruta más sensata, causando así más bajas; sucede que debió evitar el camino seguro para eludir a los portugueses, que querían apresarlos. La expedición era española, patrocinada por Carlos I, Portugal estaba en contra. Lo digo por las celebraciones mixtas. El objeto de la expedición era buscar un paso marítimo al sur de América hacia las Molucas, islas de las especias. Hasta entonces, no se había abajado del Río de la Plata. Completar la primera vuelta al mundo fue una gloria no buscada, alcanzada por los 18 hombres que consiguieron regresar a Andalucía “flacos como jamás hombres estuvieron”, según Elcano. Habían iniciado el
 viaje 247, aproximadamente.

Más allá de lo anterior, este es un libro de maravillas, un poco a lo Marco Polo, aunque hablamos de los años de 1519 a 1522; el escrito es de 1524. Los asombrosos indios de Brasil y el Río de la Plata, los patagones, cabo Deseado, estrecho de Magallanes, el Pacífico, las Filipinas, Molucas… nombres geográficos hoy, entonces resonantes de asombro y estupefacción. Isleños que creían los esquifes hijos de las naves grandes; nacían al botarlos y luego sus madres los recogían al costado, para darles de comer. isleños que se consideraban, hasta entonces, los únicos habitantes del mundo, imaginen su pasmo ante los navíos…

 De lo mejor del libro es la pasión de Pigafetta por las palabras. Escribe vocabularios de los indios de Brasil, los patagones, filipinos, malasios; admirados por los lingüistas modernos.

 Leo la edición en español de este “Il primo viaggio intorno al mondo” de Alianza Editorial, en formato digital. Traducción, introducción y notas de Isabel de Riquer, 2019.

Luis Miguel Sotillo Castro

domingo, 19 de abril de 2020

HISTORIA DE DOS CIUDADES. CHARLES DICKENS


 «Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, solo es aceptable la comparación en grado superlativo».

Así comienza “Historia de dos ciudades”. Para mí, el mejor inicio de una novela tras el Quijote y argumento más que suficiente para dejar de lado mi fobia a Dickens adquirida con la tierna edad de 10 años, cuando un familiar decidió regalarme Oliver Twist, pensando que era una buena novela para una niña ya que trataba de niños. Trauma de por vida.

También he de confesar que iba sobre seguro porque ya había leído una, preciosa por otra parte, adaptación al comic de ella y sabía que la historia no me iba a defraudar.

“Historia de dos ciudades” contiene todos los ingredientes para ser un novelón de los que te dejan huella: un aire trágico al estilo Conde de Montecristo, alejado del habitual siniestro en su autor; una ambientación sobrecogedora, un momento histórico álgido como es la Revolución Francesa; Londres y París, una historia bellísima de amores que sobreviven a todos los contratiempos, de traiciones, odios enconados, venganzas despiadadas, espías, un perdón magnánimo y un sacrificio como nunca se ha escrito en una novela (no os cuento nada del argumento en sí porque tendría que desvelar sorpresas y prefiero que las descubráis por vosotros mismos).
 Y sí, también es una desmitificación despiadada de la gloria de la que gozaba la Rev. Francesa desde sus inicios entre los historiadores, contraponiendo la barbarie gala a la sensatez británica, lo cual supone una rareza en la obra de Dickens, dedicada a poner en solfa a la sociedad industrial de su país.

La imparable trama que arrastra al lector de un lado al otro del Canal de la Mancha no sería tan formidable sin una galería de personajes inolvidables como ese epítome de la eficiencia flemática inglesa que es el sr. Lorry, Madame DeFarge, la araña que teje su sangrienta tela o mi favorito, Sidney Carton, el abogado entregado al ascetismo del alcohol y a la autodestrucción. Se le añaden unos secundarios que son la salsa de la narración, como es habitual en Dickens.

Los que hayan leído a este autor encontraran su prosa más viva, plena de detalles imprescindibles para el armazón del relato y consagrada a revelar los sentimientos de los personajes de manera que el lector sufre y se alegra como una ménade desatada. Si tuviera que definir esta novela diría que es puro corazón.

Si no han leído a Dickens porque, como a mí, les parece denso, morboso, obstinadamente decimonónico, les diría que por un momento aparten sus prejuicios y lean esta novela porque van a disfrutar como nunca.
Os dejo con la primera palabra clave para adentraros en esta historia: “Resucitado”.

Sybilalibros

viernes, 17 de abril de 2020

POLICÍA . Jo Nesbo

La novela negra es el nuevo libro de caballerías. Dashiell Hammett escribió La llave de cristal, Amadís de Gaula, espejo en el que supieron mirarse los mejores: Cain, MacCoy, Himes. El género ha degenerado en las últimas décadas, convirtiéndose en literatura de psicópatas sádicos y detectives invencibles; dragones con bisturís en lugar de uñas contra santos Jorges descreídos, armados de alcohol, soledad y pistola.

 Cuando comenzó la novela policial, el público se vio sacudido. No se escribía antes con la corrupción política, los bajos fondos, la violencia física y moral en primer plano. La gente creía en un mundo con injusticias, claro, pero decente en general. Tenía valores. Hoy, la indecencia de los representantes públicos, la maldad criminal en gente de cualquier condición, son cosas que se dan por sabidas. De ahí que el novelista actual se crea obligado a ir un paso más allá, para lectores que se creen desengañados y sabios. ¿Cómo? Amplificando el sadismo, la viscerología, el sexo violento explícito, la drogadicción minuciosa y demás males humanos hasta la auto parodia. ¿Cómo? Maltratando al público, ofreciéndole pistas faltas, mareándole con giros sorprendentes, poniendo a prueba la credulidad y buena fe del desocupado lector.
La novela negra es el nuevo libro de caballerías. Espero, ojalá, el Don Quijote de la Mancha correspondiente.

Policía es la décima novela con Harry Hole de protagonista. Cae en los defectos arriba dichos, con otro añadido. Nesbo deja demasiadas cosas abiertas cuando finaliza sus novelas; supongo que lo hace para que el lector desee leer la siguiente. A mí, la impresión que me queda es que no hace novelas redondas, independientes. Todo es el mismo relato interrumpido cada equis páginas, diez entregas ya. Sin embargo, voy leyendo cada una.
 La adición se debe a que escribe bien, siento simpatía y antipatía real por los personajes, sabe pintar detalles, como el del viejo que acude solo a la cancha de tenis, esperando compañero de partido que sabe no llegará; el patetismo de la soledad. Esto es mérito de Nesbo. Además, conozco Oslo; es un placer añadido haber pisado algunas de las calles nombradas, reconocer edificios de la ciudad.
 Novela entretenida, en suma, sin llegar al nivel de los clásicos del género. Ustedes mismos.

Luis Miguel Sotillo Castro

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