martes, 15 de octubre de 2019

EMMA . Jane Austen


Siempre me ha parecido Inglaterra muy pequeña para tanta finca con mansión. También me asombra la devoción de innumerables  lectores por una sociedad clasista, prejuiciosa, milimétrica en sus costumbres invariables, más tiesa que las estatuas de sus jardines, como es la inglesa del siglo XIX.
Una cosa es la literatura y otra la vida, se me objetará; se pueden disfrutar las andanzas de terratenientes ociosos con servidumbre devota al tiempo que se es “avanzado”. Cierto, a medias. Cuando Austen, las Brontë, Collins, etc, me convencen de que sus personajes viven y no sólo aparentan, me gustan. Si se rompe el espejo en que se contemplan continuamente y siguen ahí después, sobre los pedazos, agradezco la lectura. No es el caso de Emma.

 Conozco de memoria los paisajes de esta novela, sus tipos humanos, con sus inquietudes repetidas, aspiraciones circulares y leves como sus paseos campestres. Lo mejor, la ironía que envuelve la listeza de Emma, equivocándose siempre; algún personaje simpático por simple y tozudo, como su padre. Lo peor, paso páginas y pienso: esto lo he leído veinte veces, Jane.
De Austen, inglesa que vivió entre 1775 y 1817, me gustaron más, ocurrían cosas, “Mansfield  Park” y “la abadía de Northanger”.

Luis Miguel Sotillo Castro

EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO. Carson McCullers


Estados Unidos, 1938 y 39, una pequeña ciudad del sur; es posible recorrerla caminando, de la calle principal con sus comercios a los arrabales con sus fábricas. Ser pobre parece tan inevitable como ser negro, así de triste y difícil es esta sociedad. La segregación cierta y la amenaza permanente de la miseria. Sin embargo, entre sudores y lágrimas, hay personas con ilusiones. McCullers nos habla, con comprensión honda y sin paños calientes, de esta gente; corriente, extravagante, blanca, negra, niña, adulta, religiosa, descreída, rendida, idealista, muda, charlatana impenitente, familiar, solitaria.

 Antonopulos y Singer abren la novela. Mudos e inseparables, son como el Gordo y el Flaco. Stan y Oli si sus guiones los hubiese escrito Samuel Beckett. Biff Branon tiene un restaurante; es un observador benevolente tras su caja registradora, sentado como en observatorio astronómico, cada cliente es un planeta errante. Mick ronda los trece años, muchacha tensa entre su colorida vida interior y la vida exterior de plomo. Jack Blount es alcohólico, charlatán y revolucionario. Portia y su padre, el doctor Copeland, son negros que afrontan el problema de serlo distintamente...

Tenemos no menos de siete personajes tratados con profundidad, realismo, veracidad; los que rodean a estos son imprescindibles en el relato también. Novela sin comparsas, sin rellenos. Libro en el que todo es real, carece de atrezo, todo late, está vivo.
 Que un mudo tenga fama de sabio y omnicomprensivo por el hecho de que no habla, da un tono de humor irónico a la novela. Que los niños sean tozudos como la ley de la gravedad, en su busca de la felicidad, da esperanza. Que los adultos vivan apretando los dientes, contra la injusticia pertinaz, conmueve.

Novela escrita en1940. Pese a la cantidad de personajes relevantes, no nos confundimos ni nos desinteresamos nunca durante la lectura. La autora sabe llevarnos de las peripecias de unos a las de otros, relacionándolas con maestría. Leo una edición de Planeta de 1998; siete euros en librería de viejo, 353 páginas.También recomiendo de la autora estadounidense, vivió entre 1917 y 1967, La balada del café triste, admirable colección de relatos.

Luis Miguel Sotillo Castro

domingo, 29 de septiembre de 2019

REGRESO A BERLÍN. VERNA B. CARLETON


Le tenía enormes ganas a este libro desde que vi la preciosa portada con la que lo edita Errata Naturae. A ello se añadía una ciudad, Berlín, y un argumento, la posguerra alemana y el exilio judío, que me fascinan.

Sin embargo he de confesar que hasta el primer cuarto de libro las expectativas creadas en torno a él se fueron apagando debido a un comienzo un tanto forzado y unos protagonistas distantes que no conseguían atraparme. Menos mal que luego la acción coge impulso y despierta a los personajes de su letargo, dando cuerpo a una lectura emotiva y humana, conectando ya sin fisuras con el lector.

El argumento de esta novela está íntimamente relacionado con la experiencia vital de su autora, alguien que hasta hace poco dormía en el limbo de los escritores olvidados después de haber disfrutado de un éxito considerable pero fugaz tras la inmediata publicación del libro. Verna B. Carleton, que frecuentaba los círculos intelectuales de los exiliados alemanes durante la IIGM, acompañó a su amiga la fotógrafa judía Gisèle Freund en un viaje a la Alemania de 1957, recién terminada la guerra y en plena reconstrucción gracias en su mayor parte al Plan Marshall, como una manera de cerrar la herida del odio a lo que fue su país. De las emociones experimentadas y de las repercusiones vitales que aportó el viaje nació este libro que habla del desgarro interminable que supone el exilio, de la identidad fracturada del ciudadano de adopción y de la acechante culpabilidad de los que se quedaron y sobrevivieron.

El matrimonio inglés compuesto por Eric Devon y su inteligente esposa Nora traba amistad con una periodista norteamericana durante un lamentable crucero por el Caribe. Su afinidad cultural los une frente a otros pasajeros, como un campechano comerciante alemán con ganas de mostrar el optimismo que reina en la Alemania actual contra el que arremete sin motivo aparente el taciturno y amargado Eric. A su vuelta a casa confiesa a su esposa parte de su oscuro pasado: no es inglés sino un judío alemán de familia acomodada que escapó con su madre al Reino Unido justo antes del comienzo de la guerra y no supo nada de la familia que quedó allí, incluido su padre. Nora y la periodista, alter ego de la autora, se confabulan en un arriesgado viaje a Berlín para que Eric se libere por fin de los fantasmas que lo torturan. Y es en este momento donde el libro, junto con Eric, estalla en toda su dureza y emoción.
Durante el recorrido por las devastadas calles de su infancia y juventud vamos descubriendo la verdadera personalidad de Eric, así como que la historia que él había creído/construido acerca de traiciones familiares y el abandono de los suyos no era más que producto de una rencorosa y mimada imaginación. Es conmovedor asistir al momento en el que las ruinas de una plaza donde jugaba de niño enciende con un chispazo el reconocimiento de una identidad largo tiempo negada, cómo el encuentro con los que creía muertos supone la reconciliación consigo mismo y el canal por el que vuelve a fluir el amor por su pueblo y cultura.

El paseo por Berlín no sólo es revelador para el protagonista, también lo es para el lector que se ve inmerso en lo que se llamó el “Milagro Alemán” dada la rápida reconstrucción del país sobre unos cimientos basados en el olvido interesado, en la reconciliación ciega, en la que los mismos nazis que llevaron a Alemania y a Europa a la locura fueron incluidos en la sociedad sin preguntas, donde el antisemitismo pervivía,  creando un clima propicio para los rebrotes del neofascismo, como así ocurrió.

Heridas que nunca cerrarán, odios subterráneos, el perdón, el desarraigo, la pérdida de la identidad cultural, el exilio interior, la culpa de los padres y el rechazo de los hijos. Todos estos temas quedan sobre la mesa del lector una vez cerrado el libro. Por ello lo recomiendo vivamente.

Por último quería destacar la tremenda importancia de los personajes femeninos de la novela, verdaderos artífices de la reconstrucción de Eric y de Alemania: su esposa Nora, su anciana tía, su antiguo amor Kathë, en lo que creo un claro homenaje de la autora a la fuerza creadora de la mujer.

Sybilalibros@siyofueralibro

martes, 24 de septiembre de 2019

MEMORIAS DE UN PRISIONERO DE GUERRA .Diario de Fernando Blanco White


Napoleón es superior a los borbones españoles política y militarmente. Moralmente, los tres, Carlos IV, Fernando VII y Napoleón son igualmente indignos y dañinos.
En 1808 el pueblo español, descabezado, se rebela contra la invasión francesa. Mientras Carlos IV y Fernando VII compiten en vileza y bajeza ante el destructor corso, la gente se rebela en León, Burgos, Madrid… La Guerra de la Independencia comienza; acabará en 1814, con la marcha de José Bonaparte.

 El sevillano Fernando Blanco White, hermano del más famoso José María, se apunta voluntario contra el francés. Nombrado teniente, será capturado en Somosierra, su primera y última batalla. Permanecerá preso seis años en Chalons-sur-Saône, en la Francia oriental, cerca de Suiza.

 En este diario, escrito en Inglaterra y en inglés, el año 1815,  siguiente a los hechos narrados,  nos cuenta su fuga. Entre el seis de enero y el 23 de marzo de 1814 recorre el camino entre el cautiverio y Londres. Huye de Francia, recorre Suiza, Alemania y Holanda, donde se embarca hacia la capital inglesa, en la que le acogerá su hermano José María.
 Son impagables estas aventuras de lo cotidiano cuando la normalidad ha sido destruida. ¿Dónde comer, dormir? ¿Cómo trasladarse, entenderse, combatir el frío? No sin humor, Fernando nos da sus impresiones sobre paisajes, ciudades, aldeas, tipos que conoce en su caminar por la Europa de la montaña suiza, del Rin, de los canales holandeses. La pequeña historia ayuda a comprender la Historia.

 M.ª Carmen Castro Rodríguez no sólo traduce el diario; lo ordena por capítulos y escribe notas a pie de página pertinentes. También nos ofrece una introducción que hace el texto inteligible para todos. Los mapas de Marina Muñoz Castro ayudan a que el lector acompañe a Fernando sin perderse.
 Editado por Alfar, Sevilla, 2019. 235 páginas llenas de amenidades y curiosidades; sobre una época que nos marca a los españoles hasta hoy.

Luis Miguel Sotillo Castro

ADIÓS, HEMINGWAY. Leonardo Padura


He bebido daiquiris en el Floridita, esquivando cubanos que venden puros en la puerta, con pesadez educada. He tomado ron clandestino a dólar el frasco, en el malecón donde anochece repentinamente, con un cubano veterano de Angola. Prefiero esto último. Leer a Padura es volver a Cuba.

Quinta novela con Mario Conde como protagonista. Ya no es policía en La Habana, pero a petición de un ex compañero investiga un nuevo caso, extraoficialmente. Ha aparecido un cadáver, lleva cuarenta años enterrado, en la finca que fue de Hemingway. Las implicaciones y consecuencias pueden ser tremendas, ¿es posible que Ernesto Hemingway, apodado papa, fuese un asesino?
 El autor comenta en la introducción su relación de amor odio con el autor de El viejo y el mar. Utiliza la novela para indagar en la vida y obra del estadounidense, también en el oficio de escribir; sin convertirla por ello en un ensayo que pudiera aburrirnos, con presuntas densidades o profundidades.  La trama es interesante; con los rasgos de humor y amor, los personajes habituales, incluida la ciudad herida, su mar como un muro. La Habana de Hemingway en 1958 influyendo en la de Conde a finales del siglo XX; este registrando lo que Ernesto tuvo y fue cuarenta años atrás.

 Recomiendo todas las novelas de la serie que he leído, bien editadas, baratas, por Tusquets. Son, por orden de aparición: Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño y esta que comento.

Luis Miguel Sotillo Castro

Destacado

El jardín de los Finzi-Contini. Giorgio Bassani

 " Yo, igual que ella, carecía de ese gusto instintivo que caracteriza a la gente corriente [...] más que el presente, contaba el pasad...